No es ninguna ‘broma’. Los adolescentes deberían pensárselo dos veces antes de iniciarse en el consumo regular de marihuana. Los datos de un nuevo trabajo avalan que fumar ‘porros’ antes de los 16 años causa cambios en el cerebro, lo suficientemente serios como para afectar a ciertas capacidades cognitivas.
Se observan en los escáneres cerebrales que científicos del Hospital McLean, afiliado a la Universidad de Harvard (EEUU) han realizado a un grupo de 33 jóvenes fumadores a los que han comparado con 26 adolescentes sanos que no ‘se daban’ a los canutos. Al parecer, aquellos expuestos a la marihuana de forma precoz muestran una activación en ciertas regiones del cerebro que no se detectó en los no fumadores. Los cambios neuronales registrados no se ‘captaron’ tampoco en los jóvenes que se iniciaron en los ‘porros’ después de cumplir los 16 años, lo que sugiere que es la exposición temprana la que más impacto tiene en el cerebro.
Celso Arango, jefe de Sección de Psiquiatría en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y de la Unidad de Adolescentes de este centro, reconoce a ELMUNDO.es que “cualquier factor ambiental de suficiente intensidad puede producir cambios en cerebros plásticos , como los de los adolescentes. El ‘cannabis’ o la marihuana no son una excepción. Además, se ha demostrado recientemente que aumentan el riesgo de esquizofrenia, sobre todo cuando el consumo comienza precozmente. Se sabe que su uso empeora el curso y pronóstico de personas con esta patología. Por ello, no es sorprendente que se demuestre que también tiene efectos perjudiciales para la cognición”.
Staci Gruber, director del departamento de Neuroimagen Cognitiva y clínica del centro estadounidense, defiende que “las investigaciones sobre cómo la marihuana produce cambios en los cerebros en desarrollo son muy importantes, dado que se trata de la droga ilegal que más se consume al otro lado del Atlántico”.
En la investigación se realizó, asimismo, una batería de pruebas diseñadas para medir la función ejecutiva, que valora los procesos cerebrales responsables de las habilidades y comportamientos que implican el pensamiento abstracto, la toma de decisiones, la flexibilidad cognitiva y la corrección de errores.
“Los usuarios crónicos de la droga daban respuestas equivocadas de forma reiterada, a pesar de que se les avisaba del error. Este hecho, que se observa en los bebés, se denomina falta de flexibilidad cognitiva”, destaca el director del ensayo que ha sido presentado durante la celebración de la reunión anual de la Sociedad de Neuroimagen que se está celebrando en San Diego (EEUU).
Mayor consumo El ensayo ha puesto sobre la mesa, además, que es mayor el número de adolescentes que se iniciaron antes de los 16 años en el consumo y que fuman más cantidad y más veces a la semana (un 25%) que el de los que se encendieron su primer ‘porro’ más tarde, un 12%. “El grupo de inicio temprano fumaba casi tres veces más gramos de la sustancia a la semana”, insiste el científico Gruber.
Pero los datos más relevantes de la investigación son los aportadas por las pruebas cognitivas. Al parecer, los chicos y chicas más precoces en el uso de ‘cannabis’ cometieron el doble de errores en las pruebas de función ejecutiva que los que comenzaron más tarde.
El doctor Arango puntualiza, no obstante, que pese a estos resultados se debe tener en cuenta que “el problema con este estudio es que los que comienzan a usar la marihuana a muy corta edad tienen también otros factores de riesgo (familias más desestructuradas, más riesgo de accidentes, mala nutrición, etc.) que también se relacionan con una peor cognición”.
“El cerebro en desarrollo es vulnerable”, asevera Gruber. “Si se habla de legalizar la marihuana, antes hay que tener en cuenta que no es completamente benigna. Es necesario establecer normas y guías para los más jóvenes teniendo en cuenta el gran número de adolescentes que la toma”.