La bioponía es un híbrido especial: nace del encuentro entra la hidroponía y el cultivo orgánico, dos formas de cultivar plantas que se encuentran en las antípodas la una de la otra.

Por Noucetta Kehdi

Como la mayoría ya saben, la hidroponía consiste en cultivar plantas en un sustrato neutro o sumergiendo solo las raíces en solución nutritiva. A su vez, el cultivo orgánico depende de la tierra como fuente principal de nutrientes para la planta. Es fundamental contar con un terreno rico y sano en el que nueva materia orgánica se esté descomponiendo constantemente para que así las plantas tengan nuevas fuentes de alimento. Estos dos tipos de cultivo dan lugar a situaciones muy distintas en la zona radicular. Conseguí salvar las distancias entre ambos en 2005, cuando patenté la bioponía: la utilización de BioSevia, un nutriente certificable como ecológico, en una solución hidropónica con sustrato y también con raíces desnudas. Desde entonces, es posible cultivar de manera orgánica utilizando tecnología hidropónica.

Raices producidas en cultivo biopónico
Raíces producidas en cultivo biopónico

A continuación, me gustaría explicar a los que no tengan las ideas muy claras la diferencia básica entre un nutriente orgánico y uno mineral:

En primer lugar hay que aclarar que el mineral, el alimento absorbido por la planta, es el mismo en ambos casos. No obstante, la forma en la que se presenta en la tierra o en la solución nutritiva, según el caso, es muy diferente. Cuando una sal mineral se disuelve en agua, se descompone en iones (elementos con carga eléctrica) que la planta puede asimilar directamente. En un nutriente orgánico el mismo mineral se presenta de forma “compleja”; es decir, encapsulado en una molécula orgánica. Para liberar el mineral y que así la planta pueda absorberlo es necesaria la actuación de bacterias u hongos que descomponen la molécula orgánica: la dividen en componentes más pequeños, liberando sus minerales en forma de iones que la planta puede asimilar. En la tierra, este proceso de descomposición tiene lugar gracias a los numerosos microorganismos siempre presentes. Además, las plantas completan su dieta absorbiendo minerales provenientes de la descomposición de rocas, también disueltos en agua en forma de iones. Por lo tanto, para reproducir la situación que se da en la naturaleza solo es necesario utilizar estas dos fuentes de nutrición vegetal: polvo de roca natural y materiales orgánicos no sometidos a tratamiento químico. Cuando se añade materia orgánica, aunque sea líquida, a la solución nutritiva que sirve de alimento a la planta, se debe reproducir el mismo proceso de descomposición de moléculas que tiene lugar en la tierra. En otras palabras, hay que incorporar al sistema organismos vivos. Añadir más vida supone un nivel adicional de complejidad para ti, el creador de esa pequeña “biosfera”, ya que los microorganismos no se pueden controlar de manera tan fácil y precisa como los demás parámetros.

La producción biopónica se basa en el concepto de agricultura sostenible

Por lo tanto, ahora necesitamos aliados, microorganismos. ¿Y cómo los conseguimos? Una posibilidad es dejar que la naturaleza siga su curso. Esta opción funciona con el tiempo, dado que los microorganismos siempre están presentes en el ambiente y también en nuestra piel y dentro de nuestros cuerpos. Están en el aire, en el agua… en todas partes. Esta “vida” en la solución nutritiva no es nada nuevo, pero la descomposición será lenta y es posible que las plantas sufran mientras no se almacena en la solución una reserva de nutrientes. Por ello, es preferible acelerar el proceso añadiendo Trichoderma, una variedad especial de hongos que colonizan las raíces de las plantas en una relación simbiótica. Se encuentran en terrenos sanos, pero también se adaptan bien a vivir en sustratos inertes. Desempeñan muy bien su trabajo, son fáciles de obtener y no resultan caros.

Los Trichoderma son hongos que necesitan un punto de fijación para desarrollarse. Si usa un sustrato con una cierta cantidad de fibra de coco o cualquier otro material orgánico no tendrá problema, lo colonizarán. No obstante, si utilizas bolas de arcilla, lana de roca o cualquier otro sustrato mineral necesitará lo que se denomina “biofiltro”. No es nada misterioso, se trata tan solo de un espacio bien oxigenado que contiene sustratos en los que los microorganismos pueden crecer y reproducirse. Encontrarás biofiltros de todas las formas y tamaños en tiendas de acuarios y páginas web. Se suelen colocar en el tanque y llevan incorporada una pequeña bomba que drena la solución, que circula por el biofiltro y vuelve a caer en el tanque. Esta circulación adicional complementa la de la bomba principal y es una fuente más de oxígeno, muy necesario para alimentar a los organismos del filtro. Con el paso del tiempo, otros organismos beneficiosos serán atraídos por el alimento y el oxígeno y colonizarán el biofiltro y la zona radicular, permitiendo una descomposición de los nutrientes aún más eficiente.

Fresas en bioponía

pH

Aunque el nivel de pH no es tan determinante como en una solución nutritiva mineral, debe mantenerlo en un intervalo que permita a los microorganismos prosperar. Este intervalo se sitúa entre 5 y 7, aproximadamente, aunque el pH tiene una tendencia natural a aumentar. Redúcelo progresivamente, evitando grandes cambios que puedan perjudicar a la flora microbiana. A las plantas les gusta la estabilidad, sobre todo en las raíces, que están acostumbradas a que la tierra tenga un pH muy estable. Si solo quieres utilizar materia orgánica, puedes reducir el pH utilizando ácido cítrico; no obstante, un poco de ácido fosfórico no altera ni el sabor ni la calidad de la cosecha final. Evita el ácido clorhídrico y el ácido acético (vinagre), ambos son tóxicos para las plantas. Un descenso drástico del pH es una alarma que avisa de la muerte de una gran cantidad de microorganismos. Si esto sucede, es importante averiguar la causa, tratarla y volver a empezar con una solución nueva y una nueva población de Trichoderma.

Conductividad eléctrica

La conductividad debe ser mucho más baja que en una solución mineral. Esto se debe a que si el mineral no proviene de una molécula orgánica, el contador EC no lo registra, por lo que en la solución habrá más alimento que el que muestra el contador. No es necesario añadir mucho fertilizante en el tanque: una pequeña cantidad es suficiente dado que se siguen liberando nutrientes a las plantas durante bastante tiempo. Por desgracia para el fabricante, no hace falta una gran cantidad de nutriente para obtener una buena cosecha. Empieza con una EC de 0,6 a 0,7 mS, que equivale a unos 2 ml por litro de nutriente. Vete aumentando poco a poco, a lo largo de una semana, hasta llegar a una EC de 1 mS. Añade más nutriente solo si la conductividad baja a menos de 0,8 mS, pero no la subas a más de 1 mS.

Ten en cuenta que una cantidad elevada de materia orgánica en el sistema puede ser contraproducente: por ejemplo, puede bloquear la absorción de las raíces. No parece difícil, pero debes tener cuidado para proporcionar a tus plantas cuanto necesitan. Para decidir cuál es el mejor momento para añadir más nutrientes también es importante el examen visual: observa atentamente tus plantas, sus raíces, el color y la transparencia de la solución nutritiva, etc. La bioponía se gestiona tanto con la vista como con parámetros de pH y EC, que siguen siendo referencias importantes. Contar con un poco de experiencia ayuda a decidir las dosis adecuadas, pero a la mayoría de la gente le va bien ya en el primer intento.

En lo que respecta a temperatura, humedad, nivel de CO2, luz, etc., los demás parámetros del espacio de cultivo son similares a los de las plantas cultivadas en hidroponía o en tierra, los requisitos básicos son los mismos. Los sistemas biopónicos o los nutrientes no son más que una pieza de un puzle complejo que debes resolver para crear un entorno favorable para tus plantas. La bioponía solo es responsable de parte del resultado final: desempeña un papel fundamental en la calidad de la cosecha, pero la cantidad se controla con muchos otros parámetros. La bioponía no compensa la falta de luz, la insuficiencia de CO2 o la mala genética, por mencionar algunos. La humedad, un factor que con frecuencia se pasa por alto, también cumple una función importante en la salud vegetal: la humedad relativa influye en la  tasa a la que una planta puede transpirar y por lo tanto afecta a la tasa a la que puede absorber agua.

El principal enemigo de la bioponía es el calor. Es un enemigo que comparte con la hidroponía, aunque las consecuencias son diferentes. Cuando se calienta la solución nutritiva utilizada en bioponía, aumenta de modo extraordinario la población y la voracidad de la vida microbiana, ya que con el calor se acelera su metabolismo. También aumenta de modo extraordinario la cantidad de nutrientes liberados, lo que lleva a que la conductividad eléctrica pueda dispararse en muy poco tiempo, incluso en 24 horas, algo que matará las raíces. Por eso se recomienda mantener una conductividad eléctrica baja al cultivar en bioponía.

La bioponía es una forma de cultivo muy económica, porque solo consume una fracción del agua y los nutrientes necesarios en cualquier otra técnica de cultivo: con el cultivo orgánico se pierde agua en la tierra, con la hidroponía crece una masa verde innecesaria. La producción biopónica se basa en el concepto de agricultura sostenible. El objetivo es proporcionar menos nitrógeno a la planta e inclinar la balanza a favor de las fases de floración y fructificación más que del crecimiento vegetativo, que puede ser muy abundante pero no sirve más que para producir compost. Además, durante el cultivo no es necesario cambiar a menudo la solución nutritiva, basta con hacerlo una vez cada 3 semanas o incluso una vez al mes. Tampoco se debería desechar la solución nutritiva: es muy beneficiosa para regar plantas en tierra, tanto en macetas como en jardín. Para reducir al mínimo el volumen de solución que debe renovar puede dejar que se reduzca a un nivel bajo, pero tenga cuidado de que no se acumule demasiada materia orgánica en ese pequeño volumen.

En términos de calidad, el producto cosechado tiene el mismo sabor y valor nutricional que el mejor producto cultivado en tierra de modo ecológico; es imposible distinguirlos. Incluso es posible que el biopónico sepa mejor, ya que la bioponía elimina algunos de los obstáculos que limitan el crecimiento de las plantas y permite que expresen mejor todo su potencial genético. Por ello, la elección de las variedades que cultive influirá mucho en el resultado final. En términos de cantidad, la cosecha es menor que cuando se utilizan minerales, como también sucede en tierra, pero una de las ventajas es que la rotación es mucho más rápida que en tierra, por lo que con un sistema biopónico obtendrá más cosechas al año que en el mejor terreno orgánico.

Saboreando tomates de cultivo biopónico

El beneficio adicional de la bioponía es que la gran población microbiana actúa como excelente barrera contra los patógenos. Las raíces están protegidas por un ejército de organismos benignos que impiden de manera eficaz el desarrollo de cualquier patógeno. Si las mantienes bien oxigenadas, las raíces estarán sanas y serán inmunes a los ataques de hongos. La clave, eso sí, es el oxígeno, aún más que en la hidroponía tradicional, porque lo consumen todos los elementos del sistema, tanto raíces como microorganismos. Para mantener la solución bien ventilada muchas veces es necesario añadir una piedra de aire potente al tanque principal. La morfología de las raíces en hidroponía es diferente que en tierra, desarrollan lo que llamamos “raíces de agua”, que suelen ser más delgadas y delicadas que las raíces en tierra. En bioponía las plantas desarrollan raíces más robustas, un auténtico híbrido entre las de tierra y las de hidroponía. En las pruebas realizadas para comparar las plantas cultivadas en hidroponía clásica con las cultivadas en bioponía, con frecuencia he visto que las enfermedades se desarrollan en las plantas alimentadas de forma mineral y casi nunca en las alimentadas de forma orgánica, aunque los sistemas estuvieran uno al lado del otro y se cultivaran las mismas plantas. Las plantas biopónicas son algo más pequeñas que las que crecen en la hidroponía tradicional, pero cuando hablamos de resistencia a los patógenos radiculares son sin duda más fuertes.

Desde 2005, muchos cultivadores han probado la bioponía. En la amplia mayoría de los casos han obtenido un éxito tras otro y yo sigo aprendiendo sobre esta técnica gracias a sus comentarios. En nuestro invernadero de investigación todavía utilizamos minerales para ciertas pruebas, pero siempre hay algún proyecto biopónico en curso y cada vez son más frecuentes. ¡Es un auténtico placer ver que las plantas crecen tan sanas y tan rápido! Prueba tú también, estoy segura de que después no verás la hidroponía (¡ni la tierra!) de la misma manera.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.