Cannabis Magazine 240

de Sorolla a la basura, retiré las fundas de los sofás de escay, luego tiré los mencionados sofás, compré un bote de pintura roja y la esparcí con una fregona por la pared y el suelo; por último, salí a la calle a tomar algo. Llegué a uno de esos barrios a los que no iba nunca por miedo y conocí a una gente muy maja a la que parecía no importarle mi aspecto. Nos pasamos toda la tarde de vinos y toda la noche de copas, bebiendo y riendo como si no hubiera un mañana. También consumí, por primera vez, todo tipo de drogas: hachís, marihuana, cocaína, éxtasis… Hacia el final de la noche, me dieron a probar LSD. ¿Por qué no? Me dije. Y a partir de ahí ya no recuerdo mucho más, solo que fue, hasta le fecha, el mejor día de mi vida. Me desperté el lunes por la mañana. El mejor día de mi vida había durado cuatro, y las dosis de amistad y los efluvios del alcohol y las drogas habían hecho mella en mí. Enseguida noté que había alguien más en mi cama. Me levanté con cuidado y me acerqué al baño. Ahora me veía normal… ¿qué digo normal? ¡Cojonudo! No sé si me había curado, empeorado o mejorado. Si el efecto de las drogas engañaba a mi percepción o si mi percepción estaba engañada por el efecto de mi vida. No sabía lo que era real o falso, pero ¡qué importaba! Tenía una resaca de las buenas, un amante en la cama y cuatro días dignos de fiestas romanas a la espalda. Si era verde, azul o amarillo… ¿qué importaba? Por primera vez en mi vida, me alegré de haberme conocido. “¡Al fin!”, me dije. ¿Se puede pedir más? “ “ME DESPERTÉ EL LUNES POR LA MAÑANA. EL MEJOR DÍA DE MI VIDA HABÍA DURADO CUATRO, Y LAS DOSIS DE AMISTAD Y LOS EFLUVIOS DEL ALCOHOL Y LAS DROGAS HABÍAN HECHO MELLA EN MÍ. ENSEGUIDA NOTÉ QUE HABÍA ALGUIEN MÁS ENMI CAMA. ME LEVANTÉ CON CUIDADO Y ME ACERQUÉ AL BAÑO. AHORA ME VEÍA NORMAL… ¿QUÉ DIGO NORMAL? ¡COJONUDO!

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