El Consistorio recurre una sentencia del Tribunal Supremo que anula sus competencias

El Ayuntamiento de Barcelona dejó de tramitar licencias para la apertura de nuevos clubs de fumadores de cannabis. Al menos por ahora, de una manera provisional, desde hace poco tiempo…

Preguntadas sobre las vicisitudes de unos vecinos del barrio de Pedralbes que no quieren que un establecimiento de este tipo abra en los bajos de su finca, fuentes municipales respondieron que el Consistorio “está a la espera de una resolución judicial que determine cuáles son sus competencias en lo que se refiere a este tipo de clubes a raíz de una sentencia del Tribunal Supremo contra la normativa municipal que regulaba su apertura y que permitía, por ejemplo, que abrieran clubs como el de Pedralbes”.

Hay 280 clubs abiertos en la ciudad desde el 2011

Las fuentes no entran en detalles sobre esta suspensión, pero añaden que los servicios jurídicos del Ayuntamiento ya recurrieron la sentencia del Tribunal Supremo, una sentencia que data de noviembre, y que por ahora se ha abierto un paréntesis. “Y, hasta que no se resuelva este recurso, los últimos días el Consistorio no está otorgando nuevas licencias y, además, está intensificando las correspondientes inspecciones”. El Tribunal Supremo entiende que las competencias para autorizar la apertura de este tipo de establecimientos son estatales, y en ningún caso municipales. Esta interpretación viene a coincidir con la del Tribunal Constitucional, que años atrás declaró inconstitucionales normativas aprobadas en Catalunya y Navarra, y también parte de la del País Vasco, en torno al funcionamiento de las asociaciones de fumadores de cannabis.

Eric Asensio, secretario de la Federació d’Associacions Cannàbiques de Catalunya (CatFac), dice que ya a principios de año el Ayuntamiento de Barcelona comenzó a dificultar la tramitación de licencias para la apertura de nuevos clubes. “Hace pocos años otra sentencia tumbó el plan del Ayuntamiento de San Sebastián que regulaba la apertura de clubs en la ciudad. Era cuestión de tiempo que ocurriera lo mismo en Barcelona. En Catalunya unos 25 municipios elaboraron planes similares, y ya se está dando un efecto dominó. Muchos ayuntamientos están comunicando que sus licencias ya no tienen validez. A pesar de que este modelo que permite un acceso controlado al cannabis es estudiado en todo el mundo, las leyes que lo regulan son insuficientes, y todo queda en manos de los jueces”.

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Cuatro clubs sospechosos bajo lupa en Ciutat Vella

La pandemia también frenó la proliferación de clubs de fumadores de cannabis ilegales en Ciutat Vella, de aquellos que abren sin permiso y se saltan las normas que regulan estos establecimientos. Un paseo revela cómo en estos momentos la actividad de los captadores es muy inferior a la de un año y pico atrás. Hace más de un año que apenas se dejan ver aquellos personajes que se apostan en cualquier esquina y ofrecen a todos los transeúntes apuntarse al momento al club en cuestión y hacerse con la cantidad de marihuana que deseen sin tener que aguardar los preceptivos quince días. Este proceder siempre despertó una gran inquietud vecinal. A pesar de que los turistas siempre fueron su principal objetivo, los captadores nunca tuvieron problemas en acercarse a cualquier chaval de regreso del instituto. Pero el distrito de Ciutat Vella no está dispuesto a que la desescalada se traduzca en una nueva proliferación de estas actividades. Los técnicos están intensificando las inspecciones, la Guardia Urbana está investigando cuatro negocios sospechosos. Todo el mundo sabía que la tregua que trajo el virus concluiría antes o después. En los últimos tres años el distrito cerró hasta 67 clubs sin permiso: 33 en el Gòtic, 16 en el Raval, 15 en el Casc Àntic y tres en la Barceloneta. “En el mandato anterior priorizamos la lucha contra los ilegales porque generan grandes problemas de convivencia y malos usos del espacio público –dice el concejal responsable de Ciutat Vella, el común Jordi Rabassa–. En este mandato seguimos con la misma política. Aunque el confinamiento y la bajada del turismo cambiaron las dinámicas del distrito, no bajamos la guardia y seguimos trabajando para evitar la proliferación de este tipo de establecimientos.
Ahora, con el retorno de los turistas a la ciudad, queremos tener los deberes hechos e intentar evitar determinadas dinámicas que hemos visto en el pasado”.

El plan urbanístico del Ayuntamiento de Barcelona que establece dónde pueden abrirse estos establecimientos data del 2016. Pero, según detalla el secretario de la CatFac, los primeros clubs de fumadores de cannabis que se instalaron en la ciudad lo hicieron en los años 90. El fenómeno, sin embargo, apenas llamó la atención hasta el 2011. Desde entonces, y hasta este año, entraron en funcionamiento en Barcelona hasta 218 clubs. Lo que nadie sabe es cuántos de ellos cerraron. No hay ningún registro. En todo caso su crecimiento siempre fue muy regular, un crecimiento acompañado de tanto en tanto de problemas de convivencia. El año pasado, a pesar de la pandemia, abrieron 21, y el año anterior 24.

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Estos establecimientos nacen gracias a las posibilidades legales que permiten el cultivo de cannabis para consumo propio. Una persona puede tener su propia planta para abastecerse, dos personas también… y varias pueden ser copropietarias de un cultivo. Ahí está el vacío legal. Los socios ni compran ni venden, sino que sufragan los gastos de su cultivo. Todo ello sin ánimo de lucro. El lucro es sinónimo de narcotráfico. Y en esta fina línea funcionan estas asociaciones, en verdad en un limbo legal y administrativo, unas de un modo estricto, y otras como tapaderas de inversores que lo que de veras pretenden es ganar dinero. Antes de la pandemia, Barcelona ya era conocida como la Amsterdam del Mediterráneo.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.