Navarra se queda sin el principal espacio de trabajo de reducción de riesgos y de daños, y todos perdemos un referente; una de las entidades decanas en este campo en el Estado

Nacida en el año 1994, la asociación navarra Hegoak ha decidido cerrar la persiana. La falta de posibilidades de trabajo durante la pandemia y, sobre todo, la absoluta falta de apoyo institucional en este complicado periodo ha sido la puntilla que ha obligado a esta dramática decisión.

A través de una nota de despedida (que se puede leer aquí) el equipo de Hegoak describe las adversidades a las que se ha tenido que enfrentar durante toda su existencia, especialmente la escasez económica y las continuas dificultades administrativas para lograr financiación y apoyo institucional estable. Según denuncian en su comunicado, las posibilidades para desarrollar su actividad han venido demasiado marcadas por el devenir político y normativo en Navarra. La falta de apoyo real y decidido y la tibieza política, cuando no directamente la cobardía institucional ante posibles escándalos interesados en tan delicado tema, ha condicionado su continuidad hasta llegar, en último término, a hacerla inviable. Por ello, la Asociación lamenta la imposibilidad para poder consolidar a largo plazo en su región la estrategia de reducción de riesgos en el consumo de drogas.

Hegoak (“alas”, en euskera) nunca antes había dejado de atender a las personas usuarias de drogas que requerían de sus servicios. Pese a todas las trabas, la entidad ha sido un punto de referencia en la actividad preventiva tanto en Navarra como en el Estado. Con su desaparición se pierde, por lo tanto, toda una institución en el ámbito de las drogas y un grupo de profesionales con una cualificación y una experiencia excepcionales; un trabajo y un acumulado de conocimientos que no puede ser sustituido fácilmente.

Han sido veintiocho años de trabajo, de esfuerzo, de ilusión, de dedicación y de ganas para trasformar los modelos de ocio por otros más conscientes y responsables. Y los resultados han sido extraordinarios; la respuesta de la gente ha sido siempre de aprecio, de puro agradecimiento y por supuesto de apoyo, pero éste queda muy lejos (es casi inversamente proporcional, en la mayoría de las ocasiones) al recibido por parte de organismos oficiales.

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En nuestras entidades de reducción de riesgos nos encontramos con serias dificultades económicas y, por tanto, con precariedad laboral. Quienes desarrollamos nuestra labor en el ámbito asociativo lo sabemos perfectamente. Quienes ponen trabas también lo saben. Hace falta mayor audacia y coherencia política e institucional. Es necesario el establecimiento de convenios estables, no dependientes del color político de quien gobierne, ayudas directas en épocas excepcionales (como la que hemos vivido) para garantizar la supervivencia del tercer sector, modelos participativos en la elaboración de los planes sobre drogas que verdaderamente apoyen la reducción de riesgos y de daños, etc.

Hace falta además apostar decidida y valientemente por un marco de abordaje realmente centrado en la Salud Pública y, por tanto, en la ciencia (no por uno basado en el sistema penal) porque sólo desde ese enfoque se puede hacer algo digno de ser llamado “prevención”. Como denunciaba hace ya más de tres décadas el Grupo IGIA, en la mayoría de las ocasiones “las campañas preventivas son la expresión hecha discurso de los criterios políticos penalizadores con los que se está afrontando el tema”, y a ellas, y sobre todo a ese callejón sin salida llamado “control de la oferta”, se siguen destinando ingentes cantidades de recursos mientras enfoques más sensatos y eficaces se condenan casi a la inanición.

Así pues, queremos reconocer la dilatada experiencia de Hegoak. Su desaparición es una gran pérdida para el conjunto de la sociedad, es negativa para el desarrolllo de planes y programas preventivos y supone un toque de atención, cuando no una amenaza, para las asociaciones que trabajamos en el tema, siempre desde un complicado funambulismo económico.

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Las entidades aquí firmantes expresamos nuestro más profundo agradecimiento a Hegoak y nuestra admiración hacia las personas que han formado parte de ella y hacia el legado que dejan. Es un ejemplo de trabajo y de inspiración y lo seguirá siendo. Estamos muy orgullosas de haber compartido espacios comunes de trabajo y de haber coincidido con su equipo en múltiples eventos. Por todo ello, nos solidarizamos absolutamente con Hegoak e instamos a todas aquellas instituciones y personas que se han beneficiado de su labor a que demanden la necesidad de llenar el hueco que deja. Estamos seguras de que el estruendoso silencio de su ausencia supondrá sólo un paréntesis y no una estación final, y que, transformadas o no, veremos la alas volando de nuevo.

            Gracias Hegoak, hasta siempre… Esker mila, lagunak, ikusi arte

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.