Cannabis Magazine 234

Nos habíamos comprado una furgoneta de segunda mano hacía unos meses. Una Mercedes Vito 112 de veintidós años de antigüedad. Es alucinante el flujo de pasta que mueve el mercado de segunda mano de furgonetas. Estábamos buscando algo ya camperizado, aunque fuese con lo mínimo, para no tener que invertir mucho más dinero. Encontramos esta furgopor un precio adecuado y ya estaba camperizada. Tenía una suerte de armario que hacía las veces de espacio de almacenamiento. Al final del armario, y mediante unas bisagras, se desdoblaba un espacio supletorio que servía como mesa y como extensión de la cama. Del lado de la puerta trasera contaba con más espacio de almacenamiento y un cajón enorme que se extraía y tenía espacio para los útiles de cocina. La habíamos comprado con varios complementos: tenía cuatro bidones de diez litros de agua, dos sillas muy molonas, una mesa muy práctica y amplia, una sombrilla y un poti que siempre es algo muy útil si viajas en furgoneta sin baño. Además, nosotros teníamos bastantes cosas de camping, ya contábamos con un hornillo, con un colchón inflable y con un toldo muy funcional que adosábamos a la puerta lateral de la furgoneta y anclábamos por medio de dos barras de metal y varias correas. La furgoneta nos estaba permitiendo gozar de manera más óptima de un estado que valoro mucho y que me encanta: la itinerancia. La itinerancia es el desplazamiento ambulante de un lugar a otro, relativo al modo de vida es un hacer/ser en el que no se depende de un lugar fijo, por lo que cada día el hogar se puede mover de un espacio geográfico a otro. Itinerábamos habitualmente por Portugal, también, como gallegos que somos, lo hacíamos por Galicia. En septiembre nos fuimos con dirección Pirineos. La itinerancia es un estado maravilloso, me suele provocar sensaciones de plenitud y me ayuda a vivir en el momento presente. Por Portugal ya nos habíamos movido bastante. Previamente viajamos mucho por allá con la furgo de mi suegra: una Kangoo. También tenía una suerte de tablón que fungía como cama y, al estar separado del suelo de la furgoneta, permitía un espacio amplio de almacenamiento. Hemos sido muy felices con la furgode mi suegra, desde aquí le doy las gracias por prestárnosla siempre que se la hemos pedido. No obstante, nuestra furgoes bastante superior. Tanto en espacio como en comodidad, en potencia como en las posibilidades que ofrece. Tras veintidós años de funcionamiento sigue siendo una máquina que responde. 270.000 kilómetros y el 127 mentalmind (depositphotos)

RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1