Por varios siglos en Europa la práctica de usar momias como una droga milagrosa estuvo ampliamente difundida; trazos de una psicodinámica en el consumo de cuerpos momificados.

Hace un par de siglos un hombre podía llegar a su «dulce boticario», como Shakespeare llamaba a los dealers, y pedir un poco de momia para consumirla en casa y obtener múltiples beneficios. Mind Hacks nos comparte un artículo del Proceedings of the Royal Society of Medicine que documenta el uso de momia como una droga del siglo 12 al siglo 18, al menos.

El gran Avicena lista entre los beneficios de consumir momia remedios para: erupciones, fracturas, parálisis, infecciones de garganta, de los pulmones, del corazón, debilidad del estomaco, trastornos del higado, y como antidoto para venenos. Añade que la momia generalmente se mezcla con un vehículo conveniente como el vino, la mantequilla o el aceite. También se ha documentado que se mezclaba con mirra  y con menta.

Originalmente se creía que las momias egipcias eran preparadas con betún, y de esta sustancia se creía se obtenían grandes beneficios. Sin embargo, esto es erróneo ya que las momias no eran prepardas con betún. La palabra momia luego dejo de ser asociada con el betún y los beneficios se transfirieron a todo tipo de piel.

La dificultad de encontrar momias, pues ciertamente no puede conseguir una momia egpicia de miles de años en tu tienda más cercana, creó una industria espuria, similar al mercado de las drogas actualmente donde se reemplaza el MDMA del éxtasis con anfetaminas u otras sustancia. En el texto del Proceedings of the Royal Society of Medicine se escribe que un judío de Alejandría utilizaba cadáveres de esclavos y los llenaba de betún, luego secaba los cuerpo al sol y vendía dosis de «momia» en el mercado negro.

El escritor inglés Sir Thomas Browne escribe: «Las momias han sido mercantilizadas, misraim cura heridos, y los faraones son bálsamos» (Misraim es el nombre hebreo de Egipto). Sin duda ingerir momia de faraón, y posiblemente cerebro de momia, tendría mayor valor en eel mercado y psoiblemente efectos más poderosos.

Esperemos que los jóvenes hiper-psicoactivos no busquen entrar a su múseo más cercano para fumar un poco de momia. Por otra parte el padre de la química, el alquimista suizo Paracelso, podría haber ingerido una substancia derivada del hombre. Según su discipulo Oswald Crollius, la referencia en los escritos de Paracelso a «Mumia patibuli» es a la carne de un hombre que murió de forma violenta -en el patíbulo- y que se ha preservado en el Aire. El médico del siglo XVI William Bulleyn recomienda que los restos del «Mumia patibuli» sean molidos, mezclados con agua e inhalados con una especie de jeringa para evitar la enfermedad. El médico John Hartman habla también de que el cerebro de un joven molido en un mortero y mezclado con partes de su esqueleto es una efectiva medicina. El alquimista Robert Boyle escribió sobre los beneficios de los remedios hechos con polvo de huesos humanos. Todo esto podría relacionarse, aunque algo alargadamente, con el hecho de que el cerebro humano produce naturalemente la sustancia psicodélica análoga a la serotonina, el DMT. Se ha encontrado que los esquizofrénicos producen una mayor cantidad de DMT, lo cual podría valer una hipótesis  relacionada con el «Mumia patibuli» de Paracelso. Quizás el gran alqumista suizo encontró una forma de obtener el DMT del cuerpo humano.

Tal vez de alguna forma, si las momias eran utilizadas como vehículo para permitir el vuelo del fénix, el alma al sol, quizás a través de un magia simpática, una transubstanciación o con la imaginación, ingerir momias puede regalar al psiconauta una rebanada de visión de ultramundo, la región astral detrás del velo de Isis.

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