La Extracción Casera del Hachís

Tras cosechar y secar nuestras plantas, con los cogollos ya curando en sus tarros de cristal, llega el momento de decidir lo que haremos con nuestra hierba. En esto cada cual tiene sus propias preferencias y mientras hay quienes optan por fumarse los cogollos tal cual, otros gustan más de paladear un buen costo casero.

 

 

Por norma general, los más entendidos prefieren fumar este tipo de hachís, pues es un producto de gran calidad y es mucho más potente que la hierba o el costo comercial. Para la elaboración casera de hachís se suelen emplear los restos secos de la manicura y los cogollos bajos de las plantas, más pequeños y fofos, pero conviene recordar que el mejor hachís siempre se obtiene de los cogollos más hermosos de las puntas. Cuanta más potencia tenga la matera prima que usemos, mejor será el hachís que obtendremos. Por orden de potencia, las partes que más resina contienen de una planta y por tanto las que más colocan son: los cogollos de las puntas, el resto de cogollos, las pequeñas hojas que envuelven los racimos florales, las hojas más grandes y el tallo. El resto de la planta (la raíz y las semillas), así como las plantas macho no contienen cantidades significativas de THC por lo que no pueden ser usadas para hacer costo. 

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A grandes rasgos, se puede decir que el hachís es el producto que resulta de recoger, amasar y prensar las cabezas de los tricomas, esas glándulas resinosas que recubren los cogollos y gran parte de las hojas de nuestras plantas. La psicoactividad de la resina depende de su origen. Si la materia de la que se extrae la resina es poco potente, el preparado será poco potente. El hachís es un concentrado por lo que sus efectos varían en función de la marihuana de la que se extrae. Las variedades con predominancia sativa tienen tricomas más pequeños que las variedades con predominancia índica y cada una produce unos característicos efectos. Así pues el hachís resultante de las variedades sativas será más eufórico, energético y psicoactivo que el costo elaborado a partir de plantas de variedades con predominancia índica, con un efecto mucho más narcótico y sedante.

Los componentes principales del hachís son los cannabinoides, los más importantes son tres: el THC (que da el efecto del colocón), CBD (que degrada a THC cuando se descarbolixa) y CBN (que es el THC degradado). Tanto el CBD y CBN son psicoactivos, pero en menor medida que el THC y tienen un efecto claramente narcótico. El hachís de calidad debe tener un porcentaje elevado de THC, y poco de CBD y de CBN. En la mayoría de los países productores de hachís, el producto se cuida poco y se deja secar al Sol directamente por lo que una gran parte del THC de las plantas se degrada transformándose en CBN mucho más sedante y narcótico, efectos característicos producidos por el hachís comercial. Las plantas de exterior al estar sometidas al aire y el viento, el Sol, la lluvia, el polvo y la contaminación ambiental (sobre todo en las grandes ciudades) producen glándulas de resina de menor tamaño que las de las plantas cultivadas en interior bajo un ambiente controlado y protegido. 

Un Poco de Historia 

Históricamente la elaboración del hachís, al igual que el cultivo de la planta, han sido siempre procesos artesanales ligados a la vida de las gentes que trabajan la tierra, como ocurre aun hoy en algunas zonas de Asia o Nepal, donde el hachís se sigue extrayendo de las plantas frescas (sin cortar o causar daño a las plantas) frotando con las manos suavemente los cogollos y hojas. El proceso usado es simple pero resulta muy eficaz. Cuando los dedos están llenos de resina, se frotan sobre un plato para obtener bolitas o churritos de costo que luego serán amasados hasta formar una bellota más grande que después se prensa hasta quedar lista para fumar. Dependiendo de las pasadas que se den frotando a las plantas, se pueden obtener diferentes calidades de charas en función de un mayor o menor contenido de materia vegetal.

 En Pakistán, se utiliza un método muy similar durante la recolección de las plantas, pero en lugar de las manos se usan unas vestimentas de cuero especialmente ideadas para pasearse entre las matas y que las resinas de estás queden pegadas al cuero. Después sólo hay que rascar el hachís, amasarlo y prensarlo hasta que esté listo para ser consumido. Estos tipos de hachís reciben generalmente el nombre de “Charas” y son de menor potencia y calidad que el hachís tamizado o extraído al agua ya que contienen más impurezas. Durante la cosecha de nuestras plantas podemos sacar unos porros de charas utilizando unos guantes de latex durante la recolección y el manicurado para que la resina de los cogollos se quede pegada a los guantes mientras los manipulamos. Después sólo hay de dar la vuelta a los guantes y dejarlos enfriar en el congelador un rato para que el costo solidifique y se despegue sin problemas. No suele salir más de uno o dos porros por guante, pero merece la pena hacerlo en lugar de tirar la resina como muchos hacen.

 

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El “tamizado” es el sistema típico usado en países como Marruecos, Líbano y Afganistán para elaborar el hachís más comercial. El proceso básicamente consiste en sacudir las plantas en seco sobre unos tamizes para que caigan las glándulas de resina seca que recubren los cogollos. Después, el polvo o polen resultante del tamizado es o bien amasado y prensado en frío para obtener el llamado “polen marroquí, o bien es amasado y prensado en caliente para elaborar el clásico costo marroquí. En Marruecos, Líbano, Holanda o Pakistán el prensado se realiza de forma mecánica utilizando prensas accionadas por gatos hidráulicos de entre 10 y 20 toneladas de presión. El resultado son esas tabletas de 100gr de hachís tan características y conocidas por todos. Estos sistemas de extracción están más orientados a la producción comercial y en ellos se inspiran gran parte de los modernos sistemas de tamizado y de extracción con agua y hielo aparecidos durante la década de los noventa en los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Holanda.

 

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Tamices, Mallas y Cedazos

   

Sin duda, la parte más importante de todo sistema de extracción de resina es el tamiz, la malla o el cedazo que usemos para separar las diferentes calidades de resinas de la materia vegetal. Por lo general, se emplean como mínimo dos mallas para hacer el hachís, ya que dependiendo del grosor de la malla o tamiz (micraje) que usemos durante la extracción obtendremos diferentes calidades o tipos de resina siguiendo un principio muy simple: a menor micraje (grosor) de la malla mayor calidad de la resina. El micraje del polvo de resina doble cero extraído en seco es diferente que el de la resina extraída con agua, así para el tamizado en seco emplearemos mallas de un micraje de entre 50µ y 150µ, y para la extracción al agua de entre 38µ y 220µ.

    

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En nuestra Grow Shop de confianza encontraremos Kits en los que se incluyen diferentes bolsas de extracción tanto para hierba de interior como para hierba de exterior, y en diferentes tamaños en función de la cantidad de costo que queramos hacer. Los migrajes más comercializados son, de menor a mayor: 25µ, 45µ, 73µ, 90µ, 100µ, 120µ, 160µ, 190µ, y 220µ. Además de estas bolsas para la extracción, en nuestra Grow Shop habitual encontraremos diversos sistemas de tamizado manuales y mecánicos para la extracción de hachís, más o menos baratos y muy sencillos de usar, tanto para la extracción en seco como al agua. Si queremos comprar el tamiz suelto o ya enmarcado deberemos buscar en otras tiendas como las de serigrafía, imprentas y tiendas de arte y manualidades. Las mallas usadas para serigrafía están fabricadas en un tejido sintético o metálico, muy fino, resistente y homogéneo que las hace ideales para el tamizado en seco.

   

Antes del cribado, tanto sí este es en seco como si es usando agua, debemos secar bien las plantas y dejarlas al menos un par de días en el congelador para que el frío endurezca las glándulas de resina y nos ayude a desprenderlas con mayor facilidad. Normalmente, primero se desprenden las glándulas más grandes y maduras, seguidas por las cabezas de resina más pequeñas y las glándulas menos maduras, así como pistilos, trocitos de hoja y otros restos de materia vegetal. Cuando tamicemos (especialmente en seco) debemos tener cuidado para no forzar la materia vegetal a través del cedazo, ya que las glándulas de resina se rompen y adhieren al tamiz y a los restos de materia vegetal sin opción a poder ser recuperadas.

   

Sistemas de Tamizado o Extracción en Seco

   

Entre los diferentes sistemas de extracción de resina en seco podemos diferenciar dos tipos: los sistemas manuales y los mecánicos. Las mallas enmarcadas para serigrafía resultan perfectas para el cribado y tamizado de la resina a mano. Se componen de una malla bien estirada fijada a un marco de madera o de metal. Cuando compremos una de estas mallas de serigrafía, debemos fijarnos bien en el tamaño de los poros para asegurarnos de elegir el adecuado, entre 50µ-60µ para una primera calidad, y entre 135µ-150µ una segunda. El mejor lugar para tamizar nuestra hierba es sobre una mesa de cristal o una superficie lisa y poco porosa donde no pueda quedar pegada la resina.

 

 

 

 

 

Una vez hayamos elegido el lugar donde hacer el hachís y tengamos nuestra malla lista, procederemos a desmenuzar los cogollos y el follaje sobre la misma malla. Después sólo tenemos que hacer que esta vibre golpeando el tamiz o frotando los cogollos con suavidad durante 5 ó 6 segundos, cambiando los cogollos y repitiendo la operación hasta que se nos acabe el material para cribar. De ésta primera pasada obtenemos una calidad equivalente a un “primera” marroquí o a un doble cero. Para recoger este “polvo dorado” que ha quedado debajo del tamiz conviene ayudarse de una tarjeta de crédito o una espátula de plástico. Cuando lo hayamos amontonarlo todo podremos amasarlo y prensarlo en una pieza de hachís. El polvo de resina potente tiene un color entre blanco cremoso y dorado, los tonos de colores verdosos nos indica la presencia de impurezas y restos vegetales en el polen.

 

 

El Polmmaker o Hash Maker es un invento similar, pero por su sencillez, pequeño tamaño y bajo costo, se ha ganado la simpatía de muchos de los amantes de la resina. El aparato consiste en un par de tubos de PVC que encajan el uno en el otro con dos tapas para cerrar los extremos y un cedazo bien tensado en el interior. El sistema es muy sencillo: se introduce la hierba por uno de los lados (normalmente el lado con tapa de rosca) junto con una pieza pequeña sin aristas como una moneda o una canica, y se mueve enérgicamente todo de arriba a bajo con las manos para obligar al polen a caer en el otro compartimento. Dependiendo de la fuerza que empleemos para batir el Polmmaker y del tiempo que lo hagamos obtendremos un producto de mejor o peor calidad. Después se recoge el polvo que ha quedado en el compartimento de debajo del tamiz y amontonamos todo en la palma de nuestra mano para amasarlo y prensarlo en una pieza de hachís, una tarea simple y que no requiere más de media hora de trabajo, tal y como se explica un poco más abajo.     

 

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 Los modernos sistemas de extracción mecánica que mencionábamos anteriormente facilitan mucho el trabajo y reducen el tiempo de extracción. El Pollinator, inventado y popularizado por “Mila Pollinator” en la década de los noventa en Holanda es quizás el más conocido de todos ellos. Mila es una de las personas que más tiempo han dedicado a investigar, aprender y enseñar a otros sobre la extracción de la resina y la elaboración del hachís. Fruto de esa dedicación y esfuerzo son los diferentes sistemas y aparatos patentados y comercializados por Pollinator Company como el Pollinator, el Ice-o-Lator, o más recientemente el Bubleelator para la extracción mecánica al agua.     

 

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El Pollinator, que da el nombre a la empresa, es básicamente un tamiz motorizado con forma cilíndrica que usa la fuerza centrífuga que le confiere su pequeño motor eléctrico para separar el polen o resina seca en polvo de las hojas y los cogollos. La malla que hace de tambor cilíndrico en el Pollinator tiene un grosor 150µ y gira dentro de una caja de plástico especialmente ideada para poder rascar después todo el polen de las paredes.

 

 

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El principio de funcionamiento es simple: cuanto más tiempo gire el tambor o más velocidad lleve este, menor calidad tendrá la resina que atraviese la malla y más restos tendrá de materia vegetal. Por lo general se deja funcionar el aparato entre dos y cinco minutos para obtener una primera calidad, y entre cinco y seis minutos para una segunda. Una vez finalizado el proceso podemos recoger el material para amasarlo y prensarlo como es debido. A parte del Pollinator de Mila, podemos encontrar en el mercado diferentes sistemas y modelos basados en el tamiz motorizado, como el sistema alemán Top Zeef. Este, es quizá el más parecido al Pollinator, pero tiene la ventaja de ser un aparato totalmente plegable y ocupa mucho menos espacio. Para más info sobre estos sistemas consultar en las páginas de: www.pollinator.nl, y en www.top-zeef.com/body.html. Los restos que nos han quedado de la hierba tamizada se pueden volver a congelar para usarlos más tarde y sacar parte de la resina que aun queda en ellos con un sistema de extracción con agua fría.

 

Sistemas de Extracción al Agua   

El hachís al agua se basa en un sencillo principio físico: enfriar la resina para endurecer las glándulas de tricoma (más densas y pesadas que el agua) y poder separarlas fácilmente de la materia vegetal con la ayuda de un tamiz. Este sistema garantiza la extracción de un producto de máxima calidad y pureza, un hachís limpio que burbujea característicamente al ser quemado en pipa de cristal y que arde sin dejar apenas residuos por lo que recibe el nombre de Bubble hash (hachís de burbuja) o hachís de fusión completa.

 

 

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La extracción moderna del hachís al agua comienza en los años noventa con la publicación en 1998 de “Hashish” (Robert Connell Clarke) un libro versado en las diversas y novedosas técnicas de extracción de hachís en el que se detalla el “secreto de Sadu Sam”. Este celebre californiano fue uno de los primeros cannabicultores en utilizar el agua fría para separar la resina de los restos de materia vegetal. El método de extracción de hachís al hielo ideado por el propio Sadu Sam funciona siguiendo un principio muy simple: enfriar las glándulas de resina (tricomas de ahora en adelante) para que se endurezcan y se hundan mientras los restos de material vegetal (hojas y palos) quedan flotando en el agua.

 

 

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Para que el sistema funcione correctamente debemos usar agua por debajo de 5º C, sino las glándulas se volverán pegajosas y quedaran adheridas a los restos vegetales. Las bolsas de nylon donde están las mallas o cedazos son las encargadas de separar la resina de hoja y los restos vegetales, que quedan atrapados en la red microscópica formada por el tamiz de la bolsa de extracción. En función del grosor de esta malla se obtienen las diferentes calidades de hachís al agua. Los grosores o micrajes más utilizados son: 38-45µ, 60µ-75µ, 90µ-120µ, 150-180µ y 220µ. Los Kits de extracción holandeses de Ice-o-lator medianos al igual que los canadienses de la marca X-tractor traen tres mallas de 70µ, 185µ y 220µ. Aunque se pueden comprar otros cedazos de 38µ, 45µ, 120µ y 150µ. En cambio los australianos Bubblebag y los canadienses Pay Load ofrecen kits de tres (220µ, 73µ y 25µ), cuatro (220µ, 160µ, 73µ y 25µ), cinco (220µ,160µ,120µ,75µ,20µ), y ocho bolsas (25µ, 45µ, 73µ, 90µ, 120µ, 160µ, 190µ, y 220µ) y comercializan todos estos micrajes por separado para que cada cultivador elija o complete su kit de extracción al gusto. El diseño de estas bolsas también es distinto al de otros incorporando malla hasta los laterales de la bolsa para facilitar la extracción, y anillas de metal para su sujeción.  

 

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El proceso de extracción al agua es bastantes sencillo: lo primero es colocar en un cubo las bolsas de extracción empezando siempre por la de menor grosor (generalmente viene indicado en una pequeña etiqueta en la parte superior de la bolsa) hasta colocar la más grande donde quedan atrapados los restos de materia vegetal. Cuando se colocan las bolsas hay que cuidar que estas queden bien ajustadas al cubo y vigilando que entre ellas haya suficiente separación. Una vez colocadas las bolsas es el momento de añadir los restos vegetales, el hielo y el agua fría (lo más fría posible) dejando el cubo unos 10-15cm sin rellenar, y dejamos reposar 15 minutos. No conviene llenar las bolsas con muchos restos vegetales pues los tricomas necesitan espacio suficiente para poder pasar y caer en las otras mallas. Con ayuda de un termómetro se comprueba la temperatura del agua para asegurarnos que esta entre +1°C y +4°C, entonces es el momento de comenzar a batir con la ayuda de una batidora o taladro.

 

 

 

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Remover entre 10 y 15 minutos, dependiendo de la cantidad de hierba (esto podemos repetirlo otra vez luego) a velocidad baja y dejar reposar otros 15 minutos para que los tricomas puedan hundirse hasta el fondo de las mallas. Las bolsas se sacan una a una empezando por la más grande de 220µ que es la encargada de separar los restos de materia vegetal de las glándulas. Hay que sacar y escurrir con cuidado las demás bolsas cogiendo cada una por los extremos con ambas manos, moviendo suavemente de arriba a abajo y de un lado para otro la masa de tricomas para dejar pasar mejor el agua por el cedazo. También se pueden dar pequeños golpes con la palma de mano en el la malla para ayudar al agua a pasar mejor entre las glándulas de resina. Cuando la bolsa termine de escurrir quedará llena de un material pastoso color pardo o dorado (los ansiados tricomas).

 

 

  

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Después se dobla la malla y acaba de escurrir con ayuda de un poco de papel de cocina para secar al máximo la masa de tricomas. Retiramos el hachís del cedazo sirviéndonos de una cuchara o cualquier utensilio similar que nos pueda ayudar a rebañar la malla, y lo dejamos secar en un lugar seco, fresco y oscuro. Es importante tener distintos recipientes preparados para dejar secar cada tipo de resina por separado. Repetir estos pasos con el resto de las mallas más finas del sistema hasta extraer la resina de todas las bolsas.

 

 

Dependiendo de la calidad de la materia prima podemos volver a batir los restos una o dos veces más para extraer la mayor cantidad posible de resina. Una vez hallamos finalizado el proceso debemos pasar el hachís por un colador para deshacerlo en pequeños granitos que faciliten el secado del producto. Después sólo nos queda esperar que seque bien antes de comenzar con el prensado para que las glándulas de resina no se estropeen o dañen por la humedad. Uno de los errores más comunes cometido por los novatos es prensar la resina antes de que esta se haya deshidratado del todo. Lo adecuado es esperar entre siete y diez días para asegurarnos de que las resinas quedan realmente secas antes de proceder a amasar y prensar para transformar el material en hachís.    

Amasado y Prensado del Hachís  

Cuando se trata de prensar pequeñas cantidades de hachís, la mejor opción es recurrir al prensado manual. Para prensar a mano, se reúnen de uno a cuatro gramos de resina en polvo sobre la palma de una mano y con la otra se aplica presión y se trabaja para que las pequeñas glándulas de resina queden cohesionadas. La mezcla, ha de amasarse con las manos limpias para poder conseguir una consistencia y texturas uniformes. Se debe presionar también con el pulgar en la palma de la mano llena de polen para conseguir darle forma a una pequeña pieza de hachís con forma de bola o bellota.

 

 

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Continuamos amasando y presionando con el pulgar hasta que el hachís quede completamente cohesionado y sea maleable. Esto nos llevara entre veinte minutos y media hora como poco. Recuerda que contra más puro sea el hachís antes se compactara y podrá fumarse. Al prensar el polvo de resina para unirlo y trabajarlo con las manos se rompen y oxidan las glándulas de resina haciendo que el costo se vuelva de color más oscuro. Si el polvo extraído en seco prensa fácilmente y permanece cohesionado con poca presión significa que estamos ante un producto de gran pureza.

 

 

 

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El hachís que contiene impurezas como restos vegetales, polvo, tierra, sudor o ceniza de un porro es más difícil de prensar y suele ser necesario el uso calor para que la masa tome la forma y texturas adecuadas. Como ya mencionamos anteriormente, debemos asegurarnos antes de prensar nuestra resina al agua, de que esta esté completamente seca, o de lo contrario la humedad quedará atrapada en el hachís.   

 

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También podemos realizar el prensado a mano ayudándonos de un envoltorio de plástico o de celofán. La técnica consiste en introducir el polvo de resina en una bolsa de plástico (a ser posible transparente para que no deje restos de cloro o pintura) o en un envoltorio de celofán para contenerlo durante el prensado. Una vez está el polen en el celofán hacemos una bola sujetando el plástico por un lado y girándolo por el otro extremo tal y como se muestra es las fotografías. La presión ejercida por el plástico al girarlo sobre si mismo prensa el polvo lo bastante como para transformarlo en hachís, tarea que no nos llevará más de una hora.

 

Otra versión de esta técnica consiste en meter la pequeña bolita de polvo de resina en un envoltorio de celofán dentro de uno de nuestros zapatos y caminar con ella durante una hora al menos. El resultado es muy similar al anterior. Cuando se trate de prensar cantidades más grandes podemos usar un rodillo o una botella (a modo de rodillo) para amasar y prensar el polen hasta que este adquiera la consistencia adecuada. La resina extraída al agua no reacciona igual al prensarse que el polvo de resina tamizado y por norma general requiere algo más tiempo para ser prensado. Usando un trozo de celofán y envolviendo la pieza de hachís conseguimos una textura final limpia y brillante, y una consistencia homogénea y gomosa. Cuando el hachís está bien trabajado (sobretrabajado) adopta una consistencia blanda y pegajosa a temperatura ambiente, debido a la gran cantidad de resina liberada por las cabezas de los tricomas.    

Conservación del Hachís  

Al igual que hicimos con nuestros cogollos, para poder conservar intactas todas las propiedades del hachís que hemos elaborado debemos protegerlo de la luz, el calor, el aire y la humedad. La luz y el calor son dos de los factores que más degradan los principios activos de la resina. La luz, al igual que el aire degrada rápidamente los compuestos activos del hachís, y el calor acelera los procesos químicos (incluida la oxidación) por lo que hay que evitar que el hachís quede expuesto a la luz directa del Sol. Además, la combinación del calor y la humedad pueden producir mohos, hongos y estropea el sabor y olor del hachís. Si queremos conservar nuestras resinas largos periodos de tiempo sin que estas pierdan sus propiedades, olores y sabores deberemos tener en cuenta todos estos factores.

 

Por norma general el hachís en polvo se estropea antes que el hachís prensado, pero es recomendable envasar ambos tipos en recipientes con cierre hermético, aunque tengamos pensado consumirlo en poco tiempo, y guardarlo en la nevera de casa para evitar la luz y los cambios bruscos de temperatura. En el caso del hachís al agua de alta calidad podemos usar tubos de cristal con tapón de corcho como los utilizados en los laboratorios durante los ensayos clínicos. De esta forma podemos guardar los diferentes tipos de resinas o calidades intactas hasta que vallan a ser consumidas.

 

 

Apunta siempre la fecha de producción y la de envasado, así como la variedad o variedades empleadas en la elaboración usando una etiqueta autoadhesiva para distinguir luego los tipos, variedades o calidades. Cuando llegue el momento de consumirlas sólo habrá que sacarlas del congelador cinco minutos antes para trabajarlo un poco y adquiera su consistencia habitual. Si queremos almacenar mucho tiempo nuestras resinas el sistema más adecuado es el envasarlas al vacío, ya que así protegemos el hachís sin que este pierda sus propiedades y su frescura, en estos casos el mejor lugar para almacenar el costo es el congelador, sino la nevera es suficiente.

 

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