En éste artículo abordaremos el término “SPEED”, que por un lado es un tanto ambiguo puesto que puede relacionarse con un alto número de sustancias anfetamínicas pero, por otro, parece también haberse unido más estrechamente con una de ellas en concreto, la metanfetamina.
por: Juan Crespo Aria
Origen
Edelano sintetizó por primera vez las anfetaminas en 1887.En 1920 Gordon Alles descubrió que el compuesto original de Edelano, sulfato de anfetamina y su dextroisómero, aún más activo, el sulfato dextroanfetamínico, poseían la capacidad de estimular el sistema nervioso central. En 1931 comenzaron a estudiarla en laboratorios farmacéuticos de los Estados Unidos y después, Smith Kline & French, la empresa farmacéutica que adquirió las patentes de Alles, la introdujo en la práctica médica bajo el nombre comercial de Benzedrina®. Posteriormente salió al mercado su isómero más activo, la dextroanfetamina comercializada como Dexedrina®. Después de su inclusión en las listas de sustancias controladas, ambos tipos de anfetamina aparecieron en el mercado negro norteamericano bajo apelativos relacionados con sus efectos subjetivos tales como speed (velocidad) y uppers (activadores). La metanfetamina se desarrolló a raíz de la anfetamina y fue usada originalmente en descongestionantes nasales e inhaladores bronquiales.
Descripción
La metanfetamina es un estimulante sintético (fabricado por el hombre), poderosamente adictivo que afecta altamente el sistema nervioso. Se abusa de esta droga porque produce efectos de euforia, a veces descritos como sensación de bienestar. Es un polvo blanco, cristalino, sin olor y con sabor amargo que se disuelve fácilmente en agua o alcohol. Como la anfetamina, la droga incrementa la actividad, disminuye el apetito y produce una sensación general de bienestar. La metanfetamina es corrientemente conocida como «speed», «meth», «chalk», “ice”, “crystal”, «crank” y «glass”. En la literatura especializada se le denomina MA.
Efectos
Produce un intenso placer debido a que libera un neurotransmisor de recompensa, la dopamina. Con el uso crónico la droga sobreestimula la dopamina y otro neurotransmisor, la serotonina, que estarán permanentemente comprometidos. Estimula la agresividad. La acción que tiene en el sistema nervioso central, aún de pequeñas cantidades, incluye prolongación del estado de vigilia, mayor actividad física, reducción del apetito, aumento de la frecuencia respiratoria, hipertermia y euforia. Otros efectos en ese mismo sistema incluyen irritabilidad, insomnio, confusión, temblores, convulsiones, ansiedad, paranoia y agresividad. La hipertermia y las convulsiones pueden causar la muerte. Además, la metanfetamina aumenta la frecuencia cardiaca y la tensión arterial y puede causar lesión irreversible de los vasos sanguíneos cerebrales, por lo que produce derrames cerebrales. Otros de sus efectos incluyen problemas respiratorios, irregularidad de los latidos del corazón y anorexia extrema. Puede causar ataques cardiacos y muerte por sobredosis, también puede provocar psicosis.
Existen estudios que proporcionan pruebas claras de que la metanfetamina, en los niveles de dosis que ingieren los que de ella abusan, lleva a una reducción de transmisores de dopamina a largo plazo. Se vio un metabolismo cerebral un 14 por ciento más alto entre usuarios de metanfetamina, con una acentuación de la actividad en la corteza parietal, la región que regula la sensación y coordina la información sobre relaciones espaciales. El metabolismo incrementado es similar a la respuesta de inflamación del cerebro. Estos resultados muestran que ésta es una droga tóxica.
Mecanismo de acción y formas de empleo
La metanfetamina se puede inyectar, fumar, aspirar, o ingerir oralmente. Cuando se inyecta o se fuma, la droga produce un efecto estimulante inmediato e intenso. La sensación de euforia que resulta de aspirar o ingerir la droga no es tan intensa y requiere más tiempo para que surta efecto, de 3 a 5 minutos si se aspira, y de 15 a 20 minutos si se ingiere por vía oral.
Esta droga se absorbe bien a través del tracto gastrointestinal y se distribuye rápidamente por todos los tejidos y líquidos orgánicos alcanzando altas concentraciones en el cerebro y el líquido cefalorraquídeo. Al ser una amina simpaticomimética actúa como agonista en los receptores de adrenalina y noradrenalina inhibiendo su recaptación y provocando un efecto prolongado de estimulación en el SNC. Afecta el hipotálamo, sitio donde se localizan los centros reguladores del hambre y la saciedad ocasionando falta de apetito y se cree que interactúa también con los transportadores responsables de la captación de dopamina y serotonina.
Usos terapéuticos
En 1936 la anfetamina se ofrecía para mantener despiertos a pacientes tratados con sedantes, más adelante se recomienda contra el catarro y congestiones nasales, contra el mareo y contra la depresión. En la actualidad se utiliza bajo control médico para tratar los casos de narcolepsia (ataques intermitentes de sueño profundo), daño cerebral mínimo en los niños, depresión mental y obesidad patológica.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Sus efectos subjetivos son parecidos a los de la cocaína aunque muchos conocedores señalan que son más perceptibles e intensos. En general, se sabe que las anfetaminas aumentan el estado de alerta y la iniciativa, hay falta de sueño, disminuye la sensación de fatiga, mejora el ánimo, la confianza y la habilidad para concentrarse. Suele haber euforia y verborrea. También se incrementa la capacidad física en dosis bajas o medias; las altas pueden provocar efectos opuestos, depresión mental y fatiga. A partir de pruebas psicométricas se ha demostrado que dosis bajas de anfetamina aumentan el coeficiente de inteligencia en una proporción media de ocho puntos.
A nivel físico, las dosis bajas provocan aumento en la actividad espontánea, intranquilidad, agitación, estimulación del centro respiratorio, sequedad bucal, sabor metálico, pérdida de apetito, aceleración del ritmo cardiaco, elevación de la presión sanguínea y dilatación de pupilas. Dosis altas pueden producir náuseas, sudoración, dolores de cabeza y visión borrosa. Aceleran y desincronizan el electroencefalograma. El uso prolongado de anfetamina puede ocasionar anorexia, desnutrición, problemas cardiacos y pulmonares, así como serios problemas renales y hepáticos. También se le atribuye la llamada psicosis anfetamínica que conduce a la comisión de actos irracionales y de violencia repentina acompañados de paranoia y delirios.
Efectos secundarios
Hablar apresuradamente, movimientos exagerados, pupilas dilatadas, agresividad, convulsiones, insomnio, alucinaciones, aumento de palpitación cardiaca, dolor de pecho, irritabilidad, paranoia, aumento en la respiración, mareos, pérdida del apetito, visión borrosa, sequedad bucal, ansiedad, aumento de la presión arterial, palidez, pérdida de coordinación y dolor de cabeza.
Potencial de dependencia
La tolerancia es muy alta y se desarrolla con excepcional rapidez. Habiendo iniciado con dosis terapéuticas de 10 a 30 mg., después de tres o cuatro semanas los usuarios regulares pueden necesitar hasta 500 mg. para experimentar los mismos efectos; cantidad que afecta gravemente a personas sin hábito. Aunque no causa dependencia física en sentido estricto, el potencial de dependencia psicológica es bastante alto. El síndrome de abstinencia puede durar algunas semanas. Se manifiesta por ansiedad, fatiga, alteraciones de sueño, irritabilidad, hambre intensa y depresión severa, síntomas que pueden durar hasta un mes.
Toxicidad
La metanfetamina causa un evidente daño en el cerebro, que se muestra incluso tiempo después de que el consumo haya cesado. La metanfetamina puede ser sustancialmente tóxica para las células del cerebro humano, porque altera la química cerebral a largo plazo. Se ha comprobado, según sostienen los investigadores, que los consumidores de metanfetaminas ven reducido en un 5% el n-acetil-aspartato. Entre los trastornos cerebrales que han mostrado una coincidencia en la reducción de este metabolito están el mal de Alzheimer, epilepsia, esclerosis múltiple, tumor cerebral, apoplejía y algunos trastornos cerebrales asociados con el virus de inmunodeficiencia humana que provoca el sida.
Riesgos
El consumo prolongado puede desencadenar la aparición de alteraciones psicopatológicas de tipo psicótico que continúan en síndromes depresivos difíciles de diferenciar de la esquizofrenia (psicosis anfetamínica). La metanfetamina libera altos niveles del neurotransmisor dopamina que estimula las células cerebrales y mejora el estado de ánimo y los movimientos del cuerpo. También parece tener un efecto neurotóxico, ya que daña las células cerebrales que contienen dopamina y serotonina (otro neurotransmisor). Con el tiempo, la metanfetamina parece reducir los niveles de dopamina, lo que puede derivar en síntomas similares a los de la enfermedad de Parkinson, un trastorno grave del movimiento. Las neuronas que contienen dopamina y serotonina no se mueren después del uso de metanfetamina, pero sus terminaciones se acortan y parece que el proceso de volver a crecer es limitado.
En los animales una sola dosis alta de la droga ha revelado un gran daño en los terminales de los nervios en las regiones del cerebro que contienen dopamina. Se cree que el gran desprendimiento de dopamina producida por la metanfetamina contribuye a estos efectos tóxicos en los terminales de los nervios del cerebro. Dosis altas de la droga pueden elevar la temperatura del cuerpo a niveles peligrosos, a veces mortales, y también pueden causar convulsiones.
Los efectos de la metanfetamina pueden durar, dependiendo de las fuentes hasta 5 u 8 horas. Después de la sensación eufórica inicial, hay un estado de alta agitación en algunos individuos, que los puede conducir a que se comporten violentamente.
Además de ser adictos a la metanfetamina, los consumidores crónicos de la droga revelan síntomas que pueden incluir comportamiento violento, ansiedad, confusión, e insomnio. También pueden demostrar varias características psicóticas, incluyendo la paranoia, alucinaciones auditivas, ánimo alborotado y delirio (por ejemplo, la sensación de insectos caminando sobre la piel). Además, la paranoia puede provocar pensamientos de homicidio y/o de suicidio.
Síndrome de abstinencia
Caracterizado por la irritabilidad, cansancio, depresión, somnolencia y comportamientos desajustados muy variados. La depresión es el síntoma más frecuente y típico. Suelen ser frecuentes las conductas agresivas y violentas (compulsivas y estereotipadas), la hiperactividad, la amnesia, la confusión y las obsesiones. Un síndrome paranoide puede instaurarse al final de esta evolución.
Formas de adulteración
Adquiridas en establecimientos farmacéuticos se encuentran puras. En el mercado negro pueden estar adulteradas con efedrina, cafeína o fenilpropanolamina, acompañadas de talco, etc. En éste último caso la aplicación intravenosa sería muy peligrosa.
¿Qué hacer en caso de emergencia?
Los consumidores novatos tienen mayores posibilidades de presentar una intoxicación que se manifiesta por enrojecimiento facial, temblores, pérdida de la coordinación, confusión, irritabilidad, agresividad, alucinaciones, dolor torácico, hipotensión y arritmias cardiacas. En casos graves pueden sobrevenir convulsiones, coma y fallo respiratorio. Se recomienda administrar leche o carbón activado para demorar la absorción, provocar el vómito si la persona está consciente y administrar respiración artificial en caso de ser necesario. Aunque la sed sea intensa, se debe limitar la ingestión de agua debido al riesgo de edema pulmonar. Cualquier sospecha de sobredosis debe considerarse como urgencia médica ya que las alteraciones cardíacas pueden alcanzar niveles peligrosos. Los médicos tratan los efectos de la intoxicación con haloperidol o diacepam, en combinación con compresas de hielo para bajar la temperatura y otros medios para controlar las convulsiones.