Ha llegado el momento, las variedades automáticas han comenzado a florecer, ya no son preflores si no un comienzo de floración en toda regla de manera que se hace necesario cambiar el fotoperiodo. Sin embargo, hasta ahora las variedades automáticas necesitaban unas 20 horas de luz durante todo su ciclo de vida. Si esto es así, ¿qué sucederá cuando sólo reciban doce?

 Texto y Fotos: Luis Hidalgo

En ocasiones resulta cuanto menos sorprendente que personas individuales al margen de grandes multinacionales, compañías o gobiernos, consigan logros en diversas áreas de la ciencia sin apoyos económicos ni subvenciones estatales. En nuestro campo, es aún más meritorio ya que hablamos de una planta “prohibida”, el cannabis, que según las leyes de nuestro país no se puede cultivar sin licencia, la cual, en el caso de tratarse de cannabis narcótico, es prácticamente imposible de obtener.

A pesar de ello, estas personas, en muchos casos completamente anónimas, continúan en su búsqueda del grial cannábico, innovando y siempre buscando cosas nuevas o una vuelta más de tuerca. Gracias a ellos, desde SamSkunkman, Neville, Old Ed, Breeder Steve, Ingemar, Shantibaba hasta la miríada de criadores “sin nombre” estamos hoy fumando lo que fumamos.

En nuestro país también existen este tipo de personas y en algunos casos el resultado de sus trabajos acabo llegando al público en general como una nueva variedad de cannabis. En otros, se presentan como variaciones en las especies conocidas, como ha sucedido con la explosión de las líneas feminizadas y desde hace pocos años, con las variedades automáticas.

Floración

En esta comparativa nos encontramos con una nueva evolución dentro de la crianza cannábica, pues en un momento dado recibimos una, en principio, agradable sorpresa. Justo cuando estábamos planteando la habilitación de una sala aparte para las automáticas, los responsables del banco Autofem Seeds nos comunicaron una sorprendente noticia: Podíamos poner tranquilamente las autos a 12/12 junto con las clásicas sin mayor problema y sin pérdidas de producción, con la única condición de que ya hubieran comenzado la floración de forma clara y definida, una semana más o menos después de comenzar a mostrar preflores a 20 horas de luz.

Así pues nos encontramos con que no haremos absolutamente ningún cambio para la floración en cuanto a la distribución prevista del espacio de cultivo y que vamos a tratar a las autos como a las clásicas a partir de este momento. Lo cierto es que además la estructura de las plantas es muy semejante tanto en autos como en clásicas, si bien estas aún estan creciendo mientras que las autos comenzarán a frenar éste durante la semana siguiente. Veremos si esto marca alguna diferencia en cuanto a resultados finales.

Cambio de Condiciones

Como comentábamos en el número anterior, la frondosidad de las plantas es espectacular para un cultivo de interior, siendo muy similar a lo que podríamos ver en un contenedor de 20 – 30 litros en exterior con al menos ocho horas de luz directa y seis u ocho de indirecta y penumbra. Para suplementar las partes bajas, hemos utilizado unos trípodes que nos permiten direccionar la luz a nuestro antojo a los que denominamos “antorchas de luz” y que además de potenciar todas las partes bajas nos permiten simular la salida y la puesta del Sol a base de variar el ángulo de incidencia del chorro de fotones sobre la canopia, optimizando la penetración y el aprovechamiento de la energía.

En el número anterior hacíamos una aproximación a la cuestión de la luz a nivel técnico. El mundo vegetal posee una característica única: Una planta es capaz de producir por si misma todo lo que necesita para su desarrollo durante todo su ciclo vital. Realmente, no es por si misma. Para que el milagro suceda, es necesaria la presencia de un “órgano”, algo que permita la transformación “alquímica” (o más bien química, sin mas), de una serie de sales disueltas en agua en los más variados compuestos orgánicos, desde aminoácidos a proteínas, pasando por glucosas, almidones y celulosas, hasta llegar a la formación de tejido vegetal especializado o de los hidrocarburos precursores de los cannabinoides.

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El elemento responsable de todas estas transformaciones es la clorofila, una sustancia que tiene la particularidad de facilitar el movimiento de electrones a través de la excitación provocada por los fotones contenidos en el flujo luminoso. Lo cierto es que resulta un poco complicado explicar este milagro a alguien que no tenga unas ciertas bases en biología y química orgánica, así que intentaremos hacerlo de forma sencilla en otras secciones de la revista.

Cultivando en verano en interior

Como comentábamos más arriba, las plantas han crecido a un ritmo endiablado y como tal, van necesitando cada vez más luz. Recordamos que comenzamos el vegetativo con 400W de halogenuros que provienen de una luminaria cenital. Pues bien, al cabo de treinta días ya estamos hablando de dos luminarias cenitales con 600W cada una y un par de antorchas alrededor, lo que producirá una cierta elevación en la temperatura, así que vamos a explicar unos cuantos conceptos que nos ayuden a comprender como funciona la cosa del calor y nos den ideas para mantenerlo en unos niveles razonables. Partimos de la base de que el calor de un cuerpo se transmite a otro siempre que exista una diferencia de temperaturas entre ambos. Esta transmisión se puede producir de tres maneras: por conducción, por convección y por radiación. Vamos a describir cada una de ellas.

La conducción es la transmisión de calor por un cuerpo sin desplazamiento de sus moléculas y sólo se da en cuerpos sólidos. En un sólido cada átomo dispone de una posición determinada y cada uno de ellos vibra con una intensidad reflejo de la energía calorífica de que dispone. Si un átomo vibra más intensamente que su átomo vecino como consecuencia de los impactos moleculares, cederá parte de ese movimiento al adyacente, intentando de esta forma que ambos se muevan al unísono. Esta transferencia de movimiento lleva implícito una transferencia de calor sin que en ningún momento haya habido transferencia de masa. Un paso típico es el calentamiento de una varilla metálica por uno de sus extremos o en nuestro caso, el calentamiento de las partes metálicas de la luminaria. La energía calorífica va transmitiéndose por contacto de molécula a molécula desde el extremo caliente al frío.

La convección en cambio es la transmisión de calor por un cuerpo con desplazamiento de las moléculas y se puede aplicar a los líquidos y gases. En este caso el calor fluye del emisor calentando el aire ambiente y, a medida que prosigue este calentamiento, disminuye el peso especifico del mismo, haciéndose más ligero y ascendiendo. El natural empuje ascendente del aire origina un movimiento lento del mismo, calentando el local de manera uniforme. Este tipo de transmisión de calor se produce como consecuencia del movimiento de masa que experimentan los fluidos. Este movimiento puede ser realizado mediante métodos mecánicos externos (bombas, ventiladores, etc.) o bien como resultado de la diferencia de densidades que se produce en el fluido como consecuencia del aporte calorífico al cual está sometido. En este caso se habla de convección forzada. Distinto es cuando no existe una ayuda para aumentar el movimiento del fluido, en cuyo caso hablaremos de convección libre. Este tipo de transmisión de calor requiere siempre la existencia de masa. En el vacío no existe transmisión de calor por convección.

Por último, entendemos por radiación térmica aquella radiación electromagnética que se produce en la superficie de los cuerpos como consecuencia de la excitación térmica a la que son sometidos. Esta radiación es emitida en todas direcciones a la velocidad de la luz sin que exista necesidad de medio alguno de transporte. La radiación se produce incluso a través del vacío. La intensidad a la que se produce esta transferencia de calor depende fundamentalmente de la temperatura a la que se halle el cuerpo emisor y la naturaleza de las caras del cuerpo. Cuando esta radiación alcanza a otro cuerpo, esta energía puede ser reflejada, transmitida o absorbida por éste. Un cuerpo que sea buen radiador absorberá también con facilidad las radiaciones térmicas que reciba: un mal radiador es asimismo, un mal receptor de calor por radiación. Diríamos que radiación es la transmisión de calor sin contacto de los cuerpos transmitido por ondas o radiaciones.

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Tipos de Calor

Aunque no lo parezca, existen distintos tipos de calor y dependiendo de cual sea el que se produce en nuestro cuarto de cultivo deberemos tomar medidas diferentes.

El calor específico se define como la cantidad de calor que hay que suministrar a la unidad de masa de una sustancia para elevar su temperatura en una unidad. En el caso del agua, si la elevación de temperatura es de 14,5 a 15,5°C, el calor especifico es una caloría por gramo o una kilocaloría por kilogramo:

1 cal / (g °C) = 1 kcal / (kg °C); en este estado del aire, para elevar en un gramo la temperatura de un kilogramo son necesarios 0,240 kilocalorías = 0,240 kcal / (kg °C);

Por otro lado, el calor latente de una sustancia es la cantidad de calor que hay que suministrar a la unidad de masa de dicha materia para que cambie de estado, de sólido a líquido o de líquido a gas. Durante dicho proceso no hay elevación sensible a la temperatura, es decir, el proceso tiene lugar a temperatura constante, y de ahí el nombre de calor latente. Al retornar a su estado inicial la materia cederá de nuevo, a temperatura constante, la misma cantidad de calor. Un ejemplo bien conocido nos lo proporciona el agua, que a la presión atmosférica, cambia el estado sólido a líquido o viceversa, a la temperatura de 100 °C.

Para terminar, quizá el que más influye en nuestros fines, el calor sensible. Cuando se trata de procesos de climatización, se llama calor sensible a la energía calorífica empleada en elevar o mantener la temperatura de los locales climatizados. En la realidad, dicho calor sensible no tiene una definición física determinada, aunque puede decirse que es el calor especifico, ya definido anteriormente. El uso de este nombre viene determinado por contraposición al calor latente, también definido y que en los procesos de climatización es muy importante, sobre todo cuando se refiere a la refrigeración; en estos casos se llama calor latente a la energía empleada en los procesos de condensación y vaporización, necesarios para la regulación de la humedad de los ambientes climatizadores.

En el próximo número continuaremos con un momento importante: la etapa pico de floración, en el que tendremos que cambiar radicalmente el sistema nutricional. Hasta entonces, un saludo.

 

Acerca del autor

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.