Cannabis Magazine 239

120 mí, y seguramente no vi nunca a ninguno inyectarse. No hacía falta que hablase: había una especie de acuerdo tácito porque no quería saber nada de aquel tipo de cosas y Billy (Name) fue siempre capaz de mantener todo tranquilo”6. Sin embargo, The Factoryes sobradamente conocida por el consumo de innumerables sustancias, como el propio Warhol comenta: “Billy fue el responsable del plateado de la Factory […] Por qué le gustaba tanto el color plateado, no lo sé. Tenía que ver con el consumo de anfetaminas –todo siempre le conducía a ello– pero era fantástico, era el momento perfecto para pensar en plateado […] Su frenesí provocado por el consumo de anfetaminas, pero lo interesante era lo que conseguía comunicar, una atmósfera que atrapaba también a la gente que no consumía ninguna droga, porque a veces aquellos que consumían speed creaban cosas que les parecían bellas solo a ellos. Pero lo que había Billy iba más allá de la droga” (Hackett, 1989). LSD, psilocibina, mescalina, hachís, cocaína o heroína. Todo psiquedélico tenía cabida en este revolucionario grupo de artistas, que no era más que un fiel reflejo del cambio de estatus que estas sustancias estaban viviendo en la contracultura americana. Ya antes nuestro surrealista Salvador Dalí (1904-1989) y, más tarde, otros artistas como Mati Klarwein (1932-2002), Keith Haring (19581990) o Basquiat (1960-1988) se habían unido a esta experimentación. Pero, ¿quién manda, el arte o las drogas? El mayor problema al que nos enfrentamos al tratar de dilucidar cómo es esta relación entre arte y drogas es que, por lo general, la mala fama del consumo ha llevado a los artistas a ocultarlo o negarlo. Acogiéndose al silencio, muchos de ellos no han querido pronunciarse respecto a la cuestión, pues esto podría haber perjudicado a la venta de sus cuadros (aunque este no tiene por qué ser el único motivo). Es lógico también que en muchos casos no quisieran manifestar abiertamente el consumo a riesgo de que se considerara que hacían “arte de drogas”. Este apelativo, por lo general, no debía agradarles mucho pues, al fin y al cabo, reducía su obra al mero producto de un colocón. Si adquirían de ahí sus visiones, sus habilidades o su creatividad, ¿qué era lo que ponía el artista verdaderamente? ¿Qué lo distinguía de un no artista? ¿Podía cualquiera convertirse en artista al tomarse o fumarse un algo? Pensamiento psiquedélico Niño geopolítico observando el nacimiento del nuevo hombre, de Salvador Dalí (Ian Burt, CCBY-SA 2.0, Flickr) The fairy bower, de John Anster Fitzgerald (Art magique, CCBY-0, Wikipedia) “ “THE FACTORY ES SOBRADAMENTE CONOCIDA POR EL CONSUMO DE INNUMERABLES SUSTANCIAS

RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1