La legalización tendría gran impacto positivo a nivel sanitario, social y económico, siendo urgente la regulación integral tras las graves consecuencias de la pandemia

Los beneficios de los efectos terapéuticos del cannabis se han centrado primorialmente en la analgesia, la disminución de la presión intraocular, el efecto antiemético en vómitos inducidos por quimioterapia antineoplásica, el abordaje de la espasticidad y otros síntomas de la esclerosis múltiple, como medida ante traumatismos medulares y alteraciones del movimiento, entre otros. Además, algunas aportaciones recientes indican otros posibles usos de estas sustancias como neuroprotectores, antiasmáticos y anticonvulsivantes, incluso antineoplásicos.

Y pensamos que su actividad debería ser considerada como esencial y amparada en el ejercicio de los derechos fundamentales. Una iniciativa que plantea la necesidad de que este tipo de asociaciones sean reguladas de forma clara, frente a la ambigüedad legal con la que operan en la actualidad. Y todo ello, basado en unos principios como salud, ciencia, rigor y prevención que deben ser los ejes de una realidad en un espacio legal, saludable, preventivo, riguroso y científico.

Los clubs de cannabis cerraron el 13 de Marzo por responsabilidad y sentido común aunque nadie les obligara expresamente a hacerlo pese a que han intentado hacer leyes, regulaciones y ordenanzas municipales en estos años pasados. Mientras, el mercado negro campa a sus anchas en estado de alarma y solo hay que mirar las noticias diarias en todo el Estado, donde los precios del cannabis se han disparado, la delincuencia ha aumentado y se ha llegado a disparos y disturbios graves por el cannabis en varias ciudades españolas.

Tener en cuenta los riesgos del uso del cannabis es un buen primer paso para avanzar: el riesgo que se asocia al consumo recreativo de cannabis es un tema objeto de polémica, sobre todo por los datos de consumo. Ante ello, hay que plantearse que si entre los patrones conductuales de la juventud existe una tendencia hacia lo prohibido, el hecho de liberalizar el empleo de estas sustancias en su finalidad recreativa podría provocar entre los jóvenes el efecto contrario y la pérdida del interés hacia este hábito, aunque no siempre es así como en el caso del alcohol. Además, el consumo de cannabis está claramente asociado con la inducción de síntomas psicóticos y, posiblemente, es un factor de riesgo de la esquizofrenia en personas con una vulnerabilidad genética o psicosocial, siendo necesarias medidas preventivas en los grupos de alto riesgo que son fundamentalmente los consumidores de grandes cantidades de cannabis y los que inician el consumo en la adolescencia, aparte de los efectos perjudiciales del humo del cannabis fumado. De todas formas, el consumo de cannabis no es causa ni suficiente ni necesaria para la esquizofrenia, a la vista de que la mayoría de consumidores no desarrollan la enfermedad y que la mayoría de pacientes esquizofrénicos no consumen cannabis.

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En este contexto de lo medicinal y de lo recreativo, sabemos que las asociaciones cannábicas estiman en un mínimo de 1.800 millones de euros el volumen anual de gasto que afloraría mediante la regularización, de los que el Estado podría recaudar 370 millones mediante el cobro del IVA, impuestos de sociedades y cuotas a la Seguridad a los clubes cannábicos. Ello también permitiría controlar la calidad del producto, lo que les permitiría evitar adulteraciones, así como el contacto con la delincuencia, circunstancias que tienen una incidencia relevante en la mejora de la salud y la calidad de vida de las personas que consumen esta planta. Todo ello pasa en un entorno donde el consumo del cannabis en entornos privados es legal, así como su cultivo, el cual no puede superar una cantidad determinada para el consumo del propietario y que además no puede ser visible desde la vía pública.

Por estos motivos, durante el proceso de desescalada, es fundamental que se equipare a las asociaciones cannábicas con el sector de la restauración y se les permita la dispensación de cannabis a los socios sin que éste sea consumido en el interior del local, así como la entrega a domicilio. Así avanzaríamos hacia las vías de acceso legalizadas que existen en España para adquirir cannabis y no abocando nuevamente a las personas consumidoras al mercado negro, hecho que incide negativamente en su salud y que de facto suspende los derechos fundamentales de los asociados. En esas entidades retiraban su ‘medicina’ una buena parte de las 200.000 personas que, según las organizaciones de cannabis medicinal, pueden estar utilizando esta planta en nuestro país enfermos de cáncer, esclerosis múltiple, ELA; muchos pacientes que sufren dolor neuropático, migrañas, fibromialgia, endometriosis, insomnio, ansiedad, etc que la consumen porque les aporta una mejora en su salud o su calidad de vida, siendo los consumos problemáticos totalmente minoritarios.

La utilización de drogas como medicamentos no es reciente. Hace casi 20 años, empezó en España una intervención utilizando la heroína como medicamento. Y hoy en día más de 3.000 personas en el mundo (Canadá, Alemania, Reino Unido, Holanda, Suiza, Dinamarca, España) están o han estado en tratamiento con un medicamento llamado heroína, que es un medicamento que proviene de un laboratorio y cuyos resultados han dado la vuelta al mundo y han sido publicados en las mejores revistas médicas internacionales por sus beneficios en la salud, en la calidad de vida, en la disminución de infecciones por VIH y hepatitis, en mejora de la salud mental, de las relaciones familiares y en la disminución de la delincuencia.

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Las líneas de un 2020 con cannabis legal son la ciencia, el rigor, la salud y la prevención como ejes, y deben basarse en la prevención, la investigación del uso del cannabis medicinal mediante ensayos clínicos en pacientes en los que el cannabis podría serles de gran ayuda en la mejora de su calidad de vida y en el SEGUIMIENTO de los consumidores del cannabis para valorar los efectos a medio y largo plazo en personas sanas.

Su legalización tendría un gran impacto positivo tanto a nivel sanitario como social y económico, siendo la regulación integral totalmente urgente tras las graves consecuencias de la pandemia de COVID-19.

En definitiva, los consumidores existen y existirán, mejor legal que ilegal, mejor control que descontrol, mejor ciencia que experiencia.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.