Para aquellos que no disponen de un espacio amplio para cultivar pero quieren saciar sus necesidades de autoconsumo existen alternativas muy económicas y accesibles para cualquier cultivador iniciado.

Por José Vargas

Lo primero es fundamentar los más básicos y esenciales consejos a la hora de planificar un cultivo de estas dimensiones. Yo me referiré, concretamente, a un armario de 60x60x140 cm por ser el concreto caso práctico que pusimos en marcha durante varios cultivos, sin embargo, estas sugerencias podrían ser extrapoladas a otras dimensiones similares.

El armario puede ser directamente comprado o, si queremos ajustar nuestro presupuesto o dimensiones exactas al lugar en cuestión, dedicar unas horas al bricolaje.

La ventilación es un factor esencial en estas pequeñas circunstancias de cultivo. No debe usarse un extractor de menos de 300 m3/h dado que solo un extractor de estas características, u otro superior, permite estabilizar la temperatura dentro de un armario tan pequeño, algo que para nosotros es fundamental. Este factor también podría solventarse con un “CoolTube” algo muy apropiado para poder acercar la lámpara de alta presión de sodio a las plantas con el consecuente aumento de recepción lumínica y mayor margen de movimiento en los 140 cm de altura de los que disponemos.

Añadiremos a nuestro equipo uno o dos pequeños ventiladores y un intractor de unos 100 m3/h.

En lo relacionado con la iluminación, sería altamente recomendable usar una lámpara de 105 a 150 watios de fluorescente para el crecimiento y una de 250 watios de alta presión de sodio para la floración (o para todo el proceso, si decidimos prescindir del fluorescente). Existen diversas y ramificadas teorías al respecto de la efectividad de estas formas, pero la realidad contrastada es ahora lo que pesa, y 250 watios para 0,36 m2 son suficientes.

Puede que haya personas que te digan que no merece la pena, que la cantidad de lúmenes y el espacio no son adecuados para tener una producción aceptable. Es obvio que si afrontamos un cultivo con 400 o 600 watios, con 4 m2 de superficie y 60 cm más de altura, obtendremos una cosecha proporcionalmente más abundante, con una floración óptima y unos cogollos más grandes, compactos y resinosos, puesto que la planta se formará en condiciones mucho más favorables. Para contestarles debemos regresar al contexto del que partimos, existen momentos o circunstancias vitales que pueden llevarnos a tener que cultivar en circunstancias adversas, al menos durante un tiempo, y este método conlleva una producción y una calidad más que aceptable para un consumidor medianamente exigente con un consumo eléctrico y una necesidad de espacio muy ajustados.

Continuando con las necesidades lumínicas, la principal función del fluorescente, con contrastados y muy positivos resultados en el crecimiento, es poder acercar mucho la bombilla a las plantas, evitando el espigamiento y provocando un crecimiento lento y fuerte. Esto es importantísimo dada la altura a la que debemos adaptarnos y lo pequeñas y bien formadas que necesitemos a nuestras plantas antes de ponerlas a florecer.

Existe otra posibilidad, mucho más viable, de cultivar en estas circunstancias partiendo de esquejes, sin embargo, aquí explicaremos el procedimiento partiendo de semillas y posibilitando así, cierta variedad en nuestro cultivo.

La semilla es otro pilar fundamental en un cultivo de estas características. Una y otra vez nos hemos encontrado en la encrucijada de elegir la semilla que pronto será nuestra preocupación constante durante largas semanas de cuidados, y nos hemos encontrado tantas veces ante esta encrucijada como personas nos han resuelto el problema afirmando que cualquier semilla eminentemente índica, sativa o híbrido igualitario de ambas, con un periodo de floración medio, se puede adaptar a nuestro cultivo de interior, sean cuales sean las dimensiones.

Esta es una afirmación, a mi parecer, errónea. Digamos que eliges una variedad de marihuana X. Se trata de una variedad eminentemente índica, cara y muy premiada, que proviene de un banco de renombre que recibe exageradas alabanzas. Adquieres 3 semillas de X y de ellas salen dos plantas con aspecto índico y una con aspecto de sativa. Efectivamente, es difícil determinar que el algo sativo de una planta eminentemente índica no se apodere del fenotipo, sin embargo, en la mayoría de los casos esa “eminencia” puede proporcionar un cultivo sano, adecuado a nuestras preferencias y productivo.

Por lo tanto las plantas sativas, mayoritariamente sativas o sativas e índicas a partes iguales debieran ser descartadas para facilitar la labor de cultivo. Esto no quiere decir que no pudiera llevarse a cabo con plantas sativas, es más, con paciencia y diferentes técnicas de horticultura y atado, podríamos obtener mayores cantidades que con las índicas en el mismo espacio. Sin embargo nos conviene que la planta florezca rápido y que su periodo de crecimiento sea más corto, estancándose lo antes posible. Dada la infinidad de posibilidades actuales, el decantarse por un genotipo principalmente índico no conlleva limitaciones destacables, aunque puede que prevalezca cierta tendencia narcótica.

Existe también la más compleja posibilidad de hacer que coexistan ambos géneros, índico y sativo, cortando en su periodo óptimo las de floración temprana para dejar que terminen de formarse las más sativas con mucho más espacio.

En nuestro primer cultivo decidimos plantar solo cuatro plantas y, dada nuestra inexistente experiencia en este espacio, fue el más complejo pero también uno de los más productivos. Las semillas elegidas fueron Wembley de Pyramid Seeds, Cheese e Idustrial Plant de Dinafem y Lemon Skunk de GreenHouse.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.