En este artículo analizaremos la corta pero intensa vida de Charles Pierre Baudelaire. Ya para el siguiente capítulo del mes que viene hablaremos largo y tendido sobre su obra más conocida, los “Paraísos Artificiales”
© Isidro Marín Gutiérrez
Su infancia y adolescencia
Charles Pierre Baudelaire (1821-1867) nace el 9 de abril en París. Hijo de Joseph François Baudelaire, de más de sesenta años, ex-seminarista, profesor de dibujo, pintor y jefe del Despacho de la Cámara de los Pares, quien tenía un hijo de su primer matrimonio llamado Claude Alphonse. Charles Baudelaire desde 1842 prácticamente no tuvo mucha relación con su hermano. Su madre, Caroline Archimbaut-Dufays, no había cumplido los treinta años; hija de emigrados franceses a Londres durante la revolución del 1793, que enseñaría el inglés a nuestro poeta. Es criado por una ama llamada Mariette pero se supone que debió formar parte de la familia y fue muy querida. Baudelaire la recuerda en un poema aparecido en Las flores del mal. En 1827, cuando Baudelaire tenía 6 años, muere su padre, dejando una discreta herencia. Su madre en 1828 a los veinte meses de enviudar, se vuelve a casar con el comandante cuarentón Jacques Aupick. Este nuevo matrimonio de su madre producirá un profundo impacto emocional en Baudelaire, que nunca llegará a tener buenas relaciones con su padrastro. Para el niño fue una auténtica traición el matrimonio ya que tenía un grato recuerdo de su padre muerto. Se iniciaban así unas relaciones familiares tormentosas. Charles siempre detestó a su padrastro hasta puntos insospechados.
En 1830 el monarca Carlos X es sustituido por Luis Felipe de Orleáns. Su padrastro consigue la graduación de teniente coronel por sus hazañas en la campaña argelina. Su nuevo destino será Lyon (Baudelaire, 1998:6). Y posteriormente a su padrastro lo ascendieron al Estado Mayor de la 1ª división en París. Baudelaire fue internado en diferentes colegios de los que no guardará ningún grato recuerdo de ellos; como fue el Collage Royal de Lyon o el Liceo Luis-Le-Grand de París del que fue expulsado. En 1840 se matricula en la facultad de Derecho y tiene ya 19 años. Aparecen sus primeras amistades literarias con Gustave Le Vavasseur y Abel Prarond que estudian lo mismo que él.
Inicia su vida bohemia y empieza a frecuentar los prostíbulos. Mantiene una extraña relación con una ramera judía del Barrio Latino llamada Sarah, a la que denomina Louchette por su bizquera, y que probablemente contagió la sífilis al poeta. En 1841 conoce a Nerval y a Balzac. También conoce a Gaultier gracias a un amigo mutuo Ferdinand Boissard. Baudelaire fue invitado a asistir a las reuniones del Club del Hachís pero no aceptó. No probó mucho el hachís, sólo un par de veces, decía que sentía repugnancia, su interés por el hachís se reducía a la mera curiosidad o al deseo de seguir una moda. Empieza a publicar en los periódicos en colaboración y anónimamente.
La conducta desordenada del joven mueve a sus padres a distanciarle de los ambientes bohemios de París. Le envían a Burdeos para que embarque en el paquebote Mares del Sur (des mers du Sud), al mando del comandante Sauer, en una travesía que había de llevarle a Calcuta y durar dieciocho meses. El barco zarpó de Burdeos el 9 de junio de 1841. Baudelaire no se adapta bien y se siente aislado y sólo habla para expresar su deseo de regresar a París. En el viaje el barco afronta una violentísima tempestad. Asustado el comandante del barco por el efecto psicológico negativo que el viaje produce en el poeta, consiente en hacerle regresar a Francia desde la isla Bourbon (Reunión) en otro barco, L’Alcide. El viaje dura desde finales de marzo de 1841 hasta febrero de 1842.
Vida de un dandi
En 1842 nuevamente en París alcanza la mayoría de edad y percibe la herencia paterna de 75.000 francos. Abandona el piso familiar y se instala en un pequeño apartamento junto al Sena. Decide convertirse en un dandi. Su círculo de relaciones se va ampliando. En el París del medio siglo conviven confusamente dos bohemias que rivalizan y la vez se complementan: la de los hijos de “familia bien”, que juegan a la precariedad, como Gautier, Nestor Roqueplan, Houssaye, Ourliac y el mismo Baudelaire, y la de los otros, la de las miserias nada virtuales; la bohemia de Murger, Nadar, pionero de la fotografía, materia que Charles siempre odió, o el desgraciado Barbara. Los va conociendo a todos y congenia especialmente con Théophile Gautier y Théodore de Banville. Conoce a Jeanne Duval, actriz mulata que representa un papel muy secundario en un vodevil del Teatro Partenón del Barrio Latino. Esta mujer desempeñará un papel fundamental en la vida del poeta.
En 1843 es obligado por los tribunales a ser administrado por su padrastro. Se le entrega una cantidad trimestral de seiscientos francos. Entonces decide publicar anónimamente para percibir un dinero fácil. Asiduo a círculos literarios y artísticos, uno de ellos en casa de Apollonie Sabatier, llamada la Presidenta, amante de un banquero, por la que el poeta experimentará un amor ideal y platónico. Así, sigue contrayendo numerosas deudas. En mayo de 1843 cambia de domicilio, en Hotel Pimodan, en el Quai d’Anjou, uno de los más famosos de la época. Charles Baudelaire ocupa dos habitaciones, más retrete, en el tercer piso del hotel Pimodan, la antigua residencia de los duques de Lauzun, por las que paga trescientos cincuenta francos. Todo, incluso el techo, está empapelado de rojo; hay una única ventana con cristales sin esmerilar “para poder ver el cielo”. Sillones y divanes de tamaños extrañamente titánicos, forrados en seda. La colección completa de los Hamlet de Delacroix sujeta a las paredes con clavos y una mesa ovalada, también gigantesca, de nogal macizo, sobre la que se come y sobre la que se van haciendo “Las Flores del Mal”. En el mismo hotel se encuentra el escritor Théophile Gautier; el pintor, crítico de arte y violinista Boissard y Roger de Beauvoir, conocido como el “Ídolo de París”, un rico aficionado a las letras, en cuyos aposentos, situados en la planta baja del hotel, y dotados de hermosos salones estilo Luis XIV, acudían asiduamente artistas, literatos, actores y mujeres galantes. Baudelaire no solía asistir a las reuniones, prefería el opio o el vino, pero de vez en cuando robaba porciones de hachís al doctor Moreau para tomarlo a solas con su amante Jeanne Duval (Fuente del Pilar, 1999: XIII-XIV).
Despilfarrador y bohemio
En 1844 su madre, alarmada por sus deudas, hace que el tribunal civil nombre administrador del resto de la herencia a Narcisse-Desiré Ancelle, notario, juez de paz y alcalde de Neuilly, lo que hace que nuestro autor se siente humillado. Trata inútilmente de curarse de la sífilis. Publica su primera publicación, firmada como Baudelaire-Dufaÿs que fue Salón (1845), un librito de crítica de arte. En 1845 intenta suicidarse en un cabaret ante un grupo de amigos, entre ellos Jeanna, donde se hace un corte con un puñal en el pecho. Poco después se marcha del hotel Lauzum y cambia de residencia constantemente para huir de los acreedores (hasta seis veces en un mes); su padrastro, por miedo al escándalo, le paga sus deudas y le lleva a vivir con él y con su madre en la elegante plaza Vendôme, pero pronto volverá a vivir solo. Este año descubre el libro Confesiones de un inglés comedor de opio de Thomas de Quincey. Baudelaire veía este libro como un testimonio desgarrador y verídico de cómo la fuerza de voluntad es capaz de romper las más pesadas cadenas. Sus costumbres no varían, borracho impenitente, “yonki” cada vez más experto, navegante callejero… Sigue consumiendo láudano y otros preparados de opio; las frecuentes neuralgias y los dolores intestinales que padecía como consecuencia de su sífilis.
En 1847 consigue sacar a la luz La Fanfarlo, el único cuento publicado por Baudelaire. En 1847 conoce a Marie Daubrun, la “Bella de los Cabellos de Oro”, muchacha bonita y honesta, actriz en el Teatro de la Gaîté, que sostiene con su trabajo a su familia. El poeta sentirá por ella un amor platónico o una amistad idílica. En 1848 una mala coyuntura económica agudiza en Francia los problemas sociales y políticos. Y surge la insurrección de París para derrocar al presidente Luis Felipe. Baudelaire es visto en las barricadas pero no hay en él una profunda convicción ideológica. Realmente es un socialista repentino. Aunque se hace amigo de renombrados protagonistas, como Proudhon, a quien había insultado con frecuencia o Auguste Poulet-Malassis, que acabará siendo su editor, la verdadera razón de su ramalazo revolucionario es el odio a su padrastro; en las barricadas, con su atuendo de dandi y con un modernísimo fusil, trata de animar a la gente al grito de: “¡Hay que fusilar a Aupick!”. Su padrastro tuvo que huir de Francia y aceptó el cargo de embajador en Estambul y se fue con su esposa. Durante este periodo revolucionario fundó el periódico de corta vida Le Salut Public que no va más allá del segundo número. En el año 1851 publica en Le Messager de l’Assemblée su ensayo El vino y el hachís considerados como medios de multiplicar la individualidad.
Descubre al escritor norteamericano Edgar Allan Poe. Poe (1809-1849) nació en Bostón y a la edad de dos años su madre muere y fue abandonado por su padre. Fue adoptado por una familia de ricos comerciantes ingleses. Sufre varios desengaños amorosos, empieza a contraer deudas y se le desprecia por su obsesión por la necrofilia y sus tendencias sádicas. También intenta suicidarse con láudano porque le había rechazado una mujer. En sus obras ofrece un mundo donde reinan la melancolía, la necrofilia, el angelismo y la pasión fría. Muere durante una crisis de delirium tremens, tras haber intentado suicidarse en dos ocasiones. Baudelaire se siente igual a Poe y traduce al francés muchas de sus obras. La identificación, literaria y vital fue siempre absoluta y profunda. Poe era otro tipo cargado de deudas, tragedia y oscura lujuria. Es indudable su influencia sobre la obra de Baudelaire pero éste ya estaba hecho como poeta cuando tuvo el flechazo. En 1854 empieza a traducir los cuentos de Poe. Acosado por sus acreedores, se ve obligado, otra vez, a vivir casi a escondidas y a cambiar continuamente de domicilio.
Últimos momentos de su vida
En 1857 en abril muere su padrastro y su madre se retira a la casita que su esposo poseía en Honfleur. Empieza a escribir un ensayo sobre el opio destinado a formar parte de su libro Curiosidades Estéticas. En 1858 publica lo que será la primera parte de Los Paraísos Artificiales, con el título de El Hachís. Sufre trastornos nerviosos y dolores musculares. Empieza la época de sus enfermedades que durará hasta su muerte. Recurre a cápsulas de éter para combatir el asma y al opio para los fuertes cólicos. Ante su precaria salud, pasa cortas estancias en Honfleur con su madre y en Alençon con su amigo y escritor Poulet-Malassis. Vuelve a vivir con Jeanne Duval. En 1859 Jeanne Duval sufre un ataque de parálisis temporal y ha de ser hospitalizada. En 1860 escribe la segunda parte de Los Paraísos Artificiales. En 1864 intenta un pequeño renacimiento: viaja a Bélgica para dar unas conferencias que prometen ingresos y difusión de su obra. En las notas preparadas para la conferencia que tenía que dar en Bruselas encontramos estas palabras con respecto a su obra de Los paraísos artificiales: “No quise hacer una obra de pura fisiología, sino sobre todo de moral. Quise demostrar que los buscadores de paraísos se labran su propio infierno, lo preparan, lo buscan con un éxito cuya previsión quizá les aterraría” (Baudelaire, 1981:169). El fracaso de sus conferencias es absoluto y se hunde definitivamente. Sufre el primer ataque cerebral. Se instala en Neuilly, en las cercanías de París, con Jeanne Duval, que ha quedado hemipléjica también. En una carta a Ancelle, administrador de sus bienes, fechado el 26 de diciembre de 1865, declara: “Tengo la cabeza atontada y distraída. Ello se debe a todas estas crisis seguidas y también al uso del opio, del digital, de la belladona y de la quinina. Un médico que he hecho venir ignoraba que otras veces hice uso del opio, y por ello, después de haberme asistido, me vi obligado a doblar y a cuadriplicar la dosis” (González Ruano, 1958:196-197).
El 4 de febrero de 1866 se cae durante una visita a la iglesia de Saint-Loup en Namur. Tuvo un ataque de parálisis cerebral, seguido de una hemiplejia y pérdida del habla. Su madre lo asistió y tras visitar el hospital de San Juan y Santa Isabel es trasladado a París. En 1867 tras un año paralizado y mudo, muere en París en la clínica hidroterapéutica del doctor Emile Duval el 31 de agosto en brazos de su madre. Tenía cuarenta y seis años. Curiosamente las monjitas de la clínica hicieron exorcizar la habitación. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, al lado de su padrastro y en cuyo mausoleo reposaría también su madre cuatro años después.
Bibliografía
- Baudelaire, C. (1981). Los paraísos artificiales, (Trad. Emilio Olcina), Fontamara, Barcelona
- Baudelaire, C. (1985). Un comedor de opio o los fantasmas de Thomas de Quincey, Tusquets Editores, Barcelona
- Baudelaire, C. (1994). Los paraísos artificiales- El vino y el hachís-La Fanfarlo. M. E. Editores S.L., Madrid
- Baudelaire, C. (1998). Las flores del mal. Edicomunicaciones, Barcelona
- Fuentes del Pilar, J.J. (1999). El club del hachís. Miraguano Ediciones. Madrid
- González Ruano, C. (1958). Baudelaire, Espasa-Calpe, Madrid
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.