Cannabis Magazine 236

porque no queremos mirarnos el ombligo y pretendemos no quedarnos en una visión sesgada, sino dar cabida a otras perspectivas diferentes. A lo largo de la historia de los usos del cannabis, su función en rituales de carácter religioso es algo constante en múltiples culturas del mundo y es que nuestra planta amiga ha sido ampliamente considerada como una buena puerta para conectar con la espiritualidad. Son innumerables los casos de consumidores que afirman que el cannabis les ayuda a acercarse a Dios, a aproximarse al sentido de la vida, a sentirse parte de un todo interconectado, a experimentar unidad con lo natural o últimamente a encontrar paz y serenidad. La perspectiva del arte El arte y sus abanderados, los artistas, han sido espejo de estas intenciones prácticas con las que se ha usado el cannabis y, aunque su huella no es siempre rastreable – resulta más explícita en la literatura, por ejemplo, que en las artes plásticas–, podemos hallar alguna que otra alusión, como el popular caso de Los paraísos artificiales (1860), obra de cabecera en la literatura cannábica, pues Baudelaire escribió mucho acerca del hachís y sus efectos: “Ya no se trata de algo remolinante y tumultuoso. Es una beatitud apacible e inmóvil. Quedan resueltos todos los problemas filosóficos. Todas las cuestiones difíciles contra las cuales batallan todos los teólogos y que desesperan a la humanidad razonadora, son límpidas y claras. Todas las contradicciones se transforman en unidad. El hombre ha pasado a ser Dios”1. Esta visión mística y a priori positiva de los efectos del consumo de hachís, sin embargo, contrasta con sus posteriores apuntes con tono moralista, en los que expresa su preocupación por considerar al hachís “uno de los medios más terribles y seguros de que dispone el Espíritu de las Tinieblas para reclutar y esclavizar la humanidad” (Baudelaire, 1860). También tenemos, en la producción española, ejemplos de autores que han defendido hasta la saciedad las virtudes del cannabis en su aspecto espiritual, como Ramón Valle-Inclán que en La Lámpara maravillosa (1922) escribiría acerca del sentimiento de comprensión total que en ocasiones acompaña a la marihuana y del sentido de la unidad con la naturaleza: “Yo volvía de un ferial con mi criado, y antes de montar para ponerme al camino, había fumado bajo unas sombras gratas mi pipa de cáñamo índico […] Atajábamos la Tierra de Salnés, donde otro tiempo estuvo la casa de mis abuelos, y donde yo crecí desde zagal a mozo endrino […] Pero nada me llenó de gozo como el ondular de los caminos a través de los herbales y las tierras labradas. Yo los reconocía de pronto con una sacudida […] Aquel aprendizaje de las veredas diluido por mis pasos en tantos años, se me revelaba en una cifra […] sagrado como un número pitagórico. Fui feliz bajo el éxtasis de la suma, y al mismo tiempo me tomó un gran temblor comprendiendo que tenía el alma desligada […] Con una alegría coordinada y profunda me sentí enlazado con la sombra del árbol, con el vuelo del pájaro, con la peña del monte. La Tierra de Salnés estaba toda en mi conciencia por la gracia de la visión gozosa y teologal”2. Asimismo, en el mundo de las artes plásticas, también hay quien expresa su perspectiva mística del cannabis y sustancias alteradoras, como es el caso del reconocido artista psicodélico Alex Grey, quien en una entrevista que concedía a Facundo García, aludía a la larga relación entre consumo, arte y espiritualidad cuando sentenciaba que “desde la cuna de las civilizaciones occidental y oriental encontramos el uso de sacramentos alteradores de la mente que permitían a los aspirantes ponerse en contacto con la divinidad”3. 118 Pensamiento psiquedélico “ “JESÚS O EL MESSIAH (LITERALMENTE “UNGIDO POR EL ACEITE”), HABRÍA UNGIDO TAMBIÉN A SUS APÓSTOLES CON EL ACEITE CANNÁBICO Mosaico de Cristo curando a dos ciegos de Jericó, duomo de Monreale (Sibeaster, CCBY-0, Wikipedia)

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