Un grupo de origen albanés cultivaba la droga en zonas boscosas de difícil acceso en las que habían talado grandes superficies e instalaban campamentos de vigilancia

Agentes de la Policía Nacional han desarticulado un grupo de origen albanés dedicado al cultivo de marihuana y a la comisión de robos con fuerza en establecimientos en Aragón. En la operación se ha desmantelado la mayor plantación de marihuana localizada hasta la fecha en la comunidad aragonesa, localizada en una zona boscosa de difícil acceso, en los pinares de Agüero (Huesca) y Murillo de Gállego (Zaragoza). Seis personas han sido detenidas y los policías se han incautado de 16.000 plantas de marihuana, que arrojan un peso de 3.500 kilogramos.

La investigación se inició en abril, al detectarse una serie de robos cometidos en distintos bares y gasolineras de la provincia de Huesca en los que se había utilizado una técnica muy similar. Los autores, tras violentar los accesos del establecimiento, sustraían del interior la máquina de tabaco completa, que era transportada en una carretilla y forzada en algún camino o campo cercano.

En el marco de esta operación, denominada Copitos, se averiguó que los hechos delictivos eran cometidos por un grupo organizado de origen albanés, al que se le atribuye la autoría de diez robos cometidos en Huesca, Sariñena y Nueno. Además, los investigadores detectaron que estos individuos también podrían estar dedicándose al cultivo de grandes cantidades de marihuana en una zona boscosa de difícil acceso situada en las cercanías de Agüero.

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Las plantaciones estaban ocultas en zonas boscosas a las que se llegaba tras media hora en vehículos todoterreno y otra media hora a través de veredas abiertas en el bosque. El grupo desmantelado había talado grandes superficies de pinares aprovechando al máximo el terreno para cultivar la marihuana y había alterado los barrancos para poder almacenar agua, que después era conducida hasta las plantaciones con mangueras, movidas con bombas de agua alimentadas por generadores de energía eléctrica.

Los miembros de la organización eran destinados a las plantaciones por largos periodos de tiempo para mantenerlas continuamente vigiladas. Eran reclutados para hacerse cargo del cultivo, mantenimiento y recolección de las plantaciones. Para ello, habían levantado campamentos con todo lo necesario para permanecer largas estancias, proveyéndose de gran cantidad de víveres no perecederos e incluso fabricando su propio horno de piedra. De esta forma, aseguraban una vigilancia continua de las plantaciones, al haber instalado los refugios junto a las plantaciones que cuidaban. Esta custodia permanente y activa, unida al perfecto conocimiento del bosque en el que vivían, dificultó enormemente la investigación sobre el terreno.

Las características del terreno exigieron un dispositivo conformado por 70 agentes para poder desmantelar la plantación y trasladar las plantas incautadas hasta el único punto al que podían acceder los vehículos todoterreno.

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