Cannabis Magazine 240

111 Me puse muy nervioso y me dispuse a vestirme a toda prisa para ir al centro de salud. Ya en la calle, llamé a mi jefe para explicarle mi urgencia médica y que, seguramente, no podría ir a trabajar. Me contestó fríamente: “Es la peor excusa que he oído nunca”. Llegué al ambulatorio de mi barrio, corrí a la ventanilla de urgencias, saltándome –por imperiosa necesidad– la cola que había. Los demás presuntos pacientes me abuchearon y el enfermero de admisiones me pidió, con poca amabilidad, que me pusiera a la cola. No podía creerlo, ¿acaso no veían que estaba verde? ¿Tal vez no se habían percatado? ¿O acaso les daba igual? En fin, después de hacer la cola de rigor, le expliqué al enfermero mi problema. ―Estoy verde ―afirmé. ―Ya lo veo, ¿y? ―preguntó. ―¿Cómo que “y”?, no creo que el verde sea el color natural de mi piel ―repliqué. ―Ah, eso yo ya no lo sé. “ “AL LLEGAR ME PARECIÓ CURIOSO QUE NADIE SE FIJASE EN MI ASPECTO VERDUSCO Y LOS OJOS DE BESUGO […] ENTONCES RAZONÉ QUE QUIZÁ TODO ESTO FUESE UNA ENFERMEDAD MENTAL Y QUE SOLO YO ME VEÍA DE ESA MANERA

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