Cannabis Magazine 236

111 Actualmente, disponemos al instante y a golpe de clic de cientos de miles de obras audiovisuales de toda índole que, además, podemos difundir, compartir, alabar o criticar al instante y de forma online, convirtiendo esta experiencia en un entretenimiento más. Es un hecho; y es actual. Pero durante más de un siglo, la experiencia audiovisual se circunscribía a las salas de cine, hasta los años cincuenta, y, a partir de ahí, también a los hogares a través de la televisión primero y del vídeo doméstico después. Por lo que, a la acción de ver una obra fílmica se le daba una importancia que hoy casi ha desaparecido. Para entender esto último, hay que poner en contexto que para varias generaciones de este país el cine había sido, junto con el fútbol, el entretenimiento máximo, pues el resto de elementos de ocio de la cultura occidental, sobre todo tendencias musicales y apertura sexual, llegaban a cuentagotas, censurados y filtrados, y aunque el cine no se libraba de esta inquisición, era igualmente la ventana al mundo de millones de españolitos de a pie que solo podían viajar y soñar a través del (entonces) módico precio de una entrada para el cine que tenían en cualquier ciudad o pueblo de más de mil habitantes hasta finales de los años setenta. “ “EN EL BAJO DE UN ESTUDIO DE FOTOGRAFÍA SE ABRÍA AL PÚBLICO EL PRIMER VIDEOCLUB DE TODA LA COMARCA

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