Resistencia a los patógenos

Hay dos ciencias que estudian los potenciales peligros que pueden influir en la salud de los vegetales: la fitopatología, que investiga las enfermedades, y la entomología agrícola, que estudia los insectos que parasitan las plantas. La llegada del verano y el calor estival podrían suponer ciertos riesgos para la salud de nuestros cultivos, ya que favorecen la aparición de plagas.

¿Qué son las plagas y enfermedades vegetales?

Las amenazas a las cuales están expuestos los seres del reino Plantae se suelen clasificar en plagas y enfermedades. Se considera plaga a aquellos animales que pueden ser visibles al ojo humano y mermar la producción, como son las aves, roedores, moluscos e insectos, así como los ácaros y nematodos, aunque algunas especies tengan un tamaño microscópico (algunos expertos clasifican a los nematodos como enfermedad por este motivo). Por otra parte, las enfermedades vegetales son alteraciones dañinas de los procesos fisiológicos causadas por la irritación continua de un agente patógeno. Estos patógenos pueden ser bióticos como los virus, hongos o bacterias, o abióticos como las alteraciones del clima. Por tanto, aunque existen diversas clasificaciones, en agricultura se suele considerar una plaga a aquellos animales o plantas que causan daños sobre la producción agrícola. Es importante prevenirlos y combatirlos porque, además de afectar al resultado final, pueden causar o contribuir al desarrollo de enfermedades en los cultivos, agravando la situación. Por poner un ejemplo, en el caso del cultivo del cannabis, una plaga de orugas facilita la aparición de botrytis.

Esporas y cristales bipiramidales de la cepa T08025 de Bacillus thuringiensis morrisoni
Esporas y cristales bipiramidales de la cepa T08025 de Bacillus thuringiensis morrisoni

Resistencia a los patógenos

 Aunque las plantas no poseen un sistema inmune como el de los animales, tienen mecanismos defensivos que las ayudan a protegerse de los patógenos externos. Éstos pueden clasificarse en dos grupos: físicos y bioquímicos.

Los mecanismos físicos cuentan con elementos estructurales preformados en la superficie de las hojas y el tallo. Se trata de aquellas barreras mecánicas que impiden la penetración de agentes patógenos y que están presentes en la estructura vegetal, como la pared celular, la cutícula o los tricomas. Además de contar con estos cuerpos preexistentes, las plantas pueden desarrollar modificaciones físicas como respuesta a las agresiones externas. Un ejemplo de ello sería la lignificación, proceso por el cual un tejido se vuelve leñoso y aumenta su volumen.

Los mecanismos de defensa bioquímicos se refieren a aquellas sustancias que, o bien están presentes en las plantas, o bien se producen como respuesta a un patógeno o al ataque de un insecto.  Las fitoalexinas, compuesto antimicrobiano vegetal, o la apoptosis, muerte celular controlada para aislar el tejido dañado de una herida que se da tras el ataque de un insecto, son un buen ejemplo de estos mecanismos.

Resistencia sistémica adquirida (RSA) y resistencia sistémica inducida (RSI)

 En ciertas especies vegetales se ha observado que al sufrir la acción de un patógeno en una zona determinada de la planta, se desarrolla una resistencia general a éste en toda ella. A ésta se le conoce como resistencia sistémica adquirida o RSA, sin embargo, como este mecanismo no ha sido profundamente estudiado en el cultivo de cannabis, en este artículo trataremos sólo la resistencia sistémica inducida o RSI. La activación de este método de defensa supone la existencia de mecanismos mediante los cuales las plantas detectan las presencia de patógenos. No obstante, existen sustancias conocidas como inductores que activan el sistema defensivo de las mismas. Al detectarlas, éstas creen estar sufriendo el ataque de esos patógenos, mejorando su propia resistencia frente a enfermedades. Estos inductores que actúan como fitoforticantes suelen ser en su mayoría sustancias de origen biológico, aunque se puedan sintetizar en laboratorio. La principal ventaja que ofrece el uso de inductores está en el aumento de la resistencia frente a hongos, microorganismos y virus, reduciendo la aplicación de fungicidas tradicionales y mejorando la resistencia natural del cultivo. Como ejemplos podemos mencionar el fosetil aluminio o el silicio, cuya aplicación previene con gran efectividad la aparición de hongos.

Pulgón
Pulgón

Las plantas también son capaces de identificar el ataque de insectos, utilizando las secreciones que producen éstos al morder o succionar. Entre las defensas con las cuentan para protegerse de ellos, destacan la producción de sustancias tóxicas o repelentes. También segregan enzimas que reducen la calidad nutricional de las proteínas, obligando a los parásitos a gastar una enorme cantidad de recursos en su asimilación. Algunas especies presentan mayor resistencia que otras a determinadas plagas.

A pesar de estos sistemas defensivos con los que las plantas cuentan de forma natural, las condiciones climáticas influyen directamente en la biosíntesis de los elementos que utilizan. Por este motivo, unas condiciones climáticas adversas como el exceso de calor veraniego, pueden propiciar la aparición de plagas.

Principales plagas del cannabis

 Las plagas que representan una mayor amenaza para el cannabis son la araña roja, la mosca del mantillo, la oruga, la cochinilla, el trip, la mosca blanca, la mosca minadora y el pulgón. Todas son propias de la época estival, no obstante también se dan en otras estaciones en interior, si las condiciones del cultivo les son propicias.

La araña roja es un ácaro diminuto, de apenas 0,5mm, que se puede observar a simple vista en forma de pequeños puntos rojizos situados en el envés de las hojas. Tiende a desarrollarse con facilidad en climas secos y calurosos. Se trata de una plaga que se puede alimentar de cientos de especies vegetales, incluyendo a la mayoría de hortalizas, y que puede resultar devastadora. Este insecto se nutre de los contenidos celulares de las hojas, absorbiéndolos célula por célula y, dado que una sola planta puede llegar a ser colonizada por miles de individuos, podría llegar a sufrir una gran cantidad de ataques que mengüen su capacidad fotosintética y demás procesos. Además, recubre a los ejemplares que parasita con una telaraña que le sirve de refugio. Para prevenirla, además de haber alimentado correctamente a nuestras plantas, podemos rociarlas con aceite de Neem. Si cultivamos en interior, procuraremos que las temperaturas no suban de los 24ºC. Si tenemos la plaga de araña roja instalada en nuestro cultivo, podemos escoger entre varias opciones para eliminarla. Si está en época de crecimiento podemos utilizar jabón potásico como insecticida biológico o abamectina como producto químico si la infección está muy desarrollada. Si estamos en época de floración debemos utilizar algún insecticida biológico específico de alta efectividad (siempre respetando los plazos de seguridad), ya que de otro modo no podríamos llegar a cosechar.

La mosca del mantillo es otra de las plagas que puede menguar de forma considerable la producción final. Se trata de pequeñas mosquitas de color negro o gris oscuro que depositan sus huevos en el sustrato húmedo. Sus larvas se alimentan de los pelos radiculares, llegando a causar graves daños que impiden que las plantas puedan alimentarse y que favorecen la aparición de hongos y podredumbre radicular. Se desarrollan favorablemente en sustratos que están muy húmedos como la lana de roca de los hidropónicos o la tierra que se riega por goteo. Para prevenirla podemos cubrir el sustrato con vermiculita o arlita y para combatirla regaremos con un preparado de aceite de neem.

Neem
Neem

Otra plaga de bastante importancia que puede reducir la producción del final en exterior es la oruga. Aunque existen más de diez mil especies de ellas, las más comunes en el cultivo de marihuana son la Spodoroptera Exigua y la Spodoroptera Littoralis. Las mariposas adultas de estas especies depositan sus huevos en el reverso de la hoja y, cuando nacen las larvas, estas se alimentan de los tejidos de las hojas y tallos. Además de las heridas que provocan a las plantas, también dejan sus excrementos en los cogollos. Esta combinación de factores suele desencadenar en infección de moho gris (botrytis). Para eliminarlas aplicaremos un compuesto a base de Bacillus Thuringiensis, procurando siempre que no llueva, ya que la lluvia eliminaría el insecticida. Esta bacteria actúa por ingestión, matando a la oruga desde el interior una vez la ha comido.

La cochinilla es otro de los seres que puede parasitar nuestros cultivos: succionan la savia de las plantas y producen una melaza que favorece el desarrollo de hongos. Provocan el amarilleamiento y defoliación de las plantas, reduciendo el vigor y la capacidad productiva. Para prevenirla podemos usar aceite de neem y piretrina para combatirla en el crecimiento o primeros estadios floración. Si esta última está muy avanzada es mejor quitarlas manualmente.

El trip también puede producir daños severos en nuestros cultivos si no lo combatimos a tiempo. Se trata de un insecto que pasa por seis estadios, siendo especialmente nocivo en estado larvario y la última fase de su vida adulta. Extraen el jugo celular matando a las células y provocando necrosis y la muerte de los tejidos. Se puede prevenir con la aplicación de aceite de neem y se combaten con jabón potásico.

La mosca blanca, como su propio nombre indica, es una mosquita de alas blancas que mide unos tres milímetros. Se detecta fácilmente porque echa a volar apenas mueves las plantas. Suelen posarse en el envés de la hoja y depositar allí sus huevos. Se desarrollan favorablemente en medios cálidos y húmedos. Extraen su alimento de las hojas provocando problemas de diversa índole como decoloración, sequedad, pérdida de vigor, etc. Además producen una melaza que favorece la aparición de hongos como la Negrilla. Para prevenirla utilizaremos aceite de neem y para combatirla, piretrinas o jabón potásico.

Otro tipo de mosca que también supone un problema en el cultivo de marihuana es la mosca minadora. Sus larvas viven en el interior de las hojas y tallos jóvenes, realizando una serie de galerías que acaban por destruirlas. Las altas temperaturas incrementan la capacidad destructiva de este parásito. Para prevenirlas utilizaremos el polivalente aceite de neem y para combatirlas, jabón potásico.

Por último queda el pulgón que es una de las plagas más comunes cuando llega el buen tiempo. Existen varias especies, por lo que podemos encontrarlos de varios colores, principalmente verde, amarillo y negro, así como con alas o sin ellas. Extraen el jugo celular con su aparato bucal y producen una melaza que favorece la aparición de hongos. Podemos prevenirlos con aceite de neem o combatirlos con jabón potásico.

Ortiga
Ortiga

La mejor prevención: alimentación adecuada, fitofortificantes y biopesticidas

 Las alteraciones edafoclimáticas (del suelo y del clima) pueden provocar desequilibrios en los cultivos debilitándolos y haciéndolos más susceptibles de contraer enfermedades. Por este motivo, aunque en exterior no podemos controlar el clima, debemos intentar controlar la calidad del suelo y la correcta alimentación de nuestras plantas. Si además usamos fitofortificantes como el purín de ortigas o la infusión de cola de caballo, lograremos aumentar la resistencia de nuestras plantas frente a las enfermedades. Estos preparados se consideran productos “no fitosanitarios” con capacidad de prevenir y mitigar daños potenciando las defensas naturales de las plantas. El purín de ortiga, además de corregir carencias y estimular el crecimiento, posee propiedades antifúngicas y ayuda a repeler insectos. Por otra parte, la cola de caballo, además de prevenir eficazmente contra hongos, también favorece la estructura interna de las plantas. Te aconsejo regar una vez a la semana con alguna de las dos para darles un aporte extra.

Aunque nuestras plantas estén libres de estrés hídrico o carencias y usemos fitofortificates, algunos insectos podrían sentirse atraídos por ellas. Si bien estarán mejor protegidas frente a las enfermedades que puedan causar las distintas plagas, es recomendable el uso de biopesticidas preventivos como el aceite de neem o el BT (Bacillus Thuringiensis) para prevenir el ataque de insectos u orugas.

Conociendo los riesgos que pueden padecer los vegetales, las plagas más comunes del cannabis y el funcionamiento de sus mecanismos defensivos podremos prevenir mejor nuestros cultivos.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.