Hasta este número, Valeria Vegas ha hecho un compendio de películas en las que el cannabis robaba un poco –o mucho– de protagonismo a la historia.
por Lupe Casillas
Cojo el relevo para, en una línea similar, detenerme en algunas obras literarias y autores que han sido especialmente apreciados por los usuarios de cannabis o que han dado un protagonismo especial a la planta.
Si hay que empezar por alguien, no cabe la menor duda de que el mundo mágico y onírico que creó William Shakespeare es un inmejorable punto de partida. En sus obras, Shakespeare nos traslada un potente mundo introspectivo y psicodélico, similar al que produce los efectos de las mejores marihuanas.
En el caso La tempestad o Sueño de una noche de verano, el lector cannábico no puede dejar de percibir algunos rasgos estilísticos muy propios de los amantes de nuestra querida planta.
Han sido muchas las publicaciones cannábicas que han relacionado la obra de aclamado autor inglés con el cannabis y han hecho hincapié en el, para muchos, evidente vínculo. Sin embargo, hasta hace muy poco, no había ninguna evidencia histórica o científica que fundamentara esta relación, y una considerable cantidad de académicos se pronunciaron en contra de estas conjeturas[i].
Hace algo más de un año, allá por agosto de 2015, un grupo de científicos sudafricanos difundió sus conclusiones sobre este tema en el “South African Journal of Science” [ii]. Estos científicos encontraron restos de hierba en las pipas que el autor guardaba en el patio trasero de su casa y, tras años de investigaciones, llegaron a la conclusión de que Shakespeare escribía acompañado de pipas cargadas de tabaco y de su “notoria hierba”, como se traduce/interpreta, extraoficialmente, uno de sus sonetos, que analizaremos al final de este artículo.
Esta investigación concluyó que existen evidencias de cannabis y nicotina en las pipas encontradas en Stratford-upon-Avon, Inglaterra, lugar donde vivió el célebre dramaturgo inglés, referente de la literatura universal. Para llegar a esta conclusión, científicos como Francis Thackeray, de la Universidad de Witwatersrand; Nicholas van der Merwe, de la Universidad de Ciudad del Cabo; o el inspector Tommy van der Merwe, del laboratorio de narcóticos de la policía sudafricana emplearon diversas técnicas, como la espectrometría de masas y la cromatografía de gases, que os resultará familiar por su popularización para el análisis de porcentajes de cannabinoides.
Francis Thackeray
Este doctor en antropología y su equipo de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, son los principales responsables de este hallazgo. VICE hizo una entrevista al doctor Thackeray a comienzos de año[iii] en la que se esclarecen algunos aspectos de la investigación.
Con motivo del 400º aniversario de la muerte del prolífico autor, Thackeray y su equipo esperan tener el documento que les permita acceder a los restos del dramaturgo, que se encuentran en la Iglesia de la Trinidad, también en Stratford-upon-Avon.
Curiosamente, el epitafio de su sepultura reza así: “Bendito sea el hombre que respete estas piedras y maldito quien se atreva a profanar mis huesos”. Da un poco de yuyu, ¿eh? Como si Shakespeare supiera que, algún día, unos científicos querrían exhumarlo para saber si fumaba marihuana a escondidas, como millones de personas en el S. XXI.
En la entrevista, el antropólogo confiesa que su interés en descifrar este enigma se fundamenta en una “revelación eurekiana”. Según sus propias declaraciones: “Una noche, tras una copiosa cena navideña, me tumbé en el sillón de mi despacho a leer del tirón los Sonetos de Shakespeare. Pensé que me quedaría dormido, pero a la altura del número 76 me pareció estar leyendo entre líneas, como si en plena digestión se me hubiera revelado un significado más oculto que mis propias tripas. El soneto en cuestión habla de «compuestos extraños» y de «notoria hierba». Demasiado metafórico, pensé, o quizá no tanto. ¡Dios mío!, grité, ¡Shakespeare está hablando del cannabis! Así que organicé un viaje a Stratford-upon-Avon y pedí permiso para analizar las pipas halladas en el jardín y alrededores de su casa natal. Los resultados fueron sorprendentes.”
Y tanto que lo fueron: de los veinticuatro fragmentos de cazoletas y boquillas, ocho contenían restos de cannabis y en dos se detectaron residuos de hoja de coca. Además, encontraron evidencias de tabaco, alcanfor y extractos de nuez moscada.
Los sonetos de Shakespeare
Paralelamente al estudio de las pipas, Thackeray ha publicado un ensayo sobre los “juegos de palabras” que usó Shakespeare en sus sonetos aludiendo a la marihuana sin que resultara evidente. La Iglesia había prohibido el cannabis a finales del S. XVI, de manera que los usuarios de marihuana podían ser acusados de brujería y acabar siendo quemados vivos en una hoguera, por lo que estaba altamente recomendado ser precavido al respecto.
A continuación revisaremos uno de los sonetos más polémicos de Shakespeare, el que menciona Thackeray en su “revelación eurekiana”, el 76. Aquí podéis leer el original (en negrita el verso que ha creado tanta controversia):
Sonnet 76
Why is my verso so barren of new pride? Why write I still all one, ever the same, O know sweet love I always write of you, For as the Sun is daily new and old,
So far from variation or quick change?
Why with the time do I not glance aside
To new found methods, and to compounds strange?
And keep invention in a noted weed,
That every word doth almost tell my name,
Showing their birth, and where they did proceed?
And you and love are still my argument:
So all my best is dressing old words new,
Spending again what is already spent:
So is my love still telling what is told.
Soneto 76 (traducción oficial con anotación alternativa)
¿Por qué mi verso está sin nuevos ornamentos,
alejado de cambios o nuevas variaciones?
¿Por qué con esta época, no dirijo mi vista,
hacia métodos nuevos y mezclas más extrañas?
¿Por qué escribo rutinas y siempre el mismo tema,
y envuelvo mi intención en notorios ropajes [notoria hierba],
tal que cada palabra dice casi mi nombre,
revelando su origen y de dónde procede?
¡Oh! Dulce amor, sabed, que sólo de ti escribo,
porque vos y el amor sois siempre mi argumento,
mi mérito es saber, vestir palabras viejas,
gastando nuevamente lo que ya ha sido usado.
Como el Sol cada día, es de nuevo y de viejo,
así es mi amor, que siempre, repite lo que ha dicho.
La expresión «noted weed» se vinculó al significado “familiar clothing” o “ropa familiar”, que en la versión española se tradujo por “notorios ropajes”. El Norton Shakespeare anotó que “and keep invention in a noted weed” debiera entenderse como “and keep literary creativity in such familiar clothing” o “y envuelvo mi la creatividad literaria en una ropa tan familiar”[iv]. Esto concuerda con la definición de la palabra “weed” por el Oxford English Dictorionary: “an article of apparel; a garment” o “una prenda de vestir; un vestido”.
Hasta hace poco, ningún académico estaba de acuerdo con que Shakespeare se estuviera refiriendo a la influencia de las drogas en la creación de su poesía, sin embargo, las investigaciones de Thackeray marcan un antes y un en lo que se refiere a las hipótesis al respecto. No suena descabellado que alguien como Shakespeare consumiera cannabis, algo muy común en la Inglaterra de aquel entonces, y que cuando usaba la expresión «noted weed» pretendiera hacer una declaración sutil de intenciones. De hecho, un par de versos antes, Shakespeare usa la expresión “compounds strange” o “compuestos extraños”, que podría hacer alusión a otras drogas, como las que se encontraron en sus pipas.
Bien es cierto que el coloquialismo “weed” no se usó para referenciar al cannabis en Estados Unidos hasta la década de 1920[v]. Sin embargo, es probable que el término se utilizara como una referencia a plantas comunes que eran usadas para la producción en masa de fibra (como el cáñamo).
Sea como fuere, queridos lectores, nunca sabremos con absoluta seguridad si Shakespeare se refería en estos versos a sustancias psicoactivas y al cannabis, pero de lo que no queda ninguna duda es de que, después de todos estos años de elucubraciones, podemos afirmar con rotundidad que Shakespeare usó esta maravillosa planta para inspirar su magnífica producción literaria.
[i] Craig Lambert. (2001). “Shakespeare’s «Tenth Muse»?”, 11/11/2016, de Harvard Magazine. Web: https://goo.gl/JY4LQQ.
[ii] Canal Historia (24/08/2015). “¿Fumaba marihuana William Shakespeare?”, 21/11/2016. Web: https://goo.gl/0ndIT3.
[iii] Benjamín G. Rosado (20/01/2016). “Shakespeare era un fumeta según este doctor en antropología”, 18/11/2016, de VICE. Web: https://goo.gl/CT6NzK.
[iv] Stephen Greenblatt (1997). Norton Shakespeare. NY: Norton.
[v] Dictionary.com. «Weed«, 19/11/2016. Web: https://goo.gl/1Vues5.
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.