Recientemente, Sanidad ha autorizado la comercialización del único fármaco derivado de la droga ilegal más consumida para tratar a pacientes con esclerosis.
Kiko tiene 37 años y desde hace más de diez padece fibromialgia y fatiga crónica, dos patologías hermanas que le provocan fuertes dolores e incapacitan para desarrollar una vida normal. Nacido en Barcelona y padre de dos hijos de corta edad, cuando conoció este diagnóstico no dudó en recurrir a las propiedades terapéuticas de la marihuana para aliviar sus molestias. El resultado no pudo ser más favorable. «Me di cuenta de que mejoraba mucho de los dolores; cuando me daba un brote, fumaba y conseguía ser persona», rememora Kiko. Conseguía y consigue, porque esta hierba de reconocidos efectos paliativos sigue siendo una década después la «única» medicina eficaz para contrarrestar su cuadro clínico. No obstante, el limbo legal en el que permanece el consumo de marihuana con estos fines empuja a miles de enfermos como él y a otros tantos afectados por cáncer, sida, esclerosis múltiple o glaucoma, patologías cuyos síntomas adversos también ayuda a mitigar, a recurrir en la mayoría de las ocasiones al mercado negro.
El debate en torno al empleo de la droga ilegal más consumida en el mundo con fines terapéuticos no es nuevo, aunque en los últimos meses ha vuelto a situarse en el centro del debate. El motivo, la decisión del Ministerio de Sanidad de autorizar la comercialización del Sativex, un medicamento derivado del cannabis, para el tratamiento de la espasticidad en enfermos de esclerosis. La noticia saltó el pasado 28 de julio. Desarrollado por GW Pharmaceutical e importado de Canadá -único país en el que hasta ahora era legal-, es el único extracto del cannabis que se vende como fármaco. El medicamento contiene un nebulizador y se aplica, a modo de spray, debajo de la lengua. Cada pulsación administra una dosis superior a los cinco miligramos de cannabidiol (CBD) y tetrahidrocannabinol (THC), los dos principales cannabinoides activos.
El empleo de Sativex no es inédito en el Estado. De hecho, su uso compasivo está permitido desde hace más de cinco años en Cataluña, donde a instancias del Parlament se iniciaron un tiempo después varios ensayos clínicos con pacientes para demostrar su eficacia. Se estudiaron más de 200 casos de enfermos con VIH, cáncer o esclerosis a los que ninguna terapia anterior les había reportado beneficios y más del 60% reconoció haber experimentado algún tipo de mejoría. En algunos casos, por mitigar los síntomas de su enfermedad; en otros, por hacerlo con los efectos secundarios de otros tratamientos, como las náuseas provocadas por la quimioterapia. La medicina, de forma más general, ha recurrido al cannabis desde el siglo XIX como antiemético, analgésico o anticonvulsivo, aunque también hay constancia de que se empleaba para tratar el reúma, la gripe o la malaria alrededor del año 2700 antes de Cristo, en Asia Antigua.
El paso dado por el Gobierno central con esta iniciativa no convence, pese a todo, a asociaciones como la gasteiztarra Amigos de María, un colectivo que trabaja desde hace más de una década en favor de la normalización del uso, la tenencia y el cultivo del cannabis. Tanto para uso lúdico como compasivo. Paco Mascaraque, portavoz de la agrupación, considera que la legalización del Sativex «es un paso tan pequeño que casi no puede considerarse como un paso».
Varias razones avalan su tesis. Aunque se hayan comprobado las bondades del fármaco para paliar los efectos de varias enfermedades, Sanidad únicamente lo ha autorizado para tratar la esclerosis múltiple «y siempre que ya no quede otra solución», al estilo de lo que hasta ahora ha sucedido en Cataluña.
El alto coste de producción de este medicamento también siembra de dudas a Mascaraque. Según sus cálculos, y teniendo en cuenta que el coste de cada bote de Sativex superará los 100 euros, «cultivar la marihuana puede llegar a ser hasta 50 veces más barato» que adquirir el fármaco, lo que a su juicio supone «un negocio redondo para la industria farmacéutica». A juicio de Mascaraque, la Administración se ha valido de una «excusa que no se cree nadie» al primar el medicamento y no favorecer el autocultivo de la planta. «Dicen que el Sativex no tiene principio activos, pero no es cierto. Los enfermos que lo consumen en el fondo sí se están colocando, aunque su psicoactividad sea baja», remarca el portavoz de Amigos de María.
El testimonio de muchos enfermos que han encontrado en la marihuana al uso su tabla de salvación también cuestiona la efectividad del Sativex, pese a lo que digan los ensayos llevados a cabo en Cataluña. Kiko, que conoce esta realidad de cerca, se muestra contundente en este sentido. «No me aporta absolutamente nada; probar esto, que no deja de ser un fármaco, no me ha dado ninguna solución si comparo sus beneficios con los de la marihuana». Al hilo de esta cuestión, Kiko recuerda que cuando fue diagnosticado de sus patologías el médico le recetó un antidepresivo. «¿Por qué las autoridades no permiten que se regularice la situación de la marihuana paliativa? No pueden compararnos con unos niños que van a fumar al parque. Si puedo cultivarla, no tengo por qué acudir al mercado negro o recurrir a medicamentos», lamenta con resignación.
La legislación estatal prohíbe tanto la venta como el consumo y la posesión de cannabis en lugares públicos, no así la transacción de semillas. El Código Penal, con todo, no realiza distinciones entre el uso lúdico y el terapéutico del cannabis, lo que ha generado alguna situación insólita en los tribunales del Estado. Por ejemplo, en 1999, un ciudadano austriaco enfermo de cáncer fue absuelto por un juzgado de lo penal de Barcelona pese a haber sido detenido en el aeropuerto del Prat con dos kilos de hachís. El hombre, acusado en un principio de tráfico de estupefacientes, alegó que tomaba la droga con fines terapéuticos. En 2006, un magistrado de Alicante también absolvió a un psicoterapeuta a quien descubrieron con 258 plantas de marihuana después de probar que las utilizó para una investigación con fines médicos. La asociación vizcaína Pannagh, uno de los más de 50 clubs de consumo controlado dispersos por el Estado, también había sido exculpada un año antes después de que tres de sus miembros fuesen detenidos con 150 kilos de marihuana.
«persecución» A pesar de que la justicia se ha mostrado flexible a la hora de aplicar la ley en casos como éstos, la «persecución» de colectivos que suministran marihuana a personas enfermas a través de bancos medicinales, muchos de ellos de forma totalmente gratuita, sigue a la orden del día. Hace dos semanas, el presidente de Representación Cannábica Navarra (RCN-NOK) y uno de sus afiliados fueron imputados por la Guardia Civil de un delito contra la salud pública, después de desmantelar un cultivo de 81 plantas de marihuana para consumo terapéutico. El pasado lunes 6, la plantación fue arrancada completamente y RCN-NOK anunció que dejaría de aportar marihuana gratuita a los enfermos que acuden a sus instalaciones «enviados por los médicos» del Sistema Navarro de Salud. «Por falta de madurez, valentía y nula visión de la realidad, abocan a los enfermos al mercado ilegal», denuncia el colectivo.
Amigos de María inauguró en Gasteiz un banco de marihuana terapéutica en octubre de 2006 que todavía sigue realizando una labor «vital». En este caso, el colectivo pone en contacto a los pacientes con los cultivadores y estos últimos donan la hierba gratuitamente. «Raro es el día en que no viene un paciente oncológico desde el hospital, con la recomendación del médico», asegura Mascaraque. Tanto el portavoz de Amigos de María como Kiko abogan, no obstante, por promover el autocultivo para que cualquier persona que lo desee «consuma sus propias plantas». Mascaraque va más allá y cree que impulsar el Sativex «no deja de ser un recorte de derechos, porque empuja a los pacientes a acudir a las farmacéuticas». Como término medio, exige que asociaciones como la gasteiztarra «puedan cultivar y ofrecer marihuana a los enfermos que lo necesiten sin problemas legales».
Al comienzo de la presente legislatura, la consejera socialista de Asuntos Sociales, Gemma Zabaleta, anunció que el estudio del uso terapéutico de la marihuana para tratar a determinados enfermos iba a convertirse en una de las líneas de trabajo de su departamento, aunque un año después de esta declaración de intenciones el camino por recorrer en este campo parece todavía bastante largo. Fuentes de la consejería apuntaron anteayer a este periódico que «no hay ninguna novedad» sobre este asunto, que pese a todo sigue constituyendo «una inquietud» para el Ejecutivo autonómico. «Trabajamos en ello, pero nuestro principal frente de batalla actualmente es el tabaco», señalaron los mismos medios. A lo largo del próximo noviembre, se celebrarán dos encuentros en Bilbao a los que acudirán varios expertos internacionales en la materia y que servirán al Gobierno para «escuchar» y, quizá, «seguir en el futuro algunas de las pautas que dibujen».