Villaconejos: la tierra de los melones y…¡del cannabis!

Texto y fotos por Marqués de Esquilache

La gran mayoría de los mortales no sabemos nada o casi nada sobre las fuerzas telúricas y su influencia sobre el entorno que nos rodea. La ciencia ha demostrado su enorme efecto sobre todos los seres vivos sometidos a esta fuerza proveniente de las mismas entrañas de la Tierra. Los melones que se dan en la pequeña localidad de Villaconejos son famosos en todo el mundo. ¿Por qué su reconocida calidad? Precisamente por las fuerzas telúricas de la zona que, además de hacer que los melones maduren mucho antes que los demás de los alrededores, le dan ese sabor único que los convierte en una “delicatesen” hortofrutícula.

Sin embargo, lo que muchos no saben es que también la planta del cannabis se ve influenciada por estas circunstancias tan especiales. Desde hace cientos de años, los lugareños de este pequeño pueblo de la Comunidad de Madrid (España) cultivan melones. Su calidad es tan reconocida que ya es difícil encontrarlos puesto que en vez de venderlos tal cual, se ha optado por vender sus semillas para que puedan ser cultivadas en cualquier lugar del mundo. No sólo saben mucho mejor que cualquier melón de la zona; también maduran mucho antes. Los pueblos de sus alrededores (Titulcia, Ciempozuelos, Colmenar de Oreja, etc.) también producen melones e incluso muchos más. Pero….¿por qué la calidad no es tan alta? Obviamente, la respuesta está en el terreno. Algo tiene este suelo que lo convierte en mejor para el cultivo de este delicioso producto y que, además, lo hace madurar antes que a sus vecinos de los pueblos colindantes.

En la década de los cincuenta, el gobierno acudió a una conocida empresa de investigación para sacar ciertas conclusiones. Habían descubierto que Villaconejos era una zona cuyo suelo contenía grandes cantidades de uranio. Con material de alta tecnología de la empresa Geiger, se analizó a fondo el terreno y se corroboró este hecho. Sin embargo, nunca más se supo del tema. No sabemos si es porque no había suficiente como para construir una mina a gran escala o por qué. Pero lo cierto es que así quedaron las cosas hasta la actualidad. Sin embargo, al menos sirvió para dar respuesta a la diferencia de tiempos de cosechado y la calidad de sus famosos melones. Al parecer, esa cantidad de uranio calentaba el suelo a cierta profundidad y, como los melones son plantas cuyas raíces profundizan hasta un metro, se beneficiaban de ello y maduraban antes y obtenían un dulzor único y delicioso. Pero….¿qué pasa con el cannabis? Antes de ver cómo afecta este suelo expliquemos un poco el concepto de fuerzas telúricas y su influencia en todo tipo de ser vivo, cannabis incluido.

¿Qué son las fuerzas telúricas?

Determinadas zonas de nuestro planeta están sometidas a lo que se conoce como fuerzas telúricas o fuerzas provenientes de las entrañas de la misma Tierra. Son diferentes tipos de energía, entre las que destaca la fuerza electromagnética, fuerzas gravitatorias, etc. que convierten esos lugares en zonas muy especiales a los que la ciencia intenta comprender mejor.

Los Templarios, secta intelectual que nació en las cruzadas durante la conquista de los santos lugares, tales como Jerusalén, fueron grandes estudiosos de la importancia de estos puntos terrestres. Pero no es el objetivo de este reportaje ahondar sobre los Templarios, así que baste decir que fueron incansables estudiosos de los grandes misterios de la vida y el universo. No en vano, la zona de Villaconejos y alrededores está repleta de cuevas repletas de historia y energía. Sin embargo, lo que a nosotros nos ocupa de este reportajes es el “si las fuerzas y el uranio de esta zona pueden tener alguna influencia en la planta del cannabis”. He entrevistado a algunos cultivadores de la zona y, al menos, he sacado una deducción: la planta madura y se cosecha antes que en zonas muy cercanas, a no más lejos de 8 kilómetros. Ocho kilómetros en línea recta no es prácticamente nada…al menos en términos planetarios. Y, sin embargo, he podido ver diferencias de hasta tres semanas en los tiempos de cosechado de plantas iguales, al menos de un mismo pack de semillas y de la misma marca.

Cuando conocí por primera vez esta zona, sobre todo la más cercana al río Tajuña, me llamó la atención el paisaje. Me recordaba a las películas de indios apaches. Cerros desérticos y más cerros desérticos. Es un poco lunático si no fuera por su preciosas matas de tomillo, sus cardos de María y, en general, una generosa colección de “malas hierbas” que se han acoplado a la dureza lunática del lugar. Pero lo primero que se apreciaba a simple vista era que el suelo, como en casi toda España, se componía de arcilla y yeso: pésimas condiciones para el cannabis y para casi todas las especies vegetales. Con un PH elevadísimo y una EC también demasiado alta, este suelo es de lo peor para el cultivo de nuestra querida planta. Sin embargo, el buen cultivador es el que sabe ajustarse a lo que tiene y además obtener un producto de gran calidad. Por supuesto, en esta zona he conocido gente que cultiva en macetas y por tanto no cuentan en este estudio de la influencia de las fuerzas telúricas en el cultivo del cannabis. Los que nos interesan son aquellos que cultivan en el suelo, en tierra madre.

En honor a la verdad no he visto ni un solo cultivo que, practicado directamente sobre el suelo de la zona, haya dado buenos resultados. Pero lo que sí he visto es cómo algunos cultivadores se aprovechan de estas fuerzas energéticas para su beneficio sin tener que pasar por el suplicio de emplear la tierra del entorno. Y ahora es el momento de mencionar a Pepe, un lugareño del pueblo que siendo casi un niño emigró a Holanda en busca de trabajo. En aquella época en España ni se sabía lo que era la marihuana así que cuando comenzó el boom en Holanda, Pepe, de familia de agricultores, se encaprichó con estas plantas y comenzó a cultivar en interior. Sin embargo, pocos años después regresó a su pueblo natal, Villaconejos, y optó por el cultivo en exterior para autoabastecerse. Las plantas que os muestro en este reportaje son suyas así que dejemos que nos cuente cómo se las apaña.

Lo primero que hago es practicar un agujero bastante profundo en el suelo, de hasta un metro de profundidad, pero no muy ancho…” – nos explica. Este agujero lo rellena con tierra de gran calidad, generalmente All Mix, hasta arriba. “Hago el agujero muy profundo pero no muy ancho para que las raíces, a la fuerza, vayan hacia abajo y en breve alcancen la zona de influencia de las fuerzas telúricas…” – aclara. Los cultivos de Pepe son biodinámicos y esta forma de cultivar tiene muy en cuenta tanto las fuerzas terrestres (las telúricas), como las fuerzas del cielo y, sobre todo, la zona de “acaparación”, que es como se llama a la capa del suelo en donde coinciden y se entremezclan las fuerzas terrestres con las estelares, las celestes. “La zona de Villaconejos tiene una capa de acaparación extraordinariamente poderosa debido a la concentración de uranio, entre otros factores…” – aclara subrayando la enorme importancia de este hecho. Por esta razón, nuestro jardinero profundiza tanto en el agujero. “Lo que pretendo es que las raíces, en vez de quedarse en la superficie, ahonden hasta la zona en la que el uranio está más presente y por ello afecta más al cultivo…” – termina. En efecto, al realizar un agujero muy profundo, de hasta casi un metro, pero poco ancho, las raíces del cannabis optan por ir hacia abajo en lugar de crecer hacia los lados, que es lo normal en cualquier especie vegetal. Las raíces comienzan a crecer hacia abajo y hacia los laterales. Pero pronto chocan con un suelo durísimo en los laterales mientras que hacia abajo, el suelo es blando, esponjoso, rico en nutrientes, fácil de atravesar etc. En definitiva, hacia abajo se enfrenta con arcilla y yeso mientras que hacia abajo se encuentra con una deliciosa capa de All Mix, una tierra de extraordinaria calidad.

Sin embargo, aunque la planta se está desarrollando en tierra ajena a la zona, no es menos cierto que están rodeadas por tierra con uranio que afectan al desarrollo de la planta. Todo ese calorcito extra y esa energía del uranio “arropan” al sistema radicular. Y, de la misma manera que los melones de la zona maduran antes, las matas de cannabis también. Pero incluso es más destacable la calidad que desarrollan estas plantas que su cultivo temprano. Las plantas que cultiva Pepe tienen los cogollos más duros que he visto. “Cualquiera los cosecharía a mediados de septiembre….” – nos explica. “Pero mi truquillo está en dejarlos hasta finales. Parece mentira cómo se ponen de resina en estos pocos días…” – nos revela admirado. Pero, por supuesto, para la obtención de una marihuana de excelente calidad se precisa de un protocolo de abonado adecuado a cada circunstancia. “He podido comprobar que estas matas precisan de poquísimo abonado…” – nos cuenta. “No puedo explicar el porqué, pero te aseguro que es así…” – concluye. Y no le falta razón ya que he tenido la oportunidad de ver sus cultivos durante los últimos seis años y he podido comprobar que, en efecto, ha obtenido sus mejores resultados con unos abonados muy específicos y además, muy reducidos.

Pepe germina sus semillas, feminizadas, hacia finales de mayo. Después las deja en una pequeña maceta (de un litro aproximadamente) hasta que alcanzan una cierta madurez, lo cual sucede en un mes o algo menos, para inmediatamente pasarlas en sus agujeros definitivos. Esto sucede, más o menos, hacia el día 20 de junio. Las plantas de cannabis tienen un crecimiento muy particular. Al principio van lentísimas, hasta el punto de resultar preocupantes. Pero, una vez se convierten en pequeñas plántulas y las pasas a su lugar definitivo en el suelo, el crecimiento es exponencial. Te vas tres días y cuando regresas no te puedes crecer todo lo que han crecido. Esta temporada de exterior, las plantas de Pepe han crecido hasta 3,5 metros de altura y eso que las ha dado una poda de altura bastante severa a primeros de julio para evitar que se pusieran demasiado altas y fueran un cante. El primer día que pasan al suelo son abonadas con una dosis media de nitrógeno, concretamente Biogrow, una dosis pequeña de Bioheaven y algo de aminoácidos…”¡Los aminoácidos son la clave del éxito en el cannabis!” – nos revela entusiasmado. Personalmente le doy toda la razón. Los aminoácidos son al cannabis lo que los esteroides a los humanos. ¡Se ponen preciosas y fuertes como bestias! Si me dieran a elegir un solo producto que echar a un cultivo a lo largo de toda su vida, sin duda alguna optaría por los aminoácidos. “Además, parece darse una poderosa sinergia entre los aminoácidos y el uranio que pone las plantas como bestias…” – nos asegura Pepe.

El día 15 de agosto, nuestro cultivador abona por segunda vez. Daos cuenta que hasta este día no han vuelto a ser abonadas. “Las plantas ya miden más de dos metros y medio y están preparadas para un abono más fuerte en términos de EC…” – nos explica. “Así que les hago un mejunje a base de Biobloom y Top Max, BioHeaven…” Este primer abonado llega a una EC de 1,8, lo cual es elevado pero sin pasarse, más aún teniendo en cuenta el tamaño de estas plantas. Y una semana después vuelve a abonar con….¿lo adivináis? Sí Señor, con aminoácidos otra vez. Estos aminoácidos hacen que las raíces del cannabis se pongan a comer con más apetito, si me permitís este símil, y, por ello, las plantas metabolizan mejor todo lo que tiene a su disposición para comer. En estas fechas, las plantas han desarrollado un cepellón tan grande que llega hasta el fondo del agujero de 1 metro de profundidad. El uranio que lo rodea eleva la temperatura ambiental un poco y ello influye en la maduración de las flores (cogollos) acelerando todo el proceso vital de la planta.

Llegado el primero de septiembre Pepe abona por última vez. Para esta ocasión opta por una mezcla potente de potasio (K), un bote pequeño de mermelada de moras y, una vez más, algo de aminoácidos. Si las variedades que cultiva son muy índicas, no abona más. Pero sin son híbridos con mucha parte de sativa y tiempos de cosechado mucho más tardíos, vuelve a repetir este abonado a finales de septiembre. Pero lo más importante de este reportaje es el hecho de conseguir unas plantas tan potentes abonado tan poco. Cuando te lees las indicaciones de abonado de las empresas te quedas alucinado viendo cuánto abono necesitan las plantas. Sin embargo, en esta zona, con unas cantidades de uranio muy elevadas y con unas fuerzas telúricas tan poderosas que son motivo de estudio desde hace siglos por parte de las sectas más intelectuales, la naturaleza da frutos espectaculares. Los melones de Villaconejos, la huerta de Aranjuez, la vega del Tajuña, etc. Toda una zona de relevante fama por la categoría de sus productos hortofrutícolas. Es curioso lo poco que sabemos de la realidad de nuestro planeta. Es curioso que ignoremos tantas cosas que pueden cambiar al ciento por ciento la calidad de los productos que consumimos. Y, desde luego, la marihuana de esta parte del planeta no es una excepción. Bien cultivada alcanza unas cuotas de calidad poco frecuentes. Personalmente, puedo jurar que nunca he visto cogollos tan prietos, tan repletos de pringosa resina que, una vez seca y curada, da cogollos duros como piedras.

Sin embargo, no olvidemos que la clave del éxito de pepe y otros cultivadores de esta zona, es saber aprovechar el hecho real de que esta zona está repleta de uranio, fuerzas telúricas, gran electromagnetismo, etc. Es una tierra misteriosa y eso es algo que se nota nada más adentrarte un poco por esos cerros que nos recuerdan paisajes lunares. Pero ojo, hay que saber cultivar. Esta tierra es demasiado salvaje tal y como está. Hay que domarla, hay que ajustar el cultivo y así se podrá obtener lo que ahora os muestro en estas fotografías. Como reportero he procurado centrarme en los tricomas de estas plantas para poder mostraros cómo la combinación de las fuerzas naturales y el saber de un cultivador dan como resultado esta extraordinaria marihuana.

Hasta siempre, Cultivadores.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.