Reflexiones sobre los efectos de la legalización de las drogas en varios países.
En el marco de los Diálogos por la Seguridad a los que convocó el presidente Calderón, un número muy alto de analistas ha escrito a favor de la legalización de las drogas en México. Su opinión contrasta con la de la mayoría de la población -80 por ciento, de acuerdo con una encuesta de Consulta Mitofsky-, que rechaza la legalización de las drogas en México. ¿Qué nos enseñan al respecto las experiencias de otros países?
Holanda, el caso más conocido, legalizó desde fines de los 70 el consumo de las llamadas drogas blandas, esencialmente la mariguana y el hashish. Separó tajantemente las blandas de las duras y permitió la venta y el consumo de las blandas. Con respecto de las duras, por el contrario, prohibió su venta, pero mantuvo una política de reducción del daño que, por ejemplo, les permite a los consumidores de cocaína o éxtasis acudir a laboratorios oficiales para analizar ahí la droga que les han vendido (lo cual a su vez le facilita al Estado monitorear el mercado ilegal de drogas en Holanda). El enfoque del gobierno no consiste, así, nada más en prevenir el consumo de drogas, sino en reducir el riesgo que ese consumo implica -un consumo, por lo demás, que no aumentó con la legalización respecto a otros países. Pero Holanda no permite la producción, distribución y comercialización de drogas.
Portugal, por su lado, legalizó en 2001 el consumo de todas las drogas, las blandas y las duras. La derecha no pudo frenar una reforma que pasó con el apoyo de la izquierda. El consumo de estupefacientes dejó de ser un delito: pasó a ser una enfermedad, por lo que el castigo fue sustituido por el tratamiento para los toxicodependientes. Resultaron falsas las profecías de la derecha en Portugal, similares a las de la derecha en México, que con la legalización el país sería, fatalmente, un centro de atracción para los drogadictos de Europa. Todas las estadísticas afirman que no ha provocado una explosión en el consumo de drogas, entre otras razones porque el gobierno establece, mediante una tabla de referencia, el límite entre consumo y tráfico, basada en una regla que prohíbe la posesión de cantidades que sobrepasen la dosis para un máximo de 10 días de uso privado. El narcotráfico es un delito muy grave. Portugal no permite la producción, distribución y comercialización de drogas.
Estados Unidos es un caso diferente. En 14 estados, además de Washington DC, es ya legal el uso terapéutico de la mariguana. Pero California -el primero que la legalizó, en 1996- ha dado un paso más. El municipio de Oakland permitió hace poco el cultivo y la venta de mariguana a escala industrial. Y el gobierno de California someterá a referendo a la población del estado, en noviembre, la llamada Propuesta 19, que permite a mayores de 21 años poseer, cultivar y transportar mariguana para uso personal, y autoriza al gobierno regular y cobrar impuestos a la producción y la venta de mariguana, pero al mismo tiempo prohíbe la posesión de ésta en las escuelas, su uso en público y su venta a menores de edad en California. Según una encuesta de Public Policy Polling, difundida en julio, 52 por ciento de la población está a favor, 36 por ciento en contra y hay 12 por ciento de indecisos. Con la Propuesta 19, California haría lo que no hicieron Holanda ni Portugal: permitir la producción, distribución y comercialización de al menos una droga, la mariguana. Por eso es tan importante el resultado de ese referendo para México. El gobierno de Calderón no tendría justificación para reprimir -a un costo muy alto, con el sacrificio de miles de vidas- el tráfico de una sustancia ya legal en California. Y no cualquier sustancia: alrededor de dos terceras partes de los ingresos de los cárteles de la droga en México provienen de la venta de mariguana en Estados Unidos.