111 l era egoísta y obstinado. Ella depresiva y nerviosa. Aquella tarde llegaron a Llanes sin dirigirse prácticamente la palabra y, después de cenar y tomarse unos cuantos vinos, comenzaron, otra vez, a discutir. Primero en público y luego en el piso. Él le recriminaba su falta de esfuerzo, sus adicciones y su dependencia de ansiolíticos y demás. Ella no soportaba la forma condescendiente en la que la trataba: con gritos y órdenes imperativas. Habían sido muchas las discusiones, pero en esta ocasión, el desprecio y la rabia con la que Juan se había dirigido a ella, eran totalmente desmedidas. Nunca le había insultado de este modo, con una mirada acusadora llena de odio y con una verborrea llena de resentimiento. Ese día Laura decidió acabar con su vida en un arrebato de desesperación y tristeza. La situación le resultaba tan familiar como insoportable. No podría pasar por lo mismo otra vez. No lo resistiría de nuevo. É “ “NUNCA LE HABÍA INSULTADO DE ESTE MODO, CON UNA MIRADA ACUSADORA LLENA DE ODIO Y CON UNA VERBORREA LLENA DE RESENTIMIENTO
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