En los montes de la Zapateira siempre creció marihuana. La frondosidad de algunas zonas de muy complicado acceso animó a muchos cultivadores a sembrar ahí la planta del cannabis, la que nace al aire libre y es de mayor calidad y precio que la que crece en el interior. En los últimos dos años, la Policía Nacional, la Autonómica y la Guardia Civil quemaron hasta ocho plantaciones, «una pequeña parte de lo que en realidad puede haber», según fuentes policiales.

¿Por qué se cultiva tanto en la Zapateira? Un agente de la Guardia Civil lo explica: «Porque está cerca de la ciudad y no se tienen que desplazar kilómetros para su mantenimiento; sus montes son frondosos y están llenos de senderos por los que ocultarse; es una zona alta, lo que ayuda al crecimiento de la planta; y al tratarse de un lugar con mucha población, con numerosas urbanizaciones, su presencia no llaman la atención».

Hubo plantaciones que salieron a la luz gracias a la denuncia de algún vecino de la zona, que paseando se la encontró. Otras, gracias a un incendio, como la que apareció en abril del año pasado en la zona de Monte das Arcas (Arteixo). La Policía Local se topó con decenas de plantas en una finca abandonada tras incendiarse la casa. También hubo cultivos que fueron detectados por el helicóptero de la Guardia Civil.

La última plantación descubierta en la Zapateira fue la que encontró la semana pasada la brigada de Medio Ambiente de la Policía Autonómica. Dos de sus agentes se encontraban en la zona perteneciente al municipio de Culleredo cuando se toparon en entre grandes arbustos con restos de plantas de marihuana y todo tipo de abono y productos para el crecimiento. Tenía toda la pinta de que en esa leira escondida hubo muchas cosechas en los últimos años. Pero de los cultivadores, ni rastro.

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Bolsa plástica

La Policía Autonómica, dispuesta a poner nombre y cara a los promotores de la plantación, realizó un exhaustivo registro en el lugar y encontró una bolsa plástica con basura que, entre otras cosas, tenía la factura de una pizzería. Los investigadores acudieron al establecimiento para saber, gracias al tique, a qué dirección se llevó el pedido y el nombre de la persona que lo encargó. Así fue cómo se llegó a los tres detenidos, dos de nacionalidad española y uno mexicana. Tras pasar a disposición judicial, fueron puestos en libertad con cargos por un delito contra la salud pública.

Su defensa alega que no se trata de una plantación «con ánimo de lucro», o para traficar, sino que servía para nutrir a una asociación de consumidores de marihuana, algo que en estos momentos es legal. De hecho, los arrestados tienen registrada una en A Coruña.

Intentarán demostrar al juez lo que ya demostraron en octubre del 2016 tres hombres que pertenecían a la Asociación Cultural y Cannábica de Amigos. Fueron absueltos tras probar en el Juzgado de lo Penal número 5 que las plantas eran para el consumo de sus socios.

Las asociaciones

Francisco García, miembro de una de las asociaciones que funcionan en la ciudad, recuerda que estos clubes «tienen amparo legal, pero el cultivo y el tráfico de la marihuana que se consume en su interior viven en una alegalidad que podría equiparase al ejercicio de la prostitución. Las personas solo pueden consumir cannabis en el interior de la asociación y necesitan un carné de socio, que solo obtienen si son recomendados por un socio anterior. El Tribunal Supremo ha avalado las pequeñas asociaciones, pero ha puesto coto a aquellos grandes clubes, con cientos de asociados al considerar que puede tratarse de tráfico de drogas».

¿Pueden cultivar marihuana los miembros de las asociaciones? «Tenemos una junta directiva, con un tesorero y un presidente, pero no podemos cultivar marihuana. Los clubes se basan en la cultura del autoconsumo: cada socio tiene sus plantas. Tampoco pueden obtener beneficios de las asociaciones. Todo el dinero que genera la asociación debe revertir en el club», sentencia quien pide que exista una legislación más clara.

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¿Dónde está el límite entre el consumo y el tráfico de drogas?

El abogado Andrés Llera recuerda que el cultivo de cannabis es considerado ilegal «en cuanto tienda a la promoción, el favorecimiento o la facilitación del consumo ilegal». Los tribunales españoles, añade el letrado, «admiten cada vez con más frecuencia y claridad supuestos de autocultivo. Es decir, supuestos en que el cultivo no se considera delito y, por tanto, el cultivador queda absuelto o, como mucho, en su caso, condenado por el excedente de lo considerado como consumo propio anual». Esto supone que si uno cultiva para sí mismo aproximadamente la cantidad de cannabis que consume al año, «tiene escasísimas posibilidades de que le condenen». Para que condenen a alguien que sea sorprendido con una pequeña plantación, se ha de demostrar que trafica.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.