Cannabis Magazine 236

el tiempo que me quedara con él antes de que su memoria se diluyera. Tenía dos hermanos y una madre que decidieron, con mi voto en contra, no decirle nada. Así que, en esa época, me dediqué, mientras se pudo, a mantener con él las rutinas de ir a tomar los vinos y hablar sobre cualquier cosa. El vino era sin alcohol. Uno que yo compraba y que me dedicaba a ir llevando a sus bares habituales. Y los diálogos, por lo obvio, eran cada vez más sencillos, difíciles y repetitivos para él. Mi padre no era ningún tonto e intuyo que algo sospechaba de la extraña nebulosa que paulatinamente le iba ensoñando la razón, que es un verbo que no existe, pero que creo que define muy bien la pérdida de contacto con la realidad que es inherente a esta maldita enfermedad. Al principio, él recordaba perfectamente nombres, caras, lugares y acontecimientos de hacía cuarenta años, pero le costaba averiguar qué día de la semana era o si había desayunado ya. Seguía leyendo ávidamente la prensa, aunque como un acto reflejo pues, generalmente, no entendía lo que leía. Un día, con el periódico en la mano, me dijo: “¡Murió Groucho Marx!”, uno de los ídolos de ambos, cuando en realidad era el cuarenta aniversario de su muerte. A partir de ahí ya todo fue cuesta abajo, sin embargo, algo dentro de él se negaba a abandonar algunos de sus recuerdos. Así, repetía sin cesar algunas anécdotas del pasado e interactuaba y reaccionaba con alguna de las películas de los Hermanos Marx o Gary Cooper y con la música de algunos de sus filmes míticos como Raíces profundas o Johnny Guitar. También seguía tocando al piano algunas melodías que había interpretado durante toda su vida como “Negra Sombra” o “Allá en el otro mundo”, en cuya letra había una frase que se fue haciendo extrañamente profética a medida que la cantaba y avanzaba la enfermedad a pasos agigantados: “Y que una nube de tu memoria me borre a mí”. 113 “ “INTUYO QUE ALGO SOSPECHABA DE LA EXTRAÑA NEBULOSA QUE PAULATINAMENTE LE IBA ENSOÑANDOLA RAZÓN

RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1