Por Nvidia

Una vez tratados los puntos básicos sobre armarios, iluminación y ventilación en el anterior número del cultivador, comenzamos a entrar en “materia orgánica” con todos los consejos que un cultivador novel puede necesitar para obtener un excelente cultivo de interior.

Antes de entrar en materia sobre germinación, crecimiento o floración, debemos tener muy claro qué variedades queremos cultivar. Las variedades índicas o con predominancia índica son aquellas que, por lo general, presentan una floración corta (en torno a las ocho semanas desde que cambiamos el ciclo lumínico a 12/12) y que apenas doblan su altura durante esa etapa. Los híbridos son una caja de sorpresas, ya que pueden mostrar las características de las variedades índicas, o por el contrario de las variedades sativas, por lo que aventurarse a dar datos sobre cualquier híbrido sin conocer sus parentales es sencillamente inapropiado. Por lo general, presentan una floración media, que puede rondar entre las ocho y las diez semanas, aunque depende mucho de cada variedad.

Tanto las variedades índicas como las variedades híbridas con predominancia índica son las más recomendadas para cultivadores noveles o experimentados, siempre que hablemos de cultivo de interior, dada su facilidad de cultivo y su corta floración. Conocer todos los datos de la variedad que queremos cultivar es sumamente importante, ya que podremos darles una altura determinada durante el crecimiento para saber con qué altura terminarán el ciclo de floración, teniendo presente la altura del espacio de cultivo con la que contamos. Por poner un ejemplo, la variedad Big Bang, una índica, dobla su altura durante el periodo de floración, por lo que podemos mantenerla en periodo de crecimiento hasta que tenga unos treinta centímetros de altura, sabiendo que, cuando termine la floración, ningún ejemplar superará los sesenta centímetros de media, y de este modo respetará la altura máxima de nuestro indoor y podremos dejar una distancia óptima entre lámpara y puntas.

 

 

Las variedades sativas, o híbridos con predominancia sativa, son las menos recomendadas para los cultivadores noveles, dada su complejidad. Estas variedades crecen desmesuradamente durante la etapa de floración, algo que puede ser un gran inconveniente si contamos con una limitación de altura (los 2 metros que suele medir un indoor es una limitación de altura importante, creedme). Además, estas variedades suelen presentar unos periodos de floración muy largos, que pueden ir desde las diez a las catorce o quince semanas de floración, por lo que precisan muchos cuidados. Estas variedades sólo son recomendadas para cultivadores experimentados o para cultivos de exterior.

Investigar un poco sobre la variedad que hayamos pensado cultivar no sólo nos facilitará los datos para dar a las plantas una altura adecuada durante la etapa de crecimiento, sino que nos orientará sobre qué cantidad de nutrientes debemos aportarles y qué tiempo de floración estimado tendrán. Perder unos pocos minutos en investigar estos datos nos ahorrará muchas complicaciones durante el cultivo. Los propios bancos de semillas (o empresas suministradoras de semillas) ofrecen por lo general toda esta información en sus páginas web.

Si tenéis pensado cultivar diversas variedades simultáneamente, procurad que todas se estiren más o menos en igual medida durante el ciclo de floración; así evitaréis montar una selva indomable en vuestro indoor. Una vez elegida la variedad -o variedades- a cultivar, y anotados todos los datos importantes que podamos encontrar sobre ellas por la Red, habrá llegado la hora de comenzar.

GERMINACIÓN

Aunque el proceso de germinación es sumamente sencillo, existen varios consejos que pueden ayudarnos a obtener un porcentaje de éxito muy elevado. Por lo general, poner una semilla en el sustrato y regar es suficiente para que nuestras pequeñas se abran y den lugar a la plántula, aunque con este sencillo sistema no obtendremos el alto porcentaje de germinación que podríamos obtener siguiendo los consejos que ofrecemos a continuación.

Poner las semillas en un vaso de agua con una cucharada pequeña de agua oxigenada durante unas doce horas ayudará enormemente a una correcta germinación. Este proceso de escarificación ablandará el pericarpio de las semillas, lo cual, a su vez, facilitará la salida de la radícula, seguida por la plántula. El agua oxigenada eliminará también los posibles patógenos que pueda contener el agua. Es recomendable dejar el vaso con el agua y las semillas en un lugar templado, donde la temperatura media ronde los 24º. Existe una ridícula leyenda urbana que dice que las semillas que no se hunden en el agua siguiendo este procedimiento no germinarán. No hagáis caso de este tipo de leyendas urbanas, que no hacen más que confundir a los cultivadores menos experimentados.

Una vez transcurridas las doce horas en remojo, podemos pasar las semillas con mucho cuidado a un tupper donde previamente habremos colocado una servilleta de papel humedecida a modo de cama, y depositaremos las semillas encima, sin necesidad de cubrirlas con otra capa de papel húmedo. El tupper debemos dejarlo cerrado para que mantenga la humedad en su interior. Un lugar oscuro y templado (unos 24º) es el idóneo para guardar el tupper de veinticuatro a cuarenta y ocho horas, el tiempo que tardará la semilla en mostrar una radícula alargada con una longitud de dos a cuatro centímetros, por lo general. El papel de cocina o servilleta de papel que hemos depositado en el interior del tupper a modo de cama nunca debe estar encharcado, pues se pudrirían las semillas y raíces; sólo debe estar humedecido. Tampoco debéis usar nunca algodón para germinar, ya que las raíces se enredarían en éste, sería muy complicado desprenderlas y podrían llegar a romperse.

Mantener una temperatura que ronde los 24º de media durante todo el proceso de germinación es sumamente importante, ya que ayudará a las semillas a salir del estado de latencia o dormancia, muy acusado en semillas conservadas en climas fríos o en neveras (todos los grows deberían mantener sus semillas en neveras, para una correcta conservación de las mismas).

Una vez transcurrido este tiempo, después de comprobar que las semillas han mostrado sus radículas, procederemos a la siembra de las mismas, con muchísimo cuidado para no dañarlas, ya que en este estado son sumamente sensibles. En este momento es cuando comienza el periodo de crecimiento.

 

CRECIMIENTO

Antes de entrar en materia con el crecimiento, debemos haber seleccionado un buen sustrato orgánico para sembrar nuestras recién germinadas semillas. Para los cultivadores con algo de experiencia, recomiendo sin lugar a dudas cultivar en coco, un medio inorgánico que nos ayudará a controlar todos los parámetros nutricionales de nuestras plantas, pero para cultivadores noveles o que simplemente no quieran calentarse tanto la cabeza, un buen sustrato orgánico como el que podemos encontrar en cualquier grow -de Canna o Atami- es sin duda la mejor opción.

Dentro de esta opción -que es la que trabajaremos en el artículo con el fin de no complicar en exceso el cultivo- tenemos otras dos alternativas: adquirir tierra “light” o “pre-abonada”. La primera opción es la que personalmente recomiendo, aunque ambas son válidas. La primera viene con un porcentaje de nutrientes medio-bajo y deja en nuestras manos la decisión de abonar cuando consideremos oportuno. La segunda viene con una carga extra de nutrientes, poco recomendada para algunas de las variedades que cultivaremos. Así pues, supongamos que hemos elegido la opción de comprar un saco de tierra “light” para comenzar con nuestro cultivo.

No os calentéis la cabeza con mezclas caseras de humus, tierra, arlita y lo que se os vaya ocurriendo. Los sustratos que venden en los grows vienen perfectamente equilibrados para el cultivo de cannabis y no precisan de ningún extra inicial. Una vez tenemos el sustrato preparado en pequeñas macetas o vasos de plástico, con el fondo agujereado para que el agua de riego drene correctamente, podemos sembrar las semillas germinadas y comenzar con el primer ciclo de la etapa de crecimiento: “los diez primeros días”.

Durante estos primeros diez días, que comienzan a contarse desde que sembramos las semillas ya con la raíz en el sustrato, no es necesario aportar una iluminación intensa a nuestro cultivo. Con cualquier lámpara de bajo consumo (de unos 25 W) o algunos tubos fluorescentes, podremos iluminar los cotiledones de nuestras pequeñas y su primer par de falsas hojas.

Es importante mantener un ciclo de iluminación constante, que puede ser de veinticuatro horas continuas de luz, o de dieciocho horas de luz y seis de oscuridad, para ahorrar un poco en electricidad. Este horario lumínico debemos mantenerlo durante todo el ciclo de crecimiento, a fin de no estresar a nuestras pequeñas. La humedad del interior del armario de cultivo debe rondar el 60% – 70% durante todo el crecimiento. De esta forma la planta se hidratará correctamente y crecerá a buen ritmo.

Una vez transcurridos los diez primeros días, cuando nuestras pequeñas ya hayan abierto su primer par de falsas hojas y comiencen a crecer buscando formar nudos, es hora de empezar con una iluminación decente. Aunque los tubos fluorescentes o las bombillas de bajo consumo son una opción válida y bastante utilizada, no hay nada mejor para este periodo de crecimiento que una lámpara de Halogenuros Metálicos (HM), que podremos acoplar en la mayoría de los casos al balastro que tenemos preparado para el ciclo de floración.

Estas lámparas (HM) ofrecen una luz blanca–azulada que favorece una distancia internodal corta y un desarrollo espectacular de la materia vegetal. El inconveniente es que dan bastante calor, al igual que los sodios, por lo que habrá que regular su altura de forma que en las puntas de nuestras plantas nunca se superen los 27º (pueden crecer hasta con 35º, pero el desarrollo es mucho más lento, ya que la planta lucha por no deshidratarse, y por ello dedica mucha menos energía al crecimiento).

No es necesario abonar durante las tres o cuatro primeras semanas de crecimiento, ya que el sustrato, aunque sea “light”, contiene todos los nutrientes necesarios para esta primera fase de desarrollo. Un medidor de ph es de uso obligado para corregir la acidez del agua de riego y estabilizarla a 6,2. De esta forma, la planta podrá absorber bien los nutrientes que necesita del sustrato. Un nivel inadecuado de acidez (ph) puede ocasionar un crecimiento desastroso, una continua presencia de carencias en nuestra planta por no poder absorber bien los nutrientes, e incluso deformaciones o la muerte de nuestras pequeñas.

Los riegos deben ser cuidadosos. Durante los primeros días podemos usar un pulverizador para humedecer el sustrato (ojo, no hay que encharcarlo porque las raíces se pudrirían), y una vez las raíces hayan colonizado el primer pequeño contenedor (o vaso de plástico) se hará un trasplante a contenedores de más capacidad. Con esto se busca estimular al máximo el desarrollo radicular de nuestras plantas, ya que una planta con un buen sistema radicular podrá nutrirse adecuadamente cuando más lo necesite, que suele ser durante el periodo de floración (durante la floración, la planta apenas dedica energía a expandir su sistema radicular; es por ello que debemos estimularlo todo lo posible durante el crecimiento).

No penséis que por abonar antes vuestras plantas van a crecer más rápido o fuertes. Eso es completamente falso. En mi modesta opinión, sólo debemos abonar cuando la planta lo demande, cosa que hará mostrando alguna carencia en sus hojas. Es mucho mejor que la planta muestre carencias y entonces abonarla, que abonarla sin necesidad, lo cual puede ocasionar crear un estado de sobrefertilización. Por lo general, si usamos un sustrato “light”, el primer abonado debe hacerse a partir de la tercera semana de vida. Sí que es recomendable -aunque no en todos los riegos- añadir algún estimulador de raíz.

¿Cuánto tiempo debe durar la etapa de crecimiento? Un mínimo de cuatro semanas. Esto tiene una explicación muy sencilla. Las plantas de cannabis de variedades índicas, o híbridos con predominancia índica, tardan este tiempo en madurar sexualmente. Si les cambiamos el ciclo lumínico (ponerlas a floración a 12/12) antes de que maduren sexualmente, no comenzarán a florecer, sino que estirarán mucho y crearán una distancia internodal demasiado amplia en busca de luz. Hay cultivadores que comienzan con un ciclo lumínico de 12/12 desde que germinan, con la errónea idea de que así comenzarán antes a florar, aunque la única realidad es que sus plantas estarán mucho más espigadas, pero no florecerán antes por ello.

Otra ventaja de darles un ciclo de crecimiento mínimo de cuatro semanas es que las plantas sexarán. Esto significa que mostrarán su sexo sin necesidad de que hayan comenzado a florar, algo realmente útil si partimos de semillas regulares y no feminizadas. Podéis ver cómo es el sexado de una planta en la imagen adjunta. El tiempo máximo de crecimiento depende ya de la altura mínima con la que queramos comenzar la floración, teniendo presente que, como mínimo, la planta doblará su tamaño durante el ciclo de floración, por lo general.

Dado que en el periodo de floración la planta hará un gran esfuerzo en crecer durante las primeras semanas, es conveniente abonar nuestras pequeñas antes de cambiarles el ciclo lumínico. Para los cultivos en tierra (sustrato orgánico), lo mejor -con diferencia- son los abonos naturales, el humus de lombriz o cualquier preparado “BIO” que nos recomienden en nuestro grow de confianza.

 

 

 

FLORACIÓN

Es aquí, en este periodo del cultivo, donde veremos los resultados de todo el esfuerzo que hemos realizado durante la germinación y crecimiento de nuestras pequeñas. La floración comienza cuando cambiamos el ciclo lumínico de nuestras plantas de 24/0 o 18/6 a 12/12, doce horas de luz y doce de absoluta oscuridad. Sé que es muy tentador asomarse a mirar las plantas cuando están el ciclo de oscuridad, o mostrarlas a algún amigo cultivador que nos visita, pero no es nada recomendable pues el mínimo resquicio de luz puede estresar nuestras plantas y ocasionar hermafroditismos o retrasos en la floración. Cuidad bien de que durante el ciclo de oscuridad no haya ningún piloto encendido dentro del indoor (por ejemplo, el del interruptor de las regletas/ladrones).

 

Existe una leyenda urbana que dice que las plantas no absorben la luz verde, y que con una luz de ese color podemos iluminarlas durante su ciclo de oscuridad sin que suceda nada. Esto es completamente falso: si bien es cierto que la luz verde es la que más se refleja y menos se asimila, también es cierto que no pasa desapercibida para nuestras plantas, por lo que las estresará.

Durante las tres primeras semanas de floración, nuestras plantas crecerán bastante y doblarán o triplicarán su tamaño, dependiendo de la variedad que estemos cultivando (de ahí la importancia de buscar toda la información posible sobre nuestras variedades antes de cultivarlas). Después comenzarán a formar flores que con el tiempo se convertirán en hermosos cogollos. Durante esta etapa es importante usar un abono específico de floración, bien sea guano de murciélago o cualquier producto preparado “BIO” que nos recomienden en nuestro grow.

La iluminación más adecuada para este ciclo es el vapor de sodio de alta presión (HPS), pues aporta bastante más nivel de rojo que las lámparas de Halogenuros Metálicos, lo que beneficiará a nuestras plantas. Podéis usar el sodio desde el primer día de floración, o a partir de la segunda/tercera semana; es indiferente. Por supuesto, se puede florar con bajo consumo, tubos fluorescentes o leds, y también con la lámpara de Halogenuros Metálicos que hemos usado durante el crecimiento, pero los resultados finales no serán los mismos. El sodio es, sin lugar a dudas, la iluminación más indicada para esta etapa.

Debemos controlar también el nivel de humedad, y es recomendable situarlo entre el 40% – 50%. Un nivel de humedad demasiado alto beneficiaría la aparición de hongos y plagas, por lo que no es adecuado realizar el ciclo de floración con un nivel de humedad elevado.

Existen mil tipos de aditivos que prometen mayores cogollos, mejor sabor, más potencia, etc. No entraré a detallarlos todos, aunque sí os invito a realizar alguna prueba si ya los tenéis en casa. Dejad un ejemplar sin aplicarle estos aditivos y aplicádselos a otro de la misma variedad, a ver si el resultado es el que prometen, o por el contrario, ambos ejemplares floran correctamente. No os dejéis engañar por la falsa publicidad de muchos productos. Haced la prueba que os comento. Es sencillo y entretenido; así observaréis los resultados por vosotros mismos.

Las plantas de cannabis, cuando comienzan a engordar sus cogollos, demandan principalmente fósforo y potasio. Es por ello que un abono de floración rico en PK será lo único que realmente necesitéis, aunque nunca está de más aplicar de vez en cuando alguna solución enzimática, bien comprada en un grow o fabricada de forma casera, como ya comentamos en números anteriores. Durante este ciclo es recomendable mantener un ph de 6,4, para que la planta asimile mejor el fósforo y potasio.

El ciclo de floración en este tipo de variedades (índicas/híbridos con predominancia índica) suele rondar las 8 o 9 semanas, así que no desesperéis y observad tranquilamente cómo van formándose los cogollos, engordando y madurando. Si no disponéis de un microscopio para ver la maduración de los tricomas y saber cuándo cortar, basaos en el tiempo que os indiquen en el banco de semillas o en los pistilos. Cuando el 75% está maduro, la planta suele estar en su punto.

Un pequeño truco para que las plantas resinen bien consiste en bajarles la temperatura ambiente durante los últimos diez días. Intentad bajar la temperatura a unos 10º durante estos últimos días y veréis cómo se incrementa el nivel de resina abundantemente.

En la próxima entrega veremos cómo realizar una cosecha, un correcto secado y el curado, así como algunos extras más sobre el cultivo. Mientras tanto, sed felices. Nvidia.

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Parte IParte IIParte III

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.