Cannabis Magazine 234

120 nos ayuda a intuirlas sin, por ello, restarle calidad a la obra. Aunque la técnica es obvia y radicalmente opuesta entre ambos autores, si prestamos atención a los pormenores, pronto podemos reconocer las similitudes entre estas dos odaliscas: ambas en posición de escorzo, muestran su cuerpo desnudo, tendidas sobre un lecho o diván, cubierto con ricas telas arrugadas y acompañadas de una pipa, narguile o sisha. Como caso nacional, la obra de Mariano Fortuny también cuenta con sus propias odaliscas. La que ejecutó en 1861 (La odalisca) tiene una clara deuda con la de Ingres pues repite la postura en escorzo (aunque en la pieza de Fortuny, la mujer está frente a nosotros volteando su mirada hacia atrás), también está tumbada en una cama plagada de ricas y voluptuosas telas y acompañada del narguile. Sin embargo, en el óleo de Fortuny la escena alberga más detalles, como la decoración de mobiliario y un personaje masculino tocando música para la concubina. Si bien la técnica de Fortuny tiende más a la pincelada abocetada y rápida propia de Delacroix, su obra también cuenta con vínculos con Ingres porque el dibujo y la línea están presentes, especialmente para dotar de nitidez a la silueta de la mujer. Las versiones de las odaliscas provistas por la Historia del Arte son innumerables y diversas y para indagar más, sólo basta con acercarse a la pintura de autores tan diferentes como Picasso, Jules Lefebvre, Henri de Caisne, o Federico de Madrazo y Kunz, entre muchos otros. El narguile y el hachís Uno de los atributos que parece ser común compañía de buena parte de las odaliscas de la Historia del Arte es el narguile, en Las damas de Orientepodemos comprenderlo mejor gracias a las palabras de Morató: “El harén imperial otomano despertó la fascinación de los viajeros europeos e inspiró los cuadros orientalistas. Pintores como Ingres, Delacroix o Matisse llenaron sus harenes de bellas odaliscas cautivas, en su mayoría desnudas, fumando en narguile, tocando el laúd y esperando la visita del sultán”4. Aunque el narguile también puede usarse para fumar tabaco, su mera aparición en escena nos hace pensar en el hachís. El hachís era todo un elixir embriagador que había llegado al mundo más occidental desde este exótico oriente, había poblado algunas de las obras de literatura de su tiempo, como El conde de Montecristo(1844), de Alejandro Dumas y había revolucionado a los románticos experimentadores y aventureros que no tardaron en hacerse con ello para probar. Se fumaba y se comía, y de su consumo se decía que provocaba lascivos sueños, eróticos “ “ ERA INEVITABLE QUE EN ESTAS MENTES DECIMONÓNICAS SE ESTABLECIERA UNA RELACIÓN DIRECTA ENTRE ODALISCA Y SEXUALIDAD SALVAJE, INCONTROLADA La odalisca (1861), de Mariano Fortuny (Google Art Project, CCBY-0, Wikipedia) Pensamiento psiquedélico

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