Todos los que cultivan en interior saben muy bien que uno de los mayores problemas al cultivar es la temperatura. Sobre todo en verano, se hace difícil mantener unos valores razonables para el buen desarrollo de nuestras queridas plantas. Los más pudientes acaban de un plumazo con el problema colocando un sistema de aire acondicionado o un climatizador, pero por desgracia esto no está al alcance de todos.
Por: Luis Hidalgo
Sin embargo, con una buena ventilación podremos, sino acabar, al menos reducir el problema y no sólo eso: nuestras plantas agradecerán una renovación de aire eficiente con un crecimiento más vigoroso y una floración explosiva.
Una de las cuestiones que suele preguntarse el cultivador novel de interior a la hora de montar el habitáculo de cultivo es qué hacer con la ventilación. En la mayoría de los manuales de cultivo se suele especificar que a la maría le gusta el aire limpio, con altos contenidos de Co2 y con un cierto movimiento y fuerza. Lo primero y básico son los ventiladores giratorios que realizan la función de mover el aire, homogeneizando o igualando la atmósfera en cuanto a reparto de gases y creando un ligero viento que mueve nuestras plantas fortaleciendo sus tallos. Como efecto colateral, la humedad y la temperatura se verán modificadas por este viento artificial, igualándose más o menos en todo el espacio, dependiendo de si este es más o menos cerrado.
Si tenemos la suerte de cultivar en una habitación con ventana y tenemos la posibilidad de abrirla sin llamar la atención, sólo el o los ventiladores pueden ser suficientes durante la mayoría del año dependiendo de la temperatura ambiente en el exterior. Sin embargo, cuando va llegando el calor, o si en invierno tenemos calefacción central, se hace necesaria algo más de ayuda para mantener una temperatura razonable dentro. También en algunas zonas de nuestra geografía, los bruscos cambios climáticos provocan que haya que aislar la habitación y por lo tanto, aplicar algún sistema para renovar el aire. Por supuesto, en entornos más cerrados como armarios, medias habitaciones, despensas, etc., la renovación de aire se hace imprescindible.
Una de las preguntas habituales que incluso los cannabicultores experimentados suelen hacer es qué es mejor, un extractor o un intractor, es decir, meter o sacar aire. La respuesta que al principio parece obvia, no lo es tanto. Realmente, depende de un solo factor: si tenemos acceso a cualquier lugar de donde podamos aspirar aire más frío que la temperatura ambiente del entorno de cultivo, aunque sea un solo grado, la respuesta es clara, meter aire es la mejor opción. Sin embargo, si la temperatura del aire del exterior de la habitación o armario es superior a la del interior, habrá que sacar.
En cuanto a la renovación de aire, vamos a poner un ejemplo bastante clarificador. Imaginemos un bar o pub atestado de gente fumando y lleno de humo. Incluso con una potente extracción se hace casi imposible mantener la atmósfera limpia. Por el contrario, cuando se abre la puerta entra una bocanada de aire limpio que vacía completamente la estancia de humo. En un instante se ha ventilado todo el espacio. Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que en contra de la idea general, es mejor meter aire que sacarlo durante la mayor parte del año. Debemos tener en cuenta que aunque en la calle haga 30º, debajo y alrededor de nuestras lámparas tendremos con seguridad más temperatura. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los espacios en los que cultivamos no son ni mucho menos herméticos y en esta situación al aire le cuesta bastante menos salir por las aberturas que ser aspirado a través de ellas de forma pasiva, que es lo que sucede al sacar el aire con un extractor.
Por supuesto, lo ideal sería disponer tanto de intracción como de extracción activa de forma simultánea, pero en caso de disponer de un solo extractor, lo mejor es usarlo para meter aire. A continuación vamos a explicar una serie de técnicas enfocadas a optimizar el uso de intractores y extractores par aprovechar al máximo sus funciones.
Intracción y Extracción
Normalmente, al poner el extractor, colocamos un tubo en cada extremo, llevando una punta a la zona de donde vamos a coger el aire limpio y fresco, y la otra punta enfocada hacia las plantas o al ventilador giratorio. Si tenemos en cuenta que de la boca del tubo sale un chorro de aire importante y dirigido, el efecto puede ser más perjudicial que beneficioso pues la fuerte corriente de aire incide directamente sobre las plantas con mas potencia de lo debido, provocando además una gran diferencia de temperatura y humedad entre una zona puntual del cultivo y el resto. Incluso aunque dirijamos el chorro de aire hacia los focos o bombillas tampoco estaremos realizando una intracción eficiente, pues parte del aire más caliente rebotará desde el reflector hacia las plantas mientras otra parte subirá rápidamente al calentarse provocando extraños efectos de convección que alteran la estabilidad que le gusta a nuestras marías.
Por lo tanto, deberemos distribuir de alguna forma el chorro de aire entrante. Para conseguirlo, simplemente deberemos ir haciendo agujeros o perforaciones en la parte inferior del tubo del tubo de intracción. La estructura correcta sería colocando el tubo de intracción estirado justo por encima (unos 50 cm) de la altura máxima a la que vayan a crecer las plantas. Otra forma válida es rodeando las luminarias. En cualquier caso, cada tres o cuatro divisiones del tubo haremos una perforación en la parte inferior o en el lateral con unas tijeras o algo con punta, agrandando a continuación el pequeño agujero con el dedo.
En cuanto a la extracción, usualmente se suele colocar la boca del tubo debajo o alrededor de la luminaria con el fin de acceder a la zona donde más caliente está el aire. Esto es un error, pues en cualquier caso la zona más caliente es justo la parte trasera del reflector a la altura del casquillo y es ahí de donde debería sacarse el aire. Además se da el inconveniente de que al usar este sistema de extracción nos vemos obligados a subir y bajar el tubo con la luminaria cada vez que ajustamos la altura de ésta, con las consiguientes molestias e inconvenientes.
La única manera de evitar esto es realizando una extracción “ambiente”, esto es, utilizar un extractor algo más potente de forma que pueda sacar el aire de la habitación o armario desde un lugar relativamente alejado de las fuentes puntuales de calor. La idea es sacar el aire con la suficiente velocidad como para que no de tiempo a que se caliente la atmósfera. Podemos colocar un difusor en la boca del tubo que amplíe la zona de aspiración, con lo que si realizamos esta desde el techo o la parte superior del cultivo, obtendremos la máxima eficacia.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.