Jubilados de Artà sufren angustiosas alucinaciones tras comer una coca de marihuana. “Me están cayendo las nubes encima” Esta es una de las alucinaciones sufridas por uno de los ancianos que consumieron sin saberlo una coca de marihuana
En uno de los bares mas típicos de Artà, famoso por las merendolas que se regalan los jubilados que allí se reúnen. Basta que uno de ellos diga “yo traigo algo mañana para merendar juntos” para que se monte un entrañable festín entre amigos.
Pero lo que suele ser una escena plácida y divertida, este pasado fin de semana se convirtió en susto. Uno de los ´amigos´, de casi ochenta años, elaboró una coca, según fuentes vecinales supuestamente con los ingredientes que le facilitaron otras personas, entre los cuales había marihuana. Ni al primer mordisco ni una vez terminado su trozo, ninguno de los más de diez invitados podía ni sospechar el resultado, ya adelantado ayer por Diario de Mallorca.
Poco a poco el malestar obligó a muchos de ellos a enfilar el camino del PAC local o incluso el de las Urgencias del Hospital de Manacor. Uno de los vecinos invitados a la merienda se salvó por los pelos, ya que en el último momento y por motivos familiares no acudió al ágape mañanero. Muchos de sus amigos no tuvieron tanta fortuna.
Dicho vecino contaba ayer a este periódico cómo habían sido las reacciones de sus compañeros después de ingerir, sin saberlo, la marihuana: “A uno de ellos, al llegar a casa e intentar subir las escaleras de acceso a su vivienda, empezaron a aparecérsele cuadros por delante, se paró a medio camino y se sentó, acto seguido se le aparecía una camilla a la que permanecía agarrado” en delirios, mientras sus familiares, perplejos, contemplaban una escena totalmente inusual.
Otro de los afectados se fue a labrar al campo poco después de la ingesta. Al conocer los hechos, varios familiares y amigos acudieron a ver cómo se encontraba… al preguntarle exclamó: “Me están cayendo nubes encima durante toda la mañana”. Un tercero, al sentirse mareado, acudió de inmediato al PAC y para su sorpresa, la enfermera que le atendió gritó al médico: “Doctor ya viene otro drogado”, ante lo que el paciente se quedó perplejo. Otro participante en la merienda, por ejemplo, se fue a dar de comer a unos cerdos que tenía en su finca poco después de la saborear la coca. Allí lo encontraron unos amigos, agarrado a una higuera sin que le pudieran soltar y diciendo que solo veía ovejas a su alrededor.
Los propietarios del bar también sufrieron los efectos colaterales; a la conocida madona le dio por reír y llorar sin parar y estuvo unos días de baja, así nos lo cuenta nuestro interlocutor. Otro, además de comer, portó un trozo de coca para su esposa. Antes de volver al bar, al llegar a casa al mediodía, no había manera de despertarla.
Los hechos están siendo profusamente comentados en el pueblo y es que muchos abuelos, sin saberlo ni quererlo, experimentaron de primera mano las secuelas de consumir la hierba, en este caso por vía oral.
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.