El uso de drogas alucinógenas está prohibido desde los años 60, cuando se dejaron sin efecto decenas de investigaciones científicas en torno al uso médico del LSD, sin embargo un documental de Netflix retoma la temática y explica cuáles son sus efectos desde lo científico y lo místico
La plataforma Netflix ha apostado fuerte por los documentales entre los que se destaca “Cómo cambiar tu mente”, estrenado en julio de 2022, basado en el libro homónimo de Michael Pollan, escritor, periodista, activista, profesor de Práctica de No-Ficción en la Universidad de Harvard y profesor de periodismo en la Escuela de Postgrado de la Universidad de California en Berkeley.
Pollan propone esta miniserie en la que cada capítulo aborda un tipo de droga psicoactiva distinta, comenzando con el LSD, su historia y el posible uso medicinal en pequeñas dosis, llamadas “microdosis”.
El LSD y el mundo espiritual
El LSD es considerado un enteógeno, porque puede canalizar intensas experiencias espirituales, durante las cuales los usuarios pueden sentir que han entrado en contacto con un orden espiritual mayor.
En este sentido es importante hacer una breve diferenciación entre este término y “alucinógeno” ya que tanto etimológica como fácticamente aluden a sustancias y consumos distintos.
El antropólogo Julio Glockner Rossainz destaca “No se trata de hacer circular un sinónimo más en el vocabulario, el neologismo viene de las raíces griegas en theos genos, que significa, “generar lo sagrado” o “engendrar dentro de sí lo sagrado”, sentido que apunta en una dirección muy distinta del término alucinógeno, que viene del latín allucinari, que significa ofuscar, seducir o engañar, haciendo que se tome una cosa por otra.
Stanislav Grof (uno de los fundadores de la psicología transpersonal y un investigador pionero en el uso de los estados alterados de conciencia con el propósito de sanación, crecimiento e introspección) escribió que las “experiencias religiosas y místicas” observadas durante las sesiones del consumo del LSD parecen ser fenomenológicamente indistinguibles de descripciones similares en las escrituras de las grandes religiones del mundo y los textos de civilizaciones antiguas.
“Las personas que buscan expandir su mente con psicoactivos se llaman psiconautas -continua Pollan en el documental-. Tenemos que pensar en estas sustancias con una mirada objetiva, sin pensar en los pre conceptos heredados”, y agrega “Qué tal si los trastornos de salud mental como TEPT (Trastorno de estrés post traumático), TOC (Trastorno obsesivo compulsivo), alcoholismo y depresión, pudieran tratarse con sustancias psicoactivas como el LSD”.
Qué dice el conocimiento tradicional
Más adelante, el documental explica los motivos por los cuales las investigaciones en torno al uso del LSD cesaron y desapareció la información recabada hasta ese momento. Lo que se encuentra hoy en la web está claramente diferenciado entre la “versión oficial” desde la medicina, y las páginas que hacen una discreta apología de su uso (recordemos que está prohibido en casi todos los paises del mundo) tanto desde el punto de vista espiritual como desde el recreativo.
La página de divulgación médica Medilineplus.gov, explica algunas cuestiones básicas y advierte: “Las personas que usan LSD llaman a sus experiencias alucinógenas “viajes”. Según la cantidad que se tome y la manera en la que responda, un viaje puede ser “bueno” o “malo”.
Un buen viaje puede ser estimulante y placentero. Un mal viaje puede ser muy desagradable y atemorizante. El peligro del LSD es que sus efectos son impredecibles. Eso significa que, al usarlo, no sabe si tendrá un buen viaje o un mal viaje. No hay manera de saber cómo le afectará”.
En la página oficial del gobierno de la provincia de Buenos Aires, sale una breve explicación acerca de qué es el LSD y advierte: “Físicamente provoca la dilatación de pupilas, sudoración, falta de apetito, insomnio, sequedad de la boca, temblores y aumento de la temperatura corporal, frecuencia cardíaca y presión arterial. Sus efectos pueden durar hasta unas 12 horas. Los usuarios frecuentes de LSD manifiestan síntomas parecidos a la esquizofrenia o la depresión aguda”.
En tanto que Wikipedia sostiene que “algunos usuarios de LSD tienen escenas retrospectivas cuando partes de una experiencia con drogas, o viajes, regresan, incluso sin usar la droga de nuevo. Las escenas retrospectivas, conocidas en inglés como flashbacks, suceden en momentos en los que aumenta el estrés y tienden a suceder con menor frecuencia e intensidad luego de suspender el uso del LSD. Algunos usuarios que tienen estas experiencias frecuentemente tienen dificultades para vivir su vida cotidiana”.
La página española de lucha contra las adicciones ccadicciones.es, advierte: “Puede que el consumidor, sometido a experiencias cada vez más frustrantes, quiera dejar la sustancia; en cualquier caso, el proceso es arriesgado en sí mismo por los destructivos efectos secundarios simultáneos al consumo”.
Incluso una vez abandonado el consumo, “existen riesgos psicológicos por la probabilidad de desarrollar una depresión o un trastorno de ansiedad. Aun cuando es difícil seguir la evolución, sabemos que cada año en Estados Unidos, más de 2.000 personas solicitan ayuda profesional para tratar su dependencia al ácido.
Apogeo y prohibición de las investigaciones
“Todos escuchamos cosas aterradoras con respecto a los psicoactivos, así que los investigué detenidamente y me sorprendió lo que encontré: Primero, no son drogas adictivas, no son tóxicas, no se conoce una dosis letal de LSD. Eso no quiere decir que no existan riesgos”, asegura Pollan y agrega “algunas personas propensas a enfermedades mentales graves, como esquizofrenia, pueden tener un brote psicótico por un mal viaje con psicodélicos”.
El Hospital Universitario Basel, en Suiza, actualmente está llevando a cabo una investigación con voluntarios tanto sanos como enfermos. “En una situación en la que te guían y estás en un ambiente seguro, minimizan la posibilidad de que pase algo malo”, asegura Pollan.
Desde 1950 a 1965 hubo un periodo de investigación muy fértil, específicamente sobre LSD, “se la consideraba una droga milagrosa, pero – hoy en día- hubo que excavar mucho, porque la habían borrado por completo de la historia de la ciencia”, asegura el documental.
En su entrevista, Albert Hoffmann, doctor en química e intelectual suizo que fue el primero en sintetizar e ingerir LSD (y que curiosamente vivió 102 años), cuenta que estaba buscando una droga para las mujeres después del parto.
“El ergot es un hongo que crece en las plantas de centeno. Durante las pruebas de LSD notamos que los animales del experimento permanecían alerta, por lo que la droga no despertó interés en los farmacéuticos ni en los médicos”. En la entrevista Hoffmann relata la sensación la primera vez que consumió LSD: “Fue horrible y tortuoso” recuerda, “pensaba que era el final”. Hoffmann, había calculado la dosis al igual que con otras drogas, por lo que consumió una cantidad abrumadoramente alta. El LSD -explica el documental- debe tomarse en una vigésima parte de lo se requiere en un medicamento normal.
Cuando los efectos disminuyeron salió al jardín y vio todo con una frescura especial “parecía que el mundo estuviera recién creado, empecé a disfrutar de colores nunca vistos e imágenes caleidoscópicas y la percepción acústica se transformaba en en una experiencia visual. Al otro día me desperté feliz, sintiendo que iniciaba una nueva vida”, relata el químico.
Como el laboratorio para el cual trabajaba Hoffmann no sabía para qué servía el LSD, decidió abrir un programa de investigación y desarrollo, y le enviaron la sustancia a cualquier investigador o terapeuta del mundo que quisiera probarla.
De este modo, la década del 50 se convirtió en un periodo de gran avance. En Canadá, el psiquiatra Humphry Osmond experimentó en sí mismo y en varios pacientes, inclusive se la suministró a su amigo Aldoux Huxley, quien luego de probarla escribió el libro “Las puertas de la percepción”.
Según registra Pollan, entre 1950 y 1965 hubo más de 40 mil personas que consumieron LSD como sujetos de investigación, se generó una profusa bibliografía científica y se brindaron conferencias internacionales acerca de los últimos avances y el uso de esta droga.
Timothy Leary, psicólogo y profesor de Harvard, experimentó durante 15 años con personas que accedían a consumir LSD o Psilocibina en condiciones de laboratorio, es decir, bajo observación, y concluyeron que las experiencias en cada caso estaban ligadas a las circunstancias personales y al entorno. Ambos conceptos fueron fundamentales, sin embargo Leary y su asistente fueron echados de Harvard.
En 1966, Timothy Leary estableció la Liga para el Descubrimiento Espiritual, con el LSD como su sacramento.
Richard Alpert, también psicólogo, se convirtió en Baba Ram Dass, un maestro espiritual que movilizó a miles de personas, luego de vivir fuertes experiencias místicas tras el consumo de LSD, mientras que la CIA hizo sus propias investigaciones con esta droga en soldados estadounidenses, con el objetivo de saber si se podía usar contra el enemigo.
El documental luego aborda ejemplos de ingenieros de Silicon Valley quienes consumieron LSD, a la vez que la industria de la tecnología crecía en ese lugar, durante los años 70.
Sin embargo, las investigaciones cesaron repentinamente, debido a la política implementada por Nixon, según se explica en el documental. “Los jóvenes, que antes se enlistan para la guerra e iban a morir sin más, ahora por primera vez decidían no participar -en la guerra de Vietnam- y para los ojos de Nixon, los psicodélicos eran los culpables”, y agrega “Los medios cambiaron el discurso acerca de los psicodélicos, publicaron un estudio que decía que estropeaban los cromosomas y en 1970 Nixon la incluyó en la lista de drogas peligrosas, la clasificó como ilícita y sin uso médico”.
Cuando esto ocurrió había unos 60 estudios en curso que quedaron derogados, poniendo fin a cualquier investigación científica. “De pronto la droga milagrosa se convirtió en la droga del diablo”, dice su descubridor, Albert Hoffmann.
Su consumo quedó relegado a la ilegalidad y se popularizó en el movimiento hippie, hasta que poco a poco fue quedando en el olvido. Recién tuvo un resurgimiento en la subcultura rave, sin alcanzar los niveles de su época de apogeo.
El regreso del LSD al laboratorio
En Suiza, donde había nacido, se retomó la investigación. En el 2006, se realizó una conferencia en Oslo para celebrar el cumpleaños número 100 de Albert Hoffmann, en el que el científico estuvo presente. Al finalizar el festejo, los asistentes (reconocidos hombres y mujeres de ciencia de distintas latitudes) firmaron una carta abierta pidiendo a los gobiernos del mundo que permitieran retomar las investigaciones.
Ningún gobierno respondió la carta excepto el suizo, por lo que Peter Gasser, médico psiquiatra de ese país, elaboró un protocolo de investigación, lo presentó y el ministerio de Salud lo aprobó.
La investigación se dirigió a personas con enfermedades graves como cáncer, para tratar la ansiedad y angustia existencial que atraviesan durante la enfermedad. “El LSD en una dosis muy pequeña no es una intoxicación sino que permite un cambio estructural que logra una gran transformación. Es una experiencia que permite conectarnos con el universo, la creación, la naturaleza y los vínculos. Ese es uno de los aspectos sanadores”, dice Gasser.
El doctor Franz Vollenweider, especialista en neuropsiquiatría realiza una investigación en torno a los efectos de los psicodélicos en el sistema neurológico, no solo a nivel de receptores sino también de las sinapsis generadas.
Esta investigación descubrió que los receptores están involucrados en la construcción del Yo. “Todos pensamos ‘yo soy dueño de mis pensamientos’ -dice Vollenweider- pero no sabemos cómo se construye eso en nuestro cerebro. Y como los psicodélicos bajan la guardia y la rigidez del ego, nos permiten estudiar los cimientos del mecanismo consciente, que en estados normales sería mucho más difícil de ver”.
El neuropsiquiatra agrega que los estudios le permitieron aprender que los psicodélicos pueden usarse en psicoterapia y que reducen la ansiedad y el dolor.
Teri Krebs y Pal-Orjan Johansen, de la Universidad de la Ciencia y la Tecnología de Noruega (NTNU) señalan al respecto: “No hemos encontrado que el uso de psicodélicos presente algún riesgo independiente para los problemas de salud mental. Incluso la estratificación por la edad, sexo, abuso simultáneo de otros tipos de drogas o la exposición a un evento especialmente estresante no alteraron de modo sustancial los resultados del análisis. Más bien, en varios casos el uso de los psicodélicos fue asociado a un menor índice de problemas de salud mental”.
Qué es una microdosis
“Es entre una décima y vigésima parte de lo que sería una dosis recreativa, pero la pregunta es ¿Cuál es el beneficio? El 80% de los que la usan reportan que son mejores para la depresión que los antidepresivos.
Ayelet Wladman, escritora con trastorno bipolar, cuenta su experiencia en el libro “A really good day” (Realmente un buen día) acerca del uso de microdosis y cómo esto logró estabilizar su ánimo. Heredó el trastorno de su padre, y a la vez, sentía que no era un buen soporte como madre para sus tres hijos.
Sobre el final, Pollan cuenta su experiencia con LSD y destaca “Una de las cosas que hacen los psicodélicos es revelar todo tipo de secretos sobre la conciencia, que es el mayor de los misterios”.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.