Cannabis Magazine 240

Hasta la fecha, la evidencia arqueológica ha mostrado que, en general, la mayor parte del conjunto de drogas de origen vegetal que lleva acompañando al hombre desde tiempos inmemoriales, lo hace, en concreto, desde los períodos Pre Formativos en el continente americano, y desde el Neolítico para el resto del mundo. Quizá te preguntes, pero ¿qué busca exactamente un arqueólogo en estos casos? Pues de todo: evidencias directas (como algo de tabaco en una pipa), evidencias químicas, parafernalia o instrumentos usados para el consumo, evidencias iconográficas ―es decir, la expresión de estos usos en las imágenes o el arte―, o evidencias literarias ―de las anteriormente comentadas―2. Para hallar estas pruebas, los instrumentos son cada vez más avanzados y, como bien explica Juan-Tesserras, en caso de buscar evidencias químicas: “Las técnicas utilizadas para las investigaciones arqueológicas se basan especialmente en tests, como los test de alta sensibilidad o el radioinmunoanálisis (RIA), o sistemas más precisos como la técnica combinada de la cromatografía de gases y espectrometría de masas (GC/MS), que permiten la identificación de metabolitos de drogas en restos humanos arqueológicos como coprolitos, cálculo dental, capilares, tejidos blandos y óseos” (Juan-Tresserras, 2000). Así es como en las minas prehistóricas de Gavà, en Barcelona, al estudiar cálculo dental procedente de los enterramientos, encontraron los restos de una cápsula de adormidera. Esta línea de estudio seguida, en principio, con el objetivo de estudiar la dieta de estas primeras poblaciones, ha beneficiado colateralmente al campo de la etnobotánica y arqueoetnobotánica ―o paleoetnobotánica―, ya que ha colaborado a verificar el consumo de ciertos productos vegetales, como la hoja de coca o la adormidera, por ejemplo. Saber que estas sustancias se usaban no quiere decir que sepamos, a ciencia cierta, cómo se usaban. Como relataba Guerra-Doce, profesora de la Universidad de Valladolid y experta en la materia, a Historia National Geographic, lo más espinoso es discernir un posible uso recreativo: “No me parece casual que sean las tumbas de individuos destacados o los espacios ceremoniales restringidos los que cuenten con restos de alcohol y drogas. No descarto tajantemente que pudiera darse un consumo lúdico, pero es más difícil de rastrear arqueológicamente”. También explicaba que el cambio de paradigma en la producción ha modificado los usos de estas sustancias de origen vegetal: “En las grandes civilizaciones de la Antigüedad (Mesopotamia, Egipto y el mundo clásico) se comenzó a producir alcohol (cerveza y vino) a gran escala y se perdió así su condición de producto suntuario, su consumo dejó de ser elitista para extenderse a todos los sectores de la población. Dejó entonces de estar reservado a ceremonias destacadas (banquetes rituales, ceremonias funerarias, el simposio en el mundo griego) para consumirse por placer en cualquier ocasión y por cualquier individuo que pudiera permitírselo”3. Birra o vino, vino o birra… ¿qué fue primero? El alcohol, tan socialmente aceptado, comenzó pronto a producirse a partir de la fermentación de diversas fuentes vegetales. La cerveza le gana por ahora la partida al vino: se produce, al menos, desde hace unos 13.000 años. En Israel, se ha hallado en la cueva de Raqefet, cercana a Haifa, los residuos de la que es, por ahora, la cerveza más antigua elaborada en el mundo y el registro más antiguo conocido de alcohol artificial4. Como explica Li Liu, una de las arqueólogas encargadas de la investigación: “Este descubrimiento indica que hacer alcohol no fue necesariamente el resultado de la producción de excedentes 118 Pensamiento psiquedélico “ “LA CERVEZA LE GANA POR AHORA LA PARTIDA AL VINO: SE PRODUCE, AL MENOS, DESDE HACE UNOS 13.000 AÑOS Crátera para vino en mosaico de Los Peces, villa romana de Carranque (Samuel López Iglesias, CCBY-SA 4.0, Wikipedia)

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