Cannabis Magazine 236

acía ya más de tres años que nuestra perrita Kali había fallecido. La pobre no tuvo buena suerte. Convivir con animales en general y con perros en particular favorece el bienestar. Evidentemente conlleva una responsabilidad y trabajo, es decir: quehaceres asociados al cuidado del compañero perruno, pero todo lo que uno recibe es mucho más, como decía Pau “mucho más de lo que nunca he merecido”, porque es un incondicional amor cuyo fondo radical ha ido siendo moldeado por la evolución de más de 15.000 años, que se dice pronto. Cualquiera que conviva con un can sabrá de lo que hablo. La vida emocional cobra otros interesantes matices cuando se convive con un perro. La sensación de responsabilidad en torno a los cuidados que de ti necesita tu compañero peludo, provocan oleadas de satisfacción en forma de ciertos neurotransmisores y, además, imbuyen de un nuevo significado vital. Cuando conocimos a Kali y la vimos por primera vez, era un bebecito de bodeguero ratonero andaluz, una bolita necesitada de cuidados. Evidentemente no una tabla rasa, pues era un buen ejemplo del temperamento con el que algunos seres llegan al mundo. Kali fue creciendo y desarrollándose y nosotros conocíamos casi la práctica totalidad de sus experiencias. Esto nos ayudaba a entenderla mejor. Fue hermoso convivir con ella, un 23 de febrero murió, pero todos y cada uno de sus días, menos ese, fueron maravillosos. Ahora, hace cuatro semanas que hemos adoptado a una perrita. La hemos adoptado en la protectora animal de la ciudad de Ourense: PROGRAPE. Es una perrita cruzada con podenca de unos siete años. Ya llevaba algo más de un año allí. Fuimos a la perrera a conocer a otra perrita, un poco más pequeñita que esta. Cuando llegamos y nos acercamos a los espacios cerrados en donde se encontraba este grupete de canes, Lenda, a diferencia del resto de perritos y perritas, se acercó a la puerta y comenzó a lamernos mientras el resto ladraba y saltaba haciendo cabriolas. Nos fuimos y Lenda, aunque se quedó allí, ya se vino con nosotros. Era viernes, el lunes siguiente fuimos a recogerla. Cuando llegamos ya estaba por allá suelta. Cuando nos vio entrar comenzó a saltar de manera alegre y a lamernos. Parecía una perrita muy despierta e inteligente. Lenda se vino con nosotros para casa, poco o nada sabíamos de ella, pero nos pareció una perrita muy equilibrada. Llego a casa bastante asustada, casi no fue capaz de subir las escaleras del edificio. Vivimos en un primero. Ya le teníamos todo preparado, su espacio, su comida y agua en el comedero y varios juguetes blanditos 127 H vilevi (depositphotos)

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