Cannabis Magazine 240

Barbarroja), sino que el consumo siguió siendo habitual en la sociedad e incluso se gestó todo un mercado negro en torno a la sustancia. Aunque el régimen nazi intentó imponer una imagen de pureza y disciplina e hizo propaganda antidrogas, la realidad era mucho más compleja y contradictoria. Por una parte, a pesar de los esfuerzos para controlar el consumo de drogas, en 1934, durante el Tercer Reich, hubo un aumento en el número de condenas por delitos relacionados con drogas. Se trataba, en su mayoría, de condenados a penas leves, como rehabilitación en sanatorios, en lugar de penas de prisión prolongadas. La aplicación de estas leyes también se vio influenciada por factores sociales y políticos, como el estatus y la apariencia del infractor. No obstante, a medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial, se hizo menos común enviar a los adictos a los sanatorios. Con el aumento de la represión, algunos de ellos fueron enviados a campos de concentración (si bien, en conjunto, no representaban una parte significativa de la población carcelaria). Por otro lado, y a pesar de esta hipócrita retórica, el propio Hitler y su círculo más íntimo no eran ajenos al uso de drogas: Herman Göring consumía morfina para el dolor de pierna, Hitler y Eva Braun (que gustaba de seguir a rajatabla la dieta “vitamínica” del führer) tomaban unos cócteles de sustancias diversas customizados por el doctor Theodor Morell, casi todos los médicos que recetaban pervitina la consumían… Con el desarrollo de la guerra, algunas de las fábricas de pervitina resultaron bombardeadas, el suministro disminuyó tanto que el mercado negro apenas encontró abastecimiento y el mismo Morell se las vio y deseó para dar con algo de pervitina. Pervitina nazi La pervitina se dispensó a todas las ramas del ejército alemán, producida con forma de tableta de chocolate comestible en dos variedades, aquella a la que llamaban “panzerschokolade” o chocolate blindado, y aquella denominada “fliegerschokolade” o chocolate de aviación. Esta estrategia de marketing sirvió para popularizar la sustancia también entre la ciudadanía alemana, para mantener alta su moral y desempeño en tiempos de guerra. Así si bien el consumo de drogas en la Alemania de aquella época era visto como un gesto vergonzoso y decadente, la pervitina gozaba de una consideración similar a la cafeína, un estimulante sin importantes efectos secundarios. 25 “ “AUNQUE EL RÉGIMEN NAZI INTENTÓ IMPONER UNA IMAGEN DE PUREZA Y DISCIPLINA E HIZO PROPAGANDA ANTIDROGAS, LA REALIDAD ERA MUCHO MÁS COMPLEJA Y CONTRADICTORIA

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