Cannabis Magazine 236

resultaba el botón de pause para determinadas escenas y el poder repetir, una y otra vez, alguna que otra cosa. De hecho, en la tarde-noche de aquel mismo viernes, yo me masturbé varias veces tan solo recordando alguna de esas escenas. A partir de ahí, dejé lo que quedaba de mi infancia y me tiré a la adolescencia, donde me convertí en un completo adicto a las trastiendas oscuras de los videoclubs. Pasado el tiempo, dejé de ser adolescente y me hice un jovenzuelo con sexo real bastante a menudo, pero seguí alquilando con regularidad películas porno. Pasado aún más tiempo, dejé de ser joven y me hice mayor, que es lo que pasa si no te mueres antes, y seguí alquilando porno de vez en cuando y de cuando en vez… Luego llegó internet, después el streamingy, poco a poco, fueron cerraron todos los videoclubs. Ya no eran necesarios pues todo el cine ya era onliney, naturalmente, todo el porno del mundo estaba ahí, en cualquier idioma, cualquier fetiche, perversión, rareza… estaba a golpe de clic. Debía de estar entrando en la ancianidad porque, por primera vez, dejó de interesarme el porno. Crecí viendo caratulas, escudriñando actrices y, ojo, directores. Mario Salieri, para el que no lo conozca, es el genio del porno italiano de la era de los videoclubs. En fin, hoy por hoy me sigue interesando el sexo, pero no el porno por internet. Ya no me hace gracia y, en el fondo, me parece mucho menos anónimo, aunque pueda parecer lo contrario, que entrar en aquellas oscuras habitaciones a cara descubierta. Además, creo que el ritual de la espera es lo que cuenta: la previa, el antes, escudriñar carátulas… y en ese sentido, ir al videoclub, elegir película, llevártela a casa, ponerla y volver sobre tu escena favorita una y otra vez era, para mí, más importante que la masturbación en sí. Ahora hay un mercado nuevo de sexo interactivo online, con miles de juegos, posibilidades de chateo inmediato, avatares propios que puedes crear… donde la tecnología y el sexo se dan la mano, pero... volviendo al principio, y como decía El Gran Lebowski, “yo aún me hago pajas con las manos”. ¿Se puede pedir más? “ “ME CONVERTÍ EN UN COMPLETO ADICTO A LAS TRASTIENDAS OSCURAS DE LOS VIDEOCLUBS

RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1