La marihuana disminuye los efectos secundarios de tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia, y mejora los síntomas derivados de la epilepsia, el autismo y la diabetes, asegura la mayor empresa de producción de cannabis en Israel, donde se regula su uso medicinal.
«Producir en Israel cuesta menos de dos dólares por gramo y no usamos las hojas que sobran de la flor para aprovechar esos restos de tetrahidrocannabinol (THC), su principal compuesto. En otros países la producción no se acompaña de investigación como aquí», explica Tamir Gedo, director ejecutivo de Breath of Life Pharma (BOL) dedicada desde 2008 a la producción de cannabis medicinal.
El complejo, situado en Revadin, al sur de Tel Aviv, se extiende por 6.000 metros cuadrados que se distribuyen en distintas naves destinadas a su producción, para laboratorios y oficinas, y que la convierten en la mayor de Israel, según sus propietarios.
Desde hace 50 años, Israel trata de convertirse en el epicentro del uso medicinal del cannabis, con investigación y pruebas en pacientes de diabetes y autismo a través de la Agencia de Cannabis del Gobierno.
«Sabemos que realmente puede ayudar a los pacientes y estos lo dicen, por eso nuestro Gobierno entendió que había que hacer algo y creó la Agencia, y en diciembre de 2012 estableció la primera regulación», explica Yuval Landschaft, director de la Unidad de Cannabis medicinal del Ministerio de Salud israelí.
La resolución más importante en este sentido fue la dispuesta en 2016 que incluye el cannabis en el tratamiento de enfermedades, «medicalización», y lo excluye de términos como «legalización» o «despenalización», añade Landschaft.
«Nos gustaría enseñar la gran ventaja y la seguridad del uso del cannabis en pacientes con dolores severos que no tienen forma de evitarlos», asegura a Efe el profesor Itamar Raz, jefe del Consejo Nacional de Diabetes de Israel y director de la unidad de diabetes en el Centro Médico Universitario Hadassah.
«Es uno de los mayores antiinflamatorios con gran influencia en el desarrollo de enfermedades derivadas de la inflamación, como las del corazón o el hígado», agrega.
Tal y como pudo comprobar Adi Aran, director de la Unidad Neuropediátrica del Centro Médico Shaare Zedek en Jerusalén, que defiende el uso terapéutico del cannabis también en menores, el autismo encuentra «alivio» en el consumo de esta sustancia.
Varios estudios demuestran sus beneficios en menores con epilepsia, un síntoma «que afecta al 30 por ciento de los niños autistas», asegura Aran. Setenta de sus pacientes menores diagnosticados con autismo obtuvieron buenos resultados tras el uso de cannabis.
De 2.041 respuestas recibidas sobre el consumo de marihuana con fines médicos, el 95,5 por ciento afirma notar una mejora, según un estudio de Tikun Olam, que trabaja desde 2007 en este campo de la medicina.
Después de su uso, 1.342 pacientes dijeron dormir mejor, 1.122 se sintieron más felices, 1.012 pacientes tenían más apetito, 342 sufrieron menos náuseas y 345 mejoraron su digestión.
Otro estudio, dirigido por el Israeli Medical Cannabis, una compañía de cultivo autorizada por el Ministerio de Salud, y el centro médico rabínico de la Universidad de Tel Aviv, concluyó que las pruebas realizadas en 22 pacientes mayores de 66 años, a los que se les había diagnosticado párkison, experimentaron una disminución importante de los síntomas, sobre todo de los temblores, la rigidez y la discinesia.
Sobre si quieren hacer de este negocio algo internacional, BOL desvela que «hay muchos países interesados» en su método de investigación, tal y como reconoce el representante de la agencia del ministerio de Salud, sin dar más detalles.
Hasta ahora, han producido seis toneladas de marihuana tratadas para usos específicos y su compuesto principal de THC, que se elabora de seis maneras distintas: cápsulas, gotas, pastillas, inhaladores, parches y pomada, una producción que para el 2018 esperan que alcance las 80 toneladas.
BOL prevé que la aprobación a la petición de exportar pueda frenarse por las agencias de seguridad, que temen que surjan actividades ilegales en torno a su producción, o que estas no sigan el procedimiento médico adecuado, afirma el representante de Sanidad, Landschaft, que a pesar de todo, no duda en que sus productos estarán pronto en el mercado exterior.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.