Fentanilo

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Cajas de parches de Fentanilo

Medicamento…droga; cura… veneno; usos terapéuticos… usos hedonistas; dosis médicas… dosis recreativas… La historia tantas veces vivida. El esquema tantas veces repetido. Sólo cambia el nombre de la sustancia en sí. En este caso: fentanilo.

Por Eduardo Hidalgo

El día de mañana, cuando, sobre los escombros de las actuales instalaciones de la FAD y del Plan Nacional Sobre Drogas, hayan de ser construidas las esplendorosas dependencias del flamante Instituto Universal y Ultraterreno de Drogología, le solicitaré a su futuro primer Presidente –Sir Fernando Caudevilla Galligo– que se deje de concursos públicos y que me adjudique a dedo el diseño, la construcción y el mantenimiento de los espacios exteriores.

Acto seguido –y también a dedo– encomendaré a Igor Domingo Sacristán que se encargue de diseñar, erigir y decorar las verjas, vallas, vallados y muros varios según los cánones del más vanguardista arte psicodélico.

Del trazado de los caminos que habrán de conducir al interior del Instituto haré responsable a Chema de la Quintana –de Amargord– para asegurarme de que, realmente y como está mandao, no lleven a ninguna parte.

De los jardines me ocuparé yo mismo. Nada original ni del otro jueves, lo propio de la casa, no más: lianas trepadoras de ayahuasca; tupidos mantos de nepeta cataria; pequeños recovecos zen con peyotes y San Pedros; patios mediterráneos, con arbustos de coca y matas de cannabis, rodeados por pequeños prados de Papaver somniferum; enormes árboles de brugmansia; parterres de estramonio; estanques con nenúfares de loto azul y colonias de Bufo Alvarius; palmeras de betel… y sírvase quien quiera, que será un espacio público y tendremos para reponer ad nauseam y ad infinitum hasta a los pinches gringos (como diría Ott).

fentanilo

En cuanto a la sección de monumentos, estatuas y obeliscos –un must en las edificaciones de este tipo– lógicamente, no faltará uno en honor a Mimossissimo (Todopoderoso Dios del Mimosismo feniletilamínico); otro al Torete o a cualquier otro yonki legendario de los 80; y uno bien grandote y bonito a las Ciencias Médicas. Sí, a las Ciencias Médicas.

Porque, vamos a ver, sin las aportaciones que han tenido a bien otorgarnos estas benditas disciplinas científicas, ¿en qué quedaría el menú psicotrónico de cualquier policonsumidor que se precie? Jako, coca, anfetas, benzos, keta… buena parte de lo que toma cualquier hijo de vecino para endrogarse en el parking del Fabrik fue creado por compañías farmacéuticas y empleado primero como medicamento.

No seré yo, pues, quien peque de desagradecido. Puedo prometer y prometo que, cuando llegue el momento, tendrán el reconocimiento que se merecen con el preceptivo monolito freak en los jardines enteodélicos del Instituto Ultra-Cósmico-Sideral de Drogología.

¿Y esto a cuento de qué venía? Ah sí, de que de un tiempo a este parte, se oye comentar a las gentes del lugar que hay una nueva droga molona, que pone mucho, engancha un huevo y a nada que te descuides te mata. Y vaya, que excepto por lo de nueva, resulta que todo lo demás es verdad. De modo que, a continuación les ofreceremos unas breves pinceladas sobre qué es, cómo pone y qué cosas conviene tener presente de cara a su consumo.

Hablamos del fentanilo. Una vez más, un fármaco. Un opioide sintético 100 veces más potente que la morfina –lo cual, amigos, es mucho pero que mucho decir–, empleado en el tratamiento del dolor. Sus presentaciones son varias: comprimidos sublinguales, chupa-chups, parches transdérmicos y soluciones inyectables.

Sus efectos, los típicos de los opioides pero en versión hard-core: analgesia, sedación, estupor…

Los efectos secundarios… Entre los muy frecuentes, los frecuentes, los poco frecuentes y los raros podría hacerse un listado que se comería media revista. Por mencionar algunos: mareos, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, estreñimiento, pérdida de apetito, dificultades para dormir, depresión, ansiedad, confusión, alucinaciones, vértigo, dificultades al respirar, diarrea, sequedad de boca, dolor de estómago, indigestión, sudoración, picor, erupción cutánea, enrojecimiento de la piel, espasmos musculares, convulsiones, pérdida de memoria, dificultades para hablar, disfunción eréctil, hipo, dermatitis… En fin, la Biblia en verso versión prospecto farmacéutico.

Las contraindicaciones, unas cuantas: asma, tensión arterial baja, disfunción hepática, disfunción renal, lesiones craneales, etc.

Las posibles interacciones peligrosas, para parar un tren: tranquilizantes, antidepresivos, neurolépticos, hipnóticos, sedantes, antihistamínicos, antifúngicos, opiodes, alcohol…

Riesgo de tolerancia y dependencia: alta.

Sobredosis: al canto.

Lo que ya dijimos: una droga molona. De esas que lo tienen todo… todo lo que a los medios de comunicación les gusta que tenga una droga. Tanto que ya oiremos hablar de ella. Tiempo al tiempo, que llegará el día en que se convertirá en trending topic nacional. Sólo bastará que haya un par de muertos y, lamentablemente, tarde o temprano los habrá. ¿Por qué? Porque esto no es como meterse una ralla de coca, comerse tres pastis o fumarse veinte porros. Aquí un error de cálculo perfectamente puede ser el último.

En Estados Unidos hace un lustro que las sobredosis se cuentan por miles, entre usuarios terapéuticos, consumidores experimentales y yonkis víctimas de la adulteración del caballo con este otro opioide bastante más potente.

Aquí su uso es muy minoritario, pero hace algunos años que se habla de esta sustancia en foros públicos sobre drogas y en reducidos círculos de politoxicómanos irredentos. Aunque aún anecdóticamente, los parches –más que otras presentaciones– ya circulan por aquí y por allá de la mano, principalmente, de pacientes o familiares de pacientes que los donan o los venden a allegados y amistades interesadas en experimentar colocones fuertes. En la Red Profunda son un clásico. No sería de extrañar, por lo tanto, que, como ha sucedido otras veces con drogas como el estramonio o el GHB, uno de estos parchecitos cayera en las manos de alguien que, habiendo oído campanas pero no sabiendo donde, decidiese probar el viajazo y, en lugar de ello, se quedase literalmente en el sitio.

Un ejemplo tomado del Cannabis Café. Usuario: en plata. Testimonio: «yo cogí medio parche de 100, le di una calada fuerte y di una cabezada de una hora». Para no haber vuelto. Y el caso es que a mí me pasó tres cuartos de lo mismo. Y entiendo que tanto en plata como yo somos consumidores relativamente informados, experimentados e incluso con cierta tolerancia adquirida. Imagínense, pues, los posibles efectos y consecuencias en alguien que lo tomase porque se topase con uno y le sonase que ponía, sin más.

El propio en plata completaba su testimonio explicando muy acertadamente que al fumarlo «te pega un viaje que asusta. Luego leí que ha provocado muchas muertes por sobredosis en guirilandia y no me extraña. Pega muy de golpe, no es como otros opis que vas jugando con la plata, con este si nos vas con cuidado te vas al otro barrio. En foros guiris había alguno que cortaba el parche de 100 en 20 partes así que imagina».

Esa es la cuestión. El fentanilo es un fármaco seguro y manejable siempre que se respeten las preceptivas pautas de administración y dosificación. De lo contrario es muy peligroso. Lo mismo puede decirse de su utilización como droga en lugar de medicamento, con la peculiaridad de que, en este caso, su peligrosidad es infinitamente más elevada que la asociada al resto de drogas recreativas al uso. De tal manera que se impone absolutamente la prudencia. Y de tal manera que, no con la intención de incitar a nadie a consumirlo sino con la de evitar que aquellas personas interesadas en tomarlo cometan el grave error que cometimos en plata y yo mismo, ahí van unas breves pautas para la dosificación.

Ejemplo de la división de un parche de 50mcg/hora de Durogesic y Sandoz (8.400ug totales), tomada de drugs-forum.com. Se corta el parche por la mitad, en dos partes iguales y, luego, sucesivamente se repite la operación con cada trozo (partiéndolo por la mitad) hasta obtener 16 porciones iguales, cada una de las cuales contendrá 525ug. Lo ideal es que estas porciones sean, a su vez, divididas en cinco partes, cada una de las cuales tendrá 105ug. Administrados por vía sublingual, cada uno de estos trozos tendrá el equivalente a 2,5-5mg de morfina intravenosa. Ingeridos equivaldrán a 1,7-3,3mg de morfina intravenosa (puesto que la biodisponibilidad de la vía oral es de alrededor del 33%). Fumados en plata la biodisponibilidad será muy alta y el efecto muy rápido e intenso, comparable a 10mg de morfina intravenosa.

Este método es aplicable a parches con otras concentraciones de fentanilo (12mcg/hora, 25 y 100). Lo que habrá que tener en cuenta es la cantidad total de microgramos presentes en el parche y hacer los oportunos cálculos para saber cuántas veces tendremos que dividirlos para obtener trozos de, mínimo, 100mcg.

Una vez divididos los parches y elegida la vía de administración será perentorio empezar consumiendo una única porción y esperar el tiempo suficiente para ver cómo reacciona nuestro organismo y cuál es nuestro estado mental. Después, de considerarse oportuno, podrá consumirse una porción más, hasta encontrar la dosis deseada, pero siempre, siempre, procediendo con pies de plomo, con mucho tiento, mesura y dejando las prisas, las temeridades y las imprudencias para los experimentos con gaseosa.

Por lo demás, recordar que la tolerancia se desarrolla rápidamente y que el uso continuado produce una marcada dependencia con síndromes de abstinencia que algunos usuarios describen como auténticamente espantosos e insufribles.

Volver a recordar, también, que la combinación con otras drogas y medicamentos puede incrementar notablemente los riesgos. De modo que, quienes estén tomando medicación de cualquier tipo y deseen consumir fentanilo harían bien en documentarse expresa y rigurosamente sobre los efectos de las posibles interacciones farmacológicas. La abstinencia de bebidas alcohólicas y de otras sustancias depresoras de uso recreativo (heroína, tranquimazin, GHB, etc.) es, igualmente, una sabia manera de no jugarse el tipo más de la cuenta.

Siguiendo con las recomendaciones de seguridad, cabe decir que, en lo referente a la conservación y almacenamiento del producto en sí, en pocos casos más que en este es de obligado cumplimiento el consabido consejo de mantenerlo “fuera del alcance de los niños” y de cualquier otra persona que pudiera usarlo o ingerirlo por error o con desconocimiento. Lo mismo puede decirse en el caso de tener que deshacerse de parches no usados o productos sobrantes que no se van a consumir: será crucial asegurarse bien de que no queden rondando por ahí al alcance de cualquiera –quémalos, tíralos al fondo de la basura o entrégalos en la farmacia, huelga de decir que, como las compresas, no se tiran por el WC–.

Dicho esto, pondremos punto y final al artículo transcribiendo parte de las apreciaciones de un usuario recreativo tomadas de la Web de Erowid.

Autor: Horse Doc. Título: Efectivo pero no eufórico.

«El fentanilo es un analgésico brutal. Está diseñado para encajar con los receptores MU y lo hace muy bien. Es tan potente, me parece, que eclipsa su propio efecto eufórico. Temo que la gente incremente la dosis hasta niveles peligrosos buscando esa euforia, sin darse cuenta de que ya están suficientemente dosificados. Puedo decir, con absoluta honestidad, que incluso cuando no sentía ningún efecto del fentanilo era totalmente ajeno a cualquier sensación de dolor».

 «En lo concerniente a la euforia, puedo afirmar que 30-60mg de codeína consumidos oralmente me pegan considerablemente más que el fentanilo oral, fumado o transdérmico. Ese abrazo de interna calidez, propio y distintivo de la codeína y de la morfina, simplemente estaba ausente por completo. Si la codeína es la cerveza de los opiáceos, entonces el fentanilo es el equivalente a un alcohol de 200 grados. Dudo que vuelva a experimentar con esta sustancia más veces, pero me reconforta saber que si alguna vez sufro de algún dolor severo estará disponible para mí y será extremadamente efectiva».

Referencias:

http://www.drugs-forum.com/forum/showwiki.php?title=Fentanyl#ixzz2SBbRcR7x

http://www.erowid.org/experiences/exp.php?ID=52688

Acerca del autor

Fernando Caudevilla (DoctorX)
Médico de Familia y experto universitario en drogodependencias. Compagina su actividad asistencial como Médico de Familia en el Servicio Público de Salud con distintas actividades de investigación, divulgación, formación y atención directa a pacientes en campos como el chemsex, nuevas drogas, criptomercados y cannabis terapéutico, entre otros.

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