Mientras el gobierno federal observa desde la barrera, los estados diseñan marcos legales para integrar psicodélicos como la psilocibina o el MDMA en terapias contra la depresión y el estrés postraumático

La revolución psicodélica ya no es una visión futurista: está ocurriendo ahora mismo, y Estados Unidos se ha convertido en un laboratorio de políticas públicas sin precedentes. Mientras Washington se muestra prudente, los estados toman la delantera. Colorado y Oregón encabezan una iniciativa que ya suma al menos a 22 estados explorando legislaciones para permitir el uso terapéutico de sustancias tradicionalmente prohibidas como la psilocibina, el MDMA o la ibogaína.

El nuevo epicentro del debate se situó en Denver, durante la segunda edición de la conferencia Psychedelic Science 2025, considerada ya la mayor del mundo en su ámbito. Allí, científicos, terapeutas, empresarios, legisladores y defensores de los psicodélicos debatieron durante cinco días cómo legalizar, regular y expandir el uso médico —y, en algunos casos, personal o espiritual— de estos compuestos.

La psilocibina debería ser libre para todo ser humano en el planeta”, proclamó el micólogo Paul Stamets ante una audiencia de más de 8.000 personas. Y no era un mensaje aislado.

La política se transforma… de abajo hacia arriba

En ausencia de liderazgo federal, los estados están marcando el rumbo. Oregón fue el primero en crear un marco legal para sesiones terapéuticas con hongos alucinógenos. Colorado siguió el mismo camino con la Proposición 122, aprobada en 2022, y ha impulsado no solo la legalización terapéutica, sino también el uso personal despenalizado y la posibilidad de cultivo doméstico.

Texas, un estado poco conocido por su flexibilidad en estos temas, ha sorprendido al mundo. El exgobernador republicano Rick Perry —sí, el mismo que fue secretario de Energía en la administración Trump— se ha convertido en un ferviente defensor de la ibogaína para tratar la adicción y el estrés postraumático en veteranos de guerra. «Mi reputación no vale más que sus vidas», dijo Perry ante una ovación cerrada.

Utah, por su parte, aprobó por unanimidad una ley que autoriza el uso hospitalario de psilocibina y MDMA con fines investigativos. Otros 22 estados están ya en fases preliminares de propuestas similares.

Estados como campo de pruebas

Estos programas estatales son claves para informar la futura política federal”, afirmó Ismail Lourido Ali, codirector de MAPS (Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies). La organización ha sido pionera en promover la investigación sobre los usos terapéuticos de los psicodélicos, y ahora coordina esfuerzos para armonizar legislaciones entre jurisdicciones.

El paralelismo con la legalización del cannabis es evidente, pero también se está buscando evitar algunos errores. “Estamos aprendiendo haciendo”, dijo Jared Moffat, de la organización New Approach, que ha financiado campañas legislativas en varios estados.

Una de esas lecciones es la necesidad de integrar legalización terapéutica con despenalización, permitiendo tanto el acceso clínico como el uso personal responsable. En Colorado, esta dualidad se compara con el debate sobre la leche cruda: quien busca seguridad, tiene leche pasteurizada; quien quiere lo natural, puede acceder a lo crudo, pero con información y responsabilidad.

Psicodélicos en contexto: medicina, espiritualidad y elección personal

Allison Hoots, abogada especializada en uso religioso de plantas sagradas, defendió un enfoque equilibrado: “Algunos legisladores se asustan con estas sustancias. Hay que mostrar que se puede garantizar la seguridad sin quitar libertad de elección.”

La clave, según los expertos, está en informar. Legislaciones como la que se propone en Nueva York permitirían el uso legal de psilocibina tras completar un curso educativo breve, lo que refuerza la autonomía del individuo sin renunciar a la prevención de riesgos.

Heidi Pendergast, directora del Healing Advocacy Fund en Oregón, subrayó que la transición de la teoría a la práctica “va a requerir ajustes constantes”. Colorado ya ha aprobado tres reformas a su ley original para adaptar el sistema a la realidad.

Una de las más simbólicas fue el perdón masivo de condenas por posesión de psilocibina firmado por el gobernador Jared Polis durante la apertura del congreso en Denver, una medida celebrada como acto de justicia reparadora.

El futuro depende de los datos

La presión para recabar evidencia sólida crece. La psilocibina, el MDMA y la ibogaína siguen siendo drogas de tipo I a nivel federal, lo que dificulta su estudio. Pero las experiencias clínicas están comenzando a generar un corpus de resultados que podría cambiar ese estatus.

“El futuro está en combinar cuatro pilares: acceso médico aprobado por la FDA, regulación estatal, despenalización y respeto a las prácticas espirituales”, sintetizó Ali de MAPS. “Solo así construiremos un marco realista, seguro y humano.”

Y en ese futuro, los estados no solo están participando: lo están diseñando.



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Acerca del autor

The Swami

Amante del cannabis y especializado en el mundo de las sustancias psicoactivas. Escritor y psiconauta.