Existen diferentes técnicas para conseguir un rendimiento extra de nuestras plantas. Algunos de estos métodos se basan en el aporte de complementos en la nutrición, poda de ramas y hojas. Otros sistemas utilizan el Co2 en los cultivos indoor, aumentando el metabolismo de las plantas. Por último, los que presentamos a continuación han sido probados por infinidad recultivadores, hasta convertirse en un clásico que os acercamos en esta ocasión.

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La gran mayoría de cultivadores conocemos la técnica de la poda de la yema apical, esto es, la punta de crecimiento. Normalmente cuando trabajamos con sativas, o en general las plantas se nos estiran por el motivo que sea, es usual “cortarles la punta”, con lo que conseguimos por un lado que la planta frene su crecimiento vertical para favorecer el desarrollo de las ramas secundarias, y por otro que estas intenten llegar a la máxima altura, pues al cortar la punta eliminamos el “sistema” que tiene el cannabis para saber cual es el tallo o punta principal haciendo que todas quieran ser la más alta.

Hace ya tiempo, allá por el 99, apareció por el foro internacional OverGrow (http://www.overgrow.com), hoy desaparecido, una variación de esta técnica de poda que actualmente está bastante implantada, sobre todo fuera de nuestro país. Estamos hablando de la poda FIM siglas de “Fuck I Missed”, según su descubridor o “Coño, la jodí” en castellano… Como podréis imaginar por su nombre, es una técnica descubierta por casualidad (como resultan ser la mayoría de los descubrimientos) al fallar cuando se realizaba la poda de la yema apical convencional. Parece ser que al realizar la poda, el cannabicultor se descuidó cortando algo menos del total de la punta, como el 90%. La sorpresa vino cuando después de unos días de parada a causa del stress de la poda ¡aparecieron cinco brotes en lugar de los dos habituales!

A partir de ese momento y a través de la experimentación, se ha llegado a la conclusión de que en aproximadamente el 70% de las veces que se realiza esta poda, se consiguen producir de tres a siete ramas principales. La dificultad estriba en dar el corte en el lugar preciso. Se recomienda realizar esta poda en plantas de semilla en vegetativo, entre el cuarto y el séptimo nudo, esto es, desde que la planta ha producido el cuarto par de hojas reales hasta un máximo de siete nudos. La poda se realiza con un cutter u hoja de afeitar con el fin de que resulte lo más limpio posible. Se trata de cortar entre el 75% y el 90% de la yema de un tajo limpio y certero. Tras la recuperación pueden pasar dos cosas: una, fracasamos y sólo salen dos puntas o incluso continúa una sola; dos ¡acertamos! Del callo formado comienzan a diferenciarse varias ramas que en unos días continuarán con un crecimiento absolutamente normal, pero con multitud de puntas principales que se traducirá en la multiplicación de los cogollos principales en floración

La explicación del mecanismo de esta técnica de poda nos viene de la increíble capacidad que tiene el cannabis para la producción de células madre en momentos de cambio metabólico. Cuando realizamos correctamente esta poda, lo que estamos produciendo es una especie de “cáncer” o producción indiscriminada de células en la zona del corte. Como quiera que esta es la zona más sensible a nivel hormona, en este estadio de la planta, la concentración de células madre capaces de asumir cualquier función especializada es altísima en esa zona, de forma que aunque la mayoría de desarrollos acaben en aberración, al final unos cuantos se estabilizan produciendo esas yemas múltiples. Es por esto que ha de realizarse en plantas de semilla, ya que en los clones, debido entre otras cosas a su edad biometabólica, la producción de células madre es más baja o incluso inexistente si el ejemplar donante es muy viejo.

Bien, ahora podría decir que la técnica que voy a exponer a continuación ha sido una evolución pensada de la FIM tras numerosos estudios y tal… ¡Pues no! Su descubrimiento fue tan casual como aquella, pero sus resultados la igualan o superan en efectividad, y además ¡nunca falla!

Me ha dado por bautizar esta técnica como RIB en inglés (Right, I Burned it) o SLQ en castellano, que quiere decir: “SI, la quemé”… Algunos sospecharéis de que vá, ya por el nombre. El caso es que tengo la manía de acercar al máximo los focos a las plantas, normalmente no hay problema si estás presente en caso de subida ambiental de temperatura: simplemente subes los focos y en paz. Pero sucedió que un fin de semana me pilló fuera un subidón brutal de temperatura y al volver me encontré con la desagradable sorpresa de que se me habían chamuscado todas las puntas principales en floración, secas en la planta, vamos, torradas que se dice.

Con la moral por los suelos, me dediqué a cortarlas todas (las puntas) con la esperanza de que aunque con la penalización en tiempo correspondiente por stress, mis niñas engordarían por abajo y ganaría en cogollos laterales como consuelo. El caso es que me dejé dos sin podar y… Al día siguiente estaban igual, pero me dije: “vamos a dejarlas ahí, total…” así que me limité a limpiar de hojarasca y kemao….

Al cabo de una semana, mientras controlaba las plagas con la lupa, me pareció ver, y sí, allí estaban, como unas bolitas en formación en la base de donde antes aparecían los cálices. Pensaba que en el colmo de los males se me estaban masculinizando, así que al día siguiente tocaría eliminarlas, una vez verificada la situación. En este caso, la sorpresa vino cuando antes de cortar y ya con una lupa de 100X, pude ver que lo que parecían flores macho eran en realidad infinidad de minúsculos cálices con diminutos pistilos y sus tricomas y todo… Aquello tenía buena pinta, como posteriormente se demostró. La parte superior del quemado murió, pero justo debajo se formaba una bola de flores que iba creciendo cada día, hasta llegar a formar un denso y pesado cogollón que superó a todo lo visto hasta ese momento…

Posteriormente, en el siguiente cultivo me propuse tipificar y refinar la técnica con los siguientes resultados, que explican como realizarla con éxito en el 100% de los casos y que paso brevemente a detallar, pues realmente es muy simple.

En este caso, la técnica se aplica en floración, ya sea en plantas de semilla o en clones, en el momento de la etapa pico, esto es, entre los 30 y los 45 días según variedades, desde la aparición de las primeras preflores a 12/12. En ese momento, en cual ya debería haber resina y el cogollo principal esta tomando forma, tomamos un mechero y tras pedir disculpas a Shiva, procedemos a quemar los pistilos e incluso la punta de los cálices. Y ya está…. 😉

La explicación de su funcionamiento es la misma que para la FIM, pero con matices. En este caso, también aprovechamos un momento de cambio metabólico con la consiguiente concentración de células madre en las zonas sensibles, pero existe la diferencia de que al estar la planta ya en floración y con todos los niveles hormonales disparados, la especialización es mucho más alta de forma que no llega a generarse esa producción celular indiscriminada semejante a un cáncer, sino que ésta inmediatamente se centra en la fabricación de órgano sexual, es decir, cálices y flores. Esto además se ve potenciado por el hecho de que al realizar la RIB o SLQ además del órgano sexual eliminamos las pequeñas hojitas y ramitas que aún crecen entre los cálices, de forma que cuando el sistema se estabiliza, las señales hormonales indican a la planta el comienzo de la senectud, con lo que sólo se producirán flores a partir de ese momento.

El resultado está garantizado, así que si queréis podéis ir experimentando esta técnica porque la sorpresa que os vais a llevar va a ser mayúscula. Yo mientras me voy a fumar uno de rico CANNABIS a vuestra salud, mientras me voy pensando el próximo artículo.

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