La coevolución entre Homo sapiens y Cannabis es más que metáfora. Tiene una expresión concreta en compuestos químicos: los cannabinoides.

La coevolución entre Homo sapiens y Cannabis sativa es más que una metáfora. Tiene una expresión concreta en forma de compuestos químicos: los cannabinoides. El Homo sapiens no supo lo que eran los cannabinoides hasta que a un joven investigador israelí, Raphael Mechoulam, en los años 60 se le ocurrió investigar cuáles eran los efectos del cannabis y por qué se producen.

A partir de sus estudios sabemos que hay tres tipos de cannabinoides, los fitocannabinoides, de origen vegetal, básicamente los que genera la planta de Cannabis, los endocannabinoides que son generados por nuestro organismo y los cannabinoides farmacéuticos que son sintetizados por empresas con fines medicinales. Sabemos, además, que tenemos además un sistema de receptores de cannabinoides, el sistema endocannabinoide, que se empieza a entender, cumple funciones muy importantes en la regulación de funciones básicas de nuestro organismo: el sueño, el hambre, el dolor entre muchos otros.

La planta nos ha ayudado a conocernos a nosotros mismos y está ayudando a miles y miles de personas en todo el mundo.

Cuando el Cannabis se empezó a hacer popular entre los jóvenes israelíes en los años 60, el químico israelí Raphael Mechoulam empezó a investigar qué efectos causa y por qué. Descubrió así en 1964 al Thc, o delta 9 tetrahidrocannabinol, probablemente a esta altura después del ADN, la molécula más famosa del mundo. Y descubrió que, disperso por nuestro organismo, se encuentra una red de receptores de cannabinoides, que hay receptores de dos tipos (CB1 y CB2) y que hay en la planta otro cannabinoide muy importante, el Cannabidiol o CBD, que no es psicoactivo, y que hay en realidad decenas de cannabinoides en la planta.

Mechoulam razonó evolutivamente: el cuerpo humano no puede tener receptores de cannabinoides para recibir los compuestos de una planta del Himalaya. Esos receptores tienen que estar en el organismo, porque el propio organismo genera cannabinoides. Y así es como el equipo de Mechoulam también descubrió los cannabinoides que nuestro propio organismo genera, los endocannabinnoides: al principal lo llamó Anandamida, pero hay otros como el 2AG. Encontrar la Anandamida le llevó 30 años de investigación, recién fue descubierta en 1992 y muchos médicos no saben de su existencia. Poco después descubrió el 2 AG, otro endocannabinoide.

Y a partir de entonces hay una revolución en la medicina. Se sabe que los cannabinoides influyen en el apetito, el sueño, el alivio del dolor y las náuseas y que han funcionado muy bien en muchos casos de niños con epilepsia refractaria y de adultos con dolencias como el Parkinson, la esclerosis múltiple, el stress post traumático en gente que ha padecido situaciones de stress extremo. Y se entiende por qué funcionan. Es que, en muchos casos, lo que los cannabinoides de la planta aportan es un sustituto a los endocannabinoides que el organismo no genera en cantidad suficiente.

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Es tal vez el aspecto más peculiar de la planta. Genera ella misma -y es la única que lo hace en el reino vegetal- cannabinoides, que el organismo de humanos y el resto de los mamíferos también generan. De modo que tenemos fito cannabinoides, o cannabinoides de origen vegetal y endo cannabinoides o cannabinoides interiores, que nosotros mismos hacemos.

De modo que el carácter medicinal del cannabis no es difícil de entender. A veces a nuestro organismo le faltan cannabinoides, ya sea por una mutación como el síndrome de Dravet o ya sea porque con el paso de los años generamos menos cannabinoides de los que nuestro organismo necesita.

Finalmente hay un tercer tipo de cannabinoides, son los sintéticos, que genera la industria farmacéutica sintetizándolos químicamente o a partir de la planta. Desde hace tiempo hay medicamentos con cannabinoides como el dronabinol también conocido como Marinol.

En general se considera que los cannabinoides sintéticos no funcionan tan bien como los originados por la propia planta.

¿Qué función tienen los cannabinoides? Eso es todavía objeto de intensas investigaciones en todo el mundo, ahora que se puede investigar. Pero se los considera moduladores de la actividad del sistema nervioso: sueño, apetito, dolor, son muchos los aspectos del funcionamiento corporal que son regulados por los cannabinoides y posiblemente también por los terpenos y los flavonoides, otros compuestos presentes en la planta. Cumplen funciones neuroprotectoras y de regulación y preservación de los equilibrios internos.

¿Qué cannabinoides funcionan para cual enfermedad? Eso está en plena investigación. Hay abundante evidencia en cuanto a los beneficios que suele traer el uso de CBD en niños con epilepsia refractaria. Existe también evidencia de que el THC funciona como antitumoral en algunos tipos de cáncer y que probablemente ambos cumplen funciones analgésicas, es decir mitigando el dolor. También hay abundantes estudios referidos a Parkinson, fibromialgia, esclerosis múltiple, autismo y glaucoma, entre otras enfermedades. Que funcionen en tantas dolencias no es una milagrería, sino que los cannabinoides regulan el sistema nervioso y actúan sobre distintos aspectos del organismo. Faltan estudios para clarificar cuáles funcionan para qué, y en qué circunstancias, cual es la mejor forma de incorporarlo al cuerpo, en qué dosis. Pero a medida que la libertad permite investigar se van conociendo qué combinaciones funcionan para qué enfermedades. Un primer paso es generar medicinas de tres tipos: las que tienen alto CBD y bajo THC, las que tienen inversamente, alto THC y bajo CBD, y las que tienen una proporción similar de ambos cannabinoides.

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En Israel trabajan con 23 combinaciones diferentes de cannabinoides para diferentes afecciones y es el propio gobierno quien lo suministra a unos 30.000 ciudadanos. El tema es complejo porque además de los cannabinoides que están en altas concentraciones (el THC y el CBD) están los cannabinoides menores como el CBC, el CBN y tantos otros. Aproximadamente 100 cannabinoides ya han sido descubiertos. Pero además la planta tiene una rica variedad de terpenos, esos compuestos que dan olores y sabores no solo al Cannabis, sino a tantas frutas y hierbas como los cítricos o las lavandas. Y también se investiga cómo funcionan los terpenos en nuestro organismo. Y también tienen flavonoides componentes importantes en la dieta que también se vinculan al sabor.

Lo que es claro es que ahora que la investigación es posible toda una nueva rama de la medicina en pleno avance, hay muchísimos casos exitosos, muchas personas que padecían trastornos y recuperaron una vida normal. Y que hay una explicación fisiológica clara de por qué los cannabinoides son tan promisorios, nuestro propio organismo los genera, y a veces no genera la cantidad suficiente. Eso hace lógico investigar sistemáticamente hasta encontrar con precisión las relaciones causa/efecto. Y es evidente también que Uruguay debería hacer vanguardia en la materia. A cuatro años de la aprobación de una ley que lo mandata, eso seguimos soñando.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.