La religión era el opio del pueblo en aquellos tiempos de Marx en los que la entrada a las iglesias era gratuita y el opio un artículo de venta libre. Hoy el opio del pueblo es el alcohol, café, tabaco y drogas de farmacia, mientras las iglesias permanecen cerradas salvo para el sermón y muchas pequeñas ermitas son demolidas. En cada tiempo y lugar el opio ha sido una sustancia distinta pero usada con los mismos fines: curar, aliviar el dolor, dar placer y felicidad, hacer olvidar las penas, procurar sueños agradables, adormecer.

Por L.O.A

¿QUE ES EL OPIO?

No es más que jugo seco de una planta lechosa, que al ser arañada da un látex blanco que se oscurece al contacto con el aire: Papaver somniferum, amapola de opio o adormidera. Descrita ya por los sumerios como “la planta de la felicidad” hace cuatro o cinco mil años, el opio se cultiva desde el Neolítico en toda la cuenca mediterránea desde Andalucía hasta Chipre, por donde crece silvestre una variedad o especie, Papaver setigerum también llamada Papaver iberos, de cabezas mucho más pequeñas. En 1998 arqueólogos catalanes encontraron restos de opio en un diente de las excavaciones neolíticas de Gavà, Barcelona (Senent-Josa 1999). Hasta el siglo XIX en casi toda la Península se cultivaba adormidera, y la vendían drogueros, boticarios, herbolarios y hasta perfumistas (Usó 1996), como hoy la venden en los mercados marroquíes (le llaman harshasha). En 1869 entre 50 y 62.000 kilos de cabezas de adormidera fueron cosechados en España y hasta bien entrado el siglo XX la automedicación con opiáceos fue una práctica bastante extendida. Entre finales del XIX y principios de siglo XX el opio (y sus derivados) fue la droga más consumida en España. El uso lúdico se daba entre marineros, comerciantes, funcionarios y militares que habían tenido contacto con el opio en Oriente. Las distintas preparaciones opiáceas fueron el equivalente de la aspirina, desde el siglo XVII hasta alrededor de 1930. Y aunque algunos se nieguen a reconocerlo en Barcelona había fumaderos de opio, como el descubierto por la policía en 1926 en la calle Salmerón o el que se sabe que había en la calle Guardia (Usó 1996).

En 1670 el médico inglés Thomas Sydenham inventó el láudano, una tintura de opio, azafrán, canela y clavos de olor, todo ello macerado en vino blanco. Hasta el siglo XX el láudano fue uno de los remedios más efectivos y extendidos y también se bebía por sus efectos embriagantes. Según la normativa española de farmacia, hasta 1977 el láudano era una medicina del grupo de las de existencias mínimas obligatorias en todas las boticas. En 1925 costaba 30 céntimos el gramo contra 60 céntimos el opio en polvo. (Usó 1996).

La morfina, aislada del opio en 1805 por el farmacéutico alemán Sertürner, fue la primera droga herbal pura; el descubrimiento revolucionó la industria farmacéutica. Hoy el opio afgano es importante como materia prima en la fabricación de morfina ilegal, llamada “heroína” cuando en realidad muchas veces es sólo morfina, las mafias no suelen molestarse en diacetilizar la morfina. Este caro proceso convierte la morfina en diacetil-morfina más conocida por su nombre de prensa: heroína. El opio se elabora, con casi total exclusividad, sólo en el Afganistán ocupado por el Imperio Norteamericano.

La codeína (=metil-morfina), aislada del opio en 1832, se tomaba y se toma para la tos, afecciones pectorales, diarrea, dolores menstruales, etc. Hoy como en 1932 aún se sigue vendiendo, con o sin receta, una conocida marca de pastillas para la tos a base de 30 mg de codeína clorhidrato. Su consumo diario moderado –y en tratamientos cortos, inferiores a dos meses- regula el sistema corporal, disminuyendo la mucosidad excesiva y las flemas, eliminando la tos, la diarrea, los dolores musculares y artríticos, y actuando como anti-depresivo fomenta la ensoñación y la fantasía. El yonqui que quiere pasar del caballo callejero compra pastis de codeína en las farmacias (sin que le pidan receta en algunas ciudades como Alicante, por ejemplo).

En 1973 se descubrieron las endorfinas (endógenas morfinas), sustancias opiáceas fabricadas por el cuerpo humano. Son las drogas del corredor de fondo, toda esa gente enganchada a correr todos los días –sin que nadie les persiga- se sienten muy a gusto al finalizar su trote diario y ducharse: su recompensa es un chorretón de endorfinas. Otras endorfinas son secretadas cuando la mujer va a dar a luz (“parirás SIN dolor, parece decir la madre Naturaleza), por lo que el feto se chuta también maternales opiáceos (de 200 a 500 ng de morfina por litro de leche, Ott 1998). Tras el parto la criatura sigue tomando morfina disuelta en la leche materna o en la leche de vaca, que también contiene pequeñísimas cantidades de morfina (Ott 1996). Aunque se necesita más investigación, sin duda el opio con sus 39 alcaloides es la sustancia más parecida al sistema cerebral de más de seis endorfinas, y ambas sustancias serían inmuno-estimulantes ( Hogshire 1994). Thomas de Quincey comió opio durante 50años y murió a los 74. Otro famoso escritor, William S. Burroughs, aseguró que su consumo diario de opiáceos fue lo que le ayudó a tener una larga y saludable vida.

REDUCCION DE RIESGOS: MEJOR OPIO QUE MORFINA

Parece indudable que es más sano consumir opio cultivado o recolectado en el campo por uno mismo, que comprar morfina adulterada/envenenada, encarecida y además vendida como supuesta “heroína”. Además “fue la erradicación de los fumaderos de opio lo que condujo a la hegemonía actual de la heroína” (Smith y Carnwath 2006). El único país donde está permitido fumar opio es Laos (Rätsch 2005) De comprar algo lo mejor es pedir harshasha en cualquier mercado marroquí, en temporada de cosecha: cabezas secas de adormidera. Tanto para hacer té como para hacer opio casero en cualquier cocina doméstica (luego diremos como se hace). La reducción de riesgos en los opiáceos es tomarlos por la boca (Ott 2007).

Los poderosos aprovecharon la difusión del opio entre los trabajadores ingleses del siglo XIX, para inventar el bulo de que el opio era peor que las drogas puras: codeína, morfina y heroína. Además como para los médicos es más cómodo dosificar drogas puras que mezclas herbales como el opio, se acabó dando preferencia a las tres hijas del opio antes mencionadas. Aun así, muchos médicos seguían pensando que el viejo jugo de adormidera era superior a todos sus derivados: mucho menos tóxico y adictivo, menos vomitivo y menos depresor de la respiración y del sistema nervioso y que además el opio da, junto a la reducción del dolor, un bienestar positivo (Escohotado 1990). En fechas recientes la Organización Mundial de la Salud (O.M.S) ha reconocido que la morfina es una sustancia poco euforizante (no da alegría, no entona) y por lo tanto es difícil que alguien llegue a desarrollar hábito, lo que en lenguaje oficial se llama adicción. La OMS reconoce por tanto que la morfina es escasamente adictiva. Como la morfina es el principal espíritu activo del opio, sólo nos queda citar al doctor G. Wood, autoridad médica del siglo XIX, que como los demás científicos de su época consideraba que la opiomanía es un vicio, no una enfermedad, destacando que se necesitan entre cuatro y seis meses de opiofagia, comiendo opio todos los días de forma creciente para contraer dependencia “cuyos sufrimientos excedan lo soportable para un hombre con fuerza de voluntad corriente”. El vicio del opio, e incluso el de la morfina, es más fácil de vencer que el alcoholismo (Escohotado 1990).

El tratado de toxicología más usado por los médicos norteamericanos de finales del XIX decía: “Es satisfactorio saber que este vicio puede corregirse, sin gran dificultad, si el paciente lo quiere realmente; el procedimiento adecuado es una disminución gradual de dosis, en cantidades casi imperceptibles, que conduce a la cura en algo más de un año”. Eso mismo le dijeron el otro día a una vecina de 60 años habituada a tomar pastillas para dormir (benzodiacepinas). Somos legión los que asumiríamos la siguiente cita: “La hoja de coca, el opio y el Cannabis podrían ser una buena alternativa a las drogas legales: café, tabaco, alcohol y drogas de farmacia” (Griffith 1993). Aun en 1915 un artículo del periódico de la asociación médica americana decía: “Si toda la materia médica disponible se limitase a una sola droga, estoy seguro de que muchos de nosotros, si no la mayoría, elegiríamos el opio”. Por desgracia hoy nuestra ancianidad está atiborrada de pastillas para que las multinacionales farMAFIAceúticas se atiborren de pasta. Hace unos años la policía sorprendió a unos jubilados cultivando Cannabis y los viejitos replicaron: “es que es lo que mejor nos va para los dolores”. Claro que si, y sin efectos secundarios señor agente. El consumo diario de opio a edades avanzadas no está probado que acorte la vida, al contrario está probado que es compatible con una larga vejez y protege del catarro, la tos o incluso la gripe, sin duda por los cambios orgánicos que induce el consumo habitual. “Mientras no se descubra un euforizante superior, creo que si los viejos pudieran recurrir al opio –como durante milenios sugirieron los médicos- eso les defendería de fármacos mucho más ásperos (y no menos adictivos) para sobrellevar la parte amarga de su condición” (Escohotado 1992).

OPIO POR TODOS LOS ORIFICIOS

El opio es consumido de muchas formas: comido, bebido en infusión con regaliz de palo y zumo de limón (para mejorar el sabor, aumentar la solubilidad de los alcaloides y mejorar la digestión y asimilación reduciendo efectos secundarios), por vía rectal como supositorio, colocando una pequeña bolita debajo de la lengua para ser absorbida por la mucosa bucal, e incluso –si el opio está esterilizado y disuelto en una solución salina como el suero fisiológico farmacéutico- inyectado. Este último método es el menos recomendable porque es fácil que el opio contenga fibra vegetal u otros contaminantes que pueden causar serias infecciones e incluso la muerte (Hogshire 1994). Aunque no es muy popular, el opio puede aspirarse por la nariz si se disuelve en agua caliente. Las hojas de adormidera pueden comerse en ensalada, son crujientes y colocan. Para maximizar los efectos, el opio se toma con el estómago vacío o casi.

La forma más fácil de inhalar los vapores morfínicos es calentando el opio sobre un papel de plata, cuando el vapor sube se inhala con una corta paja. Conocido como “cazar el dragón”, es un buen método para fumar opio fresco que todavía no ha sido desecado. Hace cien años los comerciantes de opio distinguían dos calidades: buen opio con un 10% de morfina o más y baja calidad, con menos morfina. Este último en general se fumaba en pipas de opio. Para saber como se refina el opio y como se fuma en pipa lo mejor es leer los dos extensos artículos publicados en castellano por el animador de Energy Control, Eduardo Hidalgo en la revista Ulises (Hidalgo 2004) y en la revista Cáñamo (Hidalgo 2005). Aunque ya nos advirtió Jonathan Ott de que “la mejor manera de reducir los daños del uso de opiáceos es tomándolos por vía oral”, por la boca, sea opio comido o colocado bajo la lengua para una absorción sublingual más rápida. Este consumo regular confiere según Ott una fuerte inmunoestimulación similar a la Echinacea (planta inmunofortificante que se vende en herbolarios). Además “el opio es el doble de potente por vía oral que fumado” (…) “si los gobiernos en verdad quisieran reducir los daños de los opiáceos, darían opio a los yonquis” (Ott 2007). Como hoy la producción de opio es un monopolio del Imperio Norteamericano que ocupa Afganistán, la proposición quedaría así: Si quieren reducir los daños…¡que los yankis den opio a los yonquis!. Pero no carguemos toda la responsabilidad sobre los U.S.A: ¡Ni yankis, ni yonquis, consume opio con moderación! Y si comes opio, ¡no conduzcas!

La dosis dependerá de la vía de ingestión, el opio comido se dosifica de 250 a 700 mg suponiéndole una media de un 10% de morfina pero el opio extraído de las plantaciones legales de Andalucía dio un 20,4% (ved Spannabis Magazine nº47 Opio legal en Andalucía; a veces hay en el mercado negro opio andaluz a 25 o 30 € el gramo, según nos han dicho).

Las cabezas de adormidera se recolectan cuando tras caérseles los pétalos (que pueden ser blancos, rosas, violetas, azulados, púrpuras, rojos) comienzan a tener un aspecto como escarchado o polvoriento, esto sucede a los 14-16 días o 18-20 días tras la caída de los pétalos, según la variedad de adormidera (Griffith 1993). Las cabezas frescas son más potentes que las secas y pueden ser hervidas en agua con zumo de limón durante 15 a 20 minutos (hasta que tengan aspecto de verduras cocidas). Apagado el fuego se deja reposar tapado hasta que se temple, se filtra y se bebe. La cantidad de cabezas dependerá de la potencia de la variedad usada: de sólo una a una decena. El té de opio sabe amargo por lo que muchos añaden regaliz de palo al cocimiento. Para conservar las cabezas de adormidera largo tiempo es necesario secarlas a la sombra en una habitación bien ventilada. Una vez secas se muelen en un molinillo eléctrico. Para el primer té conviene tantear su potencia dejando a remojo una cucharadita (como dosis media 10 gramos de cabezas secas pulverizadas, cada una pesa un gramo), en el zumo de medio limón durante media hora, y después se echa en un cazo con medio vaso de agua y al empezar a hervir se apaga el fuego (algunos prefieren que hierva un minuto y añaden una cucharadita de regaliz de palo). Apagado el fuego se deja reposar de 10 a 30 minutos, se filtra con un colador de tela y se bebe. La masa que queda en el filtro es reutilizable otra vez.

También pueden fumarse las hojas de la adormidera, o prepararse en infusión, en Marruecos las cabezas secas se fuman para provocar sueño. Si la infusión se hace con tallos secos pulverizados, hay que echar dos o tres veces más cantidad que si se hace con cabezas secas. Unos 20 a 30 gramos de tallos secos, según la variedad.

DE PAJA A OPIO COCIDO

Como la recolección de opio sangrando las cabezas es un trabajo muy laborioso, “trabajo de chinos” se decía, el opiófilo moderno tras recolectar su cosecha (robar la de los demás puede resultar en perdigonadas de sal en el trasero), seca las plantas –enteras o solo las cabezas- colgándolas boca a bajo a la sombra en un lugar seco y ventilado, las muele hasta reducir todo a polvo y luego este polvo de paja de adormidera es macerado en agua y zumo de limón durante media hora antes de ser puesto en una olla grande con agua y calentado al mínimo –sin que hierva- durante unas 6 horas (cuidando que no se quede seco), se filtra bien y el líquido ahora oscuro y denso se pone al mínimo de nuevo, sin que hierva, hasta que se evapore el agua y solo quede una masa resinosa oscura: opio cocido, que una vez seco puede fumarse, comerse o disolverse en cualquier bebida. Los puristas advierten que es importante que durante el proceso de evaporación del agua, nunca se sobrepasen los 70ºC, de lo contrario parte de la morfina se volatilizaría. Otros prefieren hacer opio a partir del te de adormidera, que una vez filtrado se pone al baño maría sin que hierva hasta la completa evaporación del agua. En cualquier caso el buen opio será oscuro, pegajoso y amargo (Hogshire 1994).

VARIEDADES DE ADORMIDERA

Hay mucho lío entre los botánicos a la hora de clasificar las distintas razas, especies o subespecies de amapola de opio. La cantidad y calidad del opio producido por la adormidera depende, sobre todo, de la genética de la semilla, el color de los pétalos No importa. Boissier (1867) distinguió tres variedades:

1-      Papaver somniferum var. Setigerum, que otros consideran especie separada y por tanto denominan Papaver setigerum (= Papaver iberos). De hojas más profundamente divididas, con los gajos terminados en un pelo a modo de cerda y cápsula mucho menor (Font 2000). Según algunos es rica en morfina (Escohotado 1995 cita un manuscrito árabe del siglo XII), según otros su opio es más débil (Hogshire 1994). El obsequio de un alicantino nos permitió comprobar que la infusión de estas pequeñas cabezas es muy suave. Ha sido vista creciendo silvestre en: Barcelona, Badajoz, Bizkaia, Cáceres, Girona, Granada, Guadalajara, Huelva, Jaén, La Rioja, Málaga, Madrid, Murcia, Navarra, Baleares, Tarragona, Valencia, Álava (Sobrón y Angostita), Zaragoza y algunas zonas de Portugal, según el tomo I de Flora Ibérica, editado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En Internet venden semillas de setigerum, que también son más pequeñas que otras variedades.

2-      Papaver somniferum var. Album (=Papaver officinale), de semillas blancas, cabezas ovoides e indehiscentes (sin agujeritos en la parte superior de la cabeza, para que salgan las semillas). Cultivada en Persia, es de origen paquistaní. Suponemos que es esta variedad, de flores y semillas blancas, la que se cultiva en la Andalucía de hoy para fabricar morfina y codeína farmaceúticas.

3-      Papaver somniferum var. Glabrum, de semillas negras, con cápsula subglobulosa y de 10 12 estigmas, cultivada en Asia Menor y Egipto (Gállego en Cáñamo nº 43).

A parte estarían el sinnúmero de híbridos y variedades de flores dobles que se cultivan por el tamaño y color de sus flores (variedad hortense), y por su bajo nivel de morfina pero alto valor ornamental (adormidera de jardín o de Holanda). Entre estas destaca “una forma inusual, llamada hens and chicks, que tiene la cápsula rodeada de pequeñas cápsulas secundarias” (Rätsch 2005). Tres cabezas secas de esta variedad contienen tanta morfina como diez de otras adormideras de jardín o de Holanda (Hogshire 1994).

Que nadie se pierda las siguientes entregas, detallaremos como cultivar adormidera, como elaborar el láudano de Sydenham, y mucho más.

 LEER PARTE II

 

BIBLIOGRAFIA Y CITAS

A.L.A. 1999. Del Opio y su Cultivo. Associació Lliure Antiprohibicionista, Barcelona, www.nodo50.org/alabcn

Cáñamo 1999, nº 23 noviembre. “Dossier Opio”. Puedes pedirlo en el 902 11 50 13 [email protected] Barcelona.

Cáñamo nº 43. Adormideras y amapolas. José T. Gállego, pgs. 96-100.

Escohotado, A. 1995. Historia de las drogas. Alianza editorial. Madrid.

Escohotado, Antonio. 1995. Aprendiendo de las drogas. Anagrama, Barcelona.
Font Quer, P. 2000. Plantas Medicinales, ediciones Península, Barcelona, páginas 238 a 242
Gállego, J.T. 2007. El cultivo de Papaver somniferum, Cáñamo nº 120 diciembre, páginas 94-97.
Griffith, William. 1993. Opium poppy garden. The way of a chinese grower. Ronin publishing. Berkeley, USA.

Hidalgo, Eduardo. 2004. Opio, técnicas de refinado. Artículo de 9 páginas (36-46) en la revista Ulises nº 7 La liebre de marzo S.L. Barcelona. Basado en Lee 1999.

Hidalgo, Eduardo. 2005. Rescatando del olvido la ancestral técnica china para fumar opio. Artículo de 4 páginas en el nº de mayo de 2005 de Cáñamo. Barna.

Hogshire, J. 1994. Opium for the masses. A practical guide to growing poppies and making opium. Loompanics, USA. Esta editorial cerró.

Hodgson, Barbara. 2004. Opio: Un retrato del demonio celestial. Turner, Madrid. 25 €. Este libro es una verdadera obra de arte. Lleno de fotos en color y en blanco y negro, bien diseñado evoca con esmero el placentero y peligroso mundo del opio fumado. A pesar de cierto tufillo prohibicionista, vale la pena. Lo venden www.casadellibro.com

Lee, Peter. 1999. The big smoke. The chinese art & craft of opium. Limplight Books. Thailandia, 224 páginas. Este libro ha sido ampliado en U.S.A en 2006, véase.

Lee, Peter. 2006. Opium Culture. Park Street Press, 256 pgs. USA, ilustrado con 16 páginas a color, www.innertraditions.com $17

Otero, Luis. 2008. Opio legal en Andalucía. Spannabis Magazine nº47 páginas 82-86.

Ott, Jonathan. 1996. Pharmacotheon. Drogas enteógenas, sus fuentes vegetales y su historia. Los libros de la liebre de marzo. Barcelona.

Ott, Jonathan 1998. Pharmacophilia o los paraísos naturales. Phantastica. Barcelona.
Ott, Jonathan. 2007. Opiáceos: ¿yonqui inmunodeprimido o theriaki inmunoestimulado?.Artículo en la revista Cáñamo nº120 diciembre, pgs. 98 a 100.

Rätsch, C. 2005. The enciclopedia of the psychoactive drugs. USA. Ved también “El Triangulo de Oro”, artículo en Cáñamo, nº desconocido.

Sarriegi, A. 1995. La hierba del olvido, en Mallorca Universal, páginas 5-8 nº de Septiembre.

Senent-Josa, Joan. 1999. La quimera del opio. Artículo en Cáñamo nº 23 Dossier Opio.
Smith, I. y Carnwath, T. 2006. El siglo de la heroína. Editorial Melusina. Barcelona.

Usó, Juan Carlos. 1996. Drogas y cultura de masas (España 1855-1995). Taurus. Madrid.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.