Contra la ansiedad existencial. Estas sustancias mejoran el ánimo en pacientes terminales con ansiedad. Los expertos esperan que los ensayos con este tipo de drogas prosigan.

En 2004, la comunidad científica volvió su mirada hacia Charles Grob, de la Universidad Harbor-UCLA, en Los Ángeles (EEUU). La agencia estadounidense del medicamento, la FDA, autorizaba su estudio pionero con drogas alucinógenas para enfermos terminales con cáncer. La polémica no se dejó esperar y hoy, seguramente, se dejará sentir de nuevo.

Porque Grob acaba de publicar los resultados de dicho ensayo, el primero en 35 años que explora la utilidad de drogas como el LSD o la psilocibina, que se extrae de ciertos hongos, para la ansiedad y el estrés psicológico asociado a la crisis existencial que padecen muchos pacientes terminales. Y, al parecer, su uso además de seguro es efectivo.

En declaraciones a ELMUNDO.es, el científico estadounidense espera que no se vuelva “a reproducir el agrio debate de la década de los 60. Creo que hemos madurado lo suficiente como cultura durante los últimos cuarenta años como para que seamos capaces de someter a estos compuestos a un riguroso estudio controlado, científico y determinar con precisión su gama de efectos, sobre todo los parámetros de seguridad y las posibilidades de aplicación terapéutica, sin que agentes políticos o sociales interfieran en estos trabajos”.

En los últimos años, afortunadamente, el personal sanitario “ha ido tomando conciencia de que las necesidades psicológicas y espirituales de muchos enfermos con cáncer y sus familiares deben abordarse con mucha más determinación. Desde finales de 1950 hasta principios de los 70, se llevaron a cabo investigaciones destinadas a explorar el uso de sustancias alucinógenas como terapia de la ansiedad, la desesperación y el aislamiento que, a menudo, se asocia a los estadios avanzados del cáncer… Los estudios mostraron que las personas en estado crítico mejoraban de manera sustancial y sostenida su estado de ánimo y sus niveles de ansiedad, así como requerían menos dosis de narcóticos para el dolor gracias a ellas. A pesar de estos resultados prometedores, la investigación en este campo se detuvo”, recuerda el doctor Grob en el último ‘Archives of General Psychiatry’.

No es el caso de los ensayos con otro tipo de enfemos. “Se examinaron los efectos de la psilocibina en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo refractario severo. Los investigadores concluyeron que el alucinógeno fue seguro, bien tolerado y redujo de forma significativa los síntomas”, aclara Charles Grob.

En su ensayo han participado 12 enfermos (11 mujeres) con estadio avanzado de cáncer, diagnosticados de estrés agudo o ansiedad generalizada. Todos, de forma aleatoria, recibieron una dosis baja de psilocibina (0,2 mg por kilogramo de peso), y también un placebo en dos sesiones experimentales de seis horas de duración, separadas por varias semanas.

Viajar con los ojos tapados

Durante las mismas, los pacientes permanecieron postrados, con los ojos vendados , y con unos auriculares para poder escuchar música escogida previamente. “La habitación en la que se llevó a cabo la terapia estaba decorada con paredes enteladas y flores frescas para lograr así un ambiente confortable y agradable”, documentan los autores.

Una vez terminado el tratamiento, los pacientes evaluaron la experiencia, a nivel afectivo, cognitivo y psicológico con los investigadores. Asimismo y durante las dos semanas previas al experimento, como posteriormente a lo largo del tiempo de seguimiento (seis meses), los científicos realizaron pruebas destinadas a conocer su estado físico (frecuencia cardiaca, temperatura y tensión arterial) y psicológico (estado anímico, depresión, ansiedad o si sufrían alucinaciones).

“Las respuestas fisiológicas y psicológicas durante las sesiones fueron seguras. Además hemos observado que no existen efectos psicológicos adversos por este tratamiento. Todos los pacientes lo toleraron bien. Entre uno y tres meses después de la terapia los participantes mejoraron su estado de ansiedad y tan sólo dos semanas después también su estado anímico que fue en aumento a lo largo del medio año de seguimiento”, indican los investigadores.

“Ninguno de los pacientes tuvo un mal ‘viaje'”, aspotilla el director de la investigación.

Defiende, además, que los resultados del estudio, “constatan que el uso prudente y controlado de psilocibina puede proporcionar una modelo alternativo para el tratamiento de condiciones que con frecuencia tienen una mínima respuesta a las terapias convencionales como, la profunda ansiedad existencial y la desesperación que con frecuencia acompañan a los cánceres en estadios avanzados”.

Por este motivo espera “conseguir la financiación suficiente para llevar a cabo más estudios en pacientes con cáncer así como en enfermos psiquiátricos que no responden a los tratamientos convencionales, como es el caso de algunos casos de alcoholismo o drogadicción”.

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