El youtuber Carles Tamayo logró publicar un “estudio” que afirmaba que fumar cannabis agranda el pene. ¿El resultado? Un festín de desinformación que trivializa la investigación científica seria sobre el cannabis.

Brillante, Carles Tamayo, simplemente brillante: ¿qué mejor manera de “alertar sobre la desinformación” que generando tú mismo aún más desinformación? El creador de contenido y autodenominado periodista logró colar un estudio científico completamente falso en varias supuestas revistas académicas internacionales, con una conclusión tan absurda como llamativa: que fumar marihuana aumenta el tamaño del pene en más de dos centímetros. Sí, has leído bien. El trabajo – titulado pomposamente “The Perceived Effect of Cannabis Use on Penile Growth in Humans” – fue aceptado por seis y publicado en tres de estas «revistas», a pesar de que todo en él era inventado: los datos, los autores, las universidades y, por supuesto, las conclusiones.

Pero lo verdaderamente preocupante no es que lo aceptaran, sino que Tamayo omite un detalle clave: todas esas revistas son lo que en el ámbito académico se conoce como revistas depredadoras. Son publicaciones falsas que cobran por publicar sin realizar una revisión por pares seria ni aplicar ningún filtro de calidad. Operan como un negocio fraudulento destinado a estafar a investigadores novatos o ingenuos, deseosos de ver su nombre impreso en una “revista científica”. Y eso fue exactamente lo que le pasó a Tamayo: pagó por publicar en revistas basura sin ningún tipo de rigor académico. Es decir, lejos de desenmascarar el sistema, lo que ha hecho es convertirse él mismo en víctima de una estafa de manual… y encima presume de ello como si fuera un logro periodístico.

Y si esto no fuera ya suficientemente bochornoso, el experimento de Tamayo también deja en evidencia algo aún más grave: la decadencia del periodismo contemporáneo. No solo por la frivolidad con la que algunos youtubers juegan a ser reporteros de investigación, sino por cómo muchos medios de comunicación replicaron y amplificaron su “noticia” sin cuestionarla ni contrastarla. Una cadena de errores que demuestra el estado crítico del rigor periodístico: titulares que buscan el clic fácil, redacciones que no verifican nada y editores que anteponen la viralidad a la verdad. El periodismo, como la ciencia en este caso, también ha sido víctima de esta broma pesada. Y no, no tiene ni puta gracia.

La «hazaña»

El “estudio” afirmaba basarse en encuestas a 10.000 hombres jóvenes de El Palmar de Troya, un pueblecito sevillano de apenas 3.000 habitantes, y concluía que quienes fumaban cannabis a diario experimentaban un crecimiento promedio de 2,54 cm en el pene. Las incoherencias eran deliberadamente absurdas: los supuestos autores pertenecían a instituciones ficticias como la Universidad Central de Charlatanería de Cochabamba o la Universidad de Jerbos Independientes de Siberia, esta última con dos roedores – Wilfred y Richmond, “el jerbo” – listados como coautores del estudio. Por si fuera poco, incluyeron entre las conclusiones que el efecto milagroso era mayor si el cannabis se pagaba con cromos de Dragon Ball, y hasta escribieron “los datos de este artículo han sido falsificados, ya que nuestros encuestados son producto de nuestra imaginación”. ¿Y sabes qué? Aun así, las revistas lo publicaron sin pestañear, sin exigir verificación alguna.

Tamayo documentó su hazaña en un reportaje de RTVE y en su canal de YouTube, jactándose de cómo destapó el funcionamiento de los “predatory journals”, esas revistas pseudocientíficas que, previo pago, publican cualquier cosa sin revisión por pares. En sus propias palabras, «cualquiera con 80 dólares y un documento en inglés técnico puede publicar lo que quiera en algunas de estas revistas». Un experimento social para evidenciar un problema real, dicen. Pero vaya forma de hacerlo: convirtiendo la ciencia en chiste y regalando un titular sensacionalista a la fauna de Internet. Pero ni siquiera donde ha publicado son «revistas depresadoras«: SON FAKES CON TODAS LAS LETRAS

Foto de un cretino timado

Trivializando la investigación legítima sobre el cannabis

El sarcasmo y la sátira tienen su lugar, pero aquí Tamayo ha logrado algo contraproducente: trivializar la investigación científica legítima sobre el cannabis. En su afán por exponer la falta de rigor de ciertas publicaciones, ha alimentado exactamente lo que pretendía criticar: la desinformación. Su fake news del “cannabis agrandador de penes” se difundió como pólvora en redes sociales y WhatsApp, consumida por muchos sin el menor espíritu crítico. Total, ¿quién se va a tomar la molestia de leer más allá del titular? Tamayo contaba con ello, claro está. El problema es que ahora ese bulo forma parte del ecosistema de noticias falsas que contaminan el debate público.

Mientras científicos serios llevan años intentando que se tome en serio el estudio del cannabis medicinal, llega este show mediático a convertirlo en meme. Imaginemos a los investigadores reales, los que sudan en el laboratorio investigando cannabinoides para epilepsia o dolor crónico, teniendo que responder preguntas de financiadores o pacientes del tipo: “¿Es cierto eso de que la marihuana hace crecer el pene?”. Gracias, Carles, por reducir un campo complejo a una broma de mal gusto.

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No se trata de que falte sentido del humor. El propio artículo falso es tan ridículo que resulta cómico… siempre y cuando uno se dé cuenta de la broma. El detalle: mucha gente no se dio cuenta. Según relata la propia prensa del sector, a primera vista el “estudio” parecía legítimo, con su lenguaje científico, autores rimbombantes y hasta consideraciones éticas, por lo que muchos lo creyeron cierto. Es el ejemplo perfecto de lo fácil que se propaga la desinformación cuando no verificamos lo que leemos. En lugar de fortalecer el pensamiento crítico, la broma de Tamayo confirmó lo que ya sabíamos: que titulares estrafalarios atraen clics, y que demasiada gente lee solo el titular. El daño está hecho. Ahora habrá quien cite “un estudio de la Universidad de Jerbos Independientes” para “demostrar” cualquier tontería sobre el cannabis. Irónico, ¿no? Era justo lo que Tamayo quería denunciar.

Lo que de verdad dice la ciencia sobre el cannabis medicinal

Después de este circo, conviene recordar cuáles son los hallazgos reales y respaldados por evidencia sobre el cannabis en medicina. Porque sí, detrás del humo (y del humo mediático) hay ciencia seria. Numerosos estudios revisados por pares han investigado las propiedades terapéuticas del cannabis y sus cannabinoides en diversas condiciones médicas, con hallazgos importantes. A continuación, algunos ejemplos respaldados por la literatura científica:

  • Dolor crónico: Hay evidencia sustancial de que el cannabis es efectivo en el tratamiento del dolor crónico en adultos. Ensayos clínicos han observado mejoras especialmente en dolores de tipo neuropático, donde otros analgésicos fallan. De hecho, comités científicos internacionales han concluido que ciertos preparados de cannabinoides proporcionan alivio significativo del dolor en pacientes crónicos.
  • Epilepsia refractaria: Lejos de mitos virales, la realidad es que compuestos derivados del cannabis como el cannabidiol (CBD) han mostrado eficacia para reducir convulsiones en formas severas de epilepsia. Varios ensayos clínicos en síndrome de Dravet y Lennox-Gastaut (formas de epilepsia infantil resistente a tratamientos) encontraron que añadir CBD redujo la frecuencia de las convulsiones de manera significativa en comparación con placebo. Estos resultados fueron tan contundentes que derivaron en nuevos fármacos aprobados – por ejemplo, Epidiolex, un aceite de CBD puro – para tratar epilepsias infantiles graves. La evidencia científica actual apoya el uso del cannabis medicinal en epilepsia resistente a fármacos tradicionales, ofreciendo esperanza a pacientes y familias que antes no tenían opciones.
  • Ansiedad y trastornos relacionados: Aunque es un campo en desarrollo, estudios preliminares sugieren que el cannabis (especialmente el CBD) puede tener efectos ansiolíticos. Por ejemplo, se ha observado que el CBD ayuda a reducir la ansiedad en situaciones de estrés social, como ensayos de oratoria en público con pacientes de fobia social. Si bien la evidencia se considera limitada hasta ahora, muchos pacientes reportan alivio de síntomas de ansiedad con cannabidiol, y se están llevando a cabo más investigaciones para entender dosis, formulaciones y alcances terapéuticos. Importante: esto no significa “fumarse un porro para curar la ansiedad” sin más; implica el uso controlado de compuestos específicos bajo supervisión médica.
  • Esclerosis múltiple: Uno de los usos medicinales del cannabis mejor respaldado es el tratamiento de síntomas de la esclerosis múltiple (EM), especialmente la espasticidad (rigidez muscular) y el dolor asociado. Investigaciones han demostrado que los cannabinoides mejoran los espasmos musculares y la movilidad en pacientes con EM. De hecho, existe un medicamento con extractos de cannabis (THC/CBD en proporción 1:1) llamado nabiximols (comercialmente Sativex), aprobado en numerosos países para aliviar la espasticidad en EM cuando otros fármacos no funcionan. Revisiones científicas concluyen que los extractos orales de cannabis son efectivos para reducir la espasticidad reportada por pacientes con EM, contribuyendo a mejorar su calidad de vida.
  • Otras condiciones médicas reconocidas: La lista no termina ahí. También se han documentado beneficios del cannabis medicinal en náuseas y vómitos inducidos por quimioterapia, donde los cannabinoides actúan como efectivos fármacos antieméticos para pacientes oncológicos. Asimismo, se utiliza para estimular el apetito en caquexia (pérdida severa de peso) asociada a VIH/SIDA o cáncer, para ciertos trastornos del sueño y para el síndrome de Tourette y otros trastornos del movimiento, entre otras indicaciones investigadas. Siempre hablamos, claro está, de estudios serios, con datos reales, publicados en revistas médicas de verdad – no en panfletos pseudoacadémicos donde, por una tarifa, hasta un par de jerbos “con credenciales” pueden firmar como autores.

En resumen, la evidencia sólida apunta a que el cannabis (o sus componentes activos) sí tiene aplicaciones terapéuticas reales en varias condiciones difíciles de tratar. Este es un campo de investigación floreciente pero delicado, que requiere rigor, prudencia y seriedad para separar lo que son verdaderos efectos medicinales de lo que son simples rumores o exageraciones. Lamentablemente, circos mediáticos como el del “pene que crece” no ayudan en nada; al contrario, dan munición a críticos y siembran confusión entre el público.

La desinformación cobra víctimas, los desmentidos pasan desapercibidos

Lo más triste de todo este episodio es que, mientras Tamayo recolecta clics y aplausos por su “atrevido experimento”, otros tienen que salir a apagar el fuego. Medios especializados responsables, como Cannabis Magazine, se vieron obligados a desmentir la tontería viral y a explicar con paciencia que aquel estudio del pene era “una completa tontería”, una obra de sátira que nunca tuvo validez científica. Esta revista – dedicada a la cultura del cannabis pero con foco en información veraz – destacó cómo mucha gente dio por cierta la noticia sin verificar nada, evidenciando la necesidad de pensar críticamente y comprobar las fuentes antes de creer titulares llamativos. En otras palabras, exactamente el mensaje que Tamayo decía querer transmitir, pero que irónicamente se perdió en el estruendo de su propia broma.

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¿Y cuántos se enteraron del desmentido? Probablemente una fracción ínfima comparado con los que vieron el titular sensacionalista pasar por sus pantallas. Así es la vida en la era de la infoxicación: la mentira corre maratones mientras la verdad se ata los cordones. Pese a los esfuerzos de periodistas científicos, divulgadores serios e incluso comunidades pro-cannabis responsables, el daño de un bulo viral no siempre se puede revertir del todo. Algunos seguirán creyendo que “hay estudios” que prueban cualquier disparate, ya sea por sesgo de confirmación o porque la rectificación nunca les llegó.

Conclusiones: lecciones de un mal chiste

En tono sarcástico (como amerita el tema) podríamos aplaudir a Tamayo por su creatividad: gracias a él, ahora sabemos que si un día necesitamos que nos publiquen “La influencia de los unicornios en la física cuántica”, solo necesitamos 80 dólares y un inglés técnico decente. 🥴 Pero hablando en serio, la lección que queda es agridulce. Sí, los predatory journals existen y son un problema: permiten que estudios fraudulentos se cuelen en el discurso público con apariencia legítima. Sin embargo, combatir el fuego con fuego – o la desinformación con más desinformación – es jugar con candela.

El caso del “cannabis que agranda penes” debería servir como advertencia en varios niveles. Primero, a los consumidores de información: no te tragues cualquier titular por llamativo que sea; busca fuentes confiables, espera confirmación de medios serios, y mantén el escepticismo sano. Segundo, a quienes pretenden exponer fraudes: piensen dos veces antes de lanzar otro bulo “por experimento”, porque podrían terminar ensuciando la misma causa que defienden. Y tercero, a todos nosotros como sociedad: valoremos la ciencia real y el periodismo riguroso, que bastante tienen que luchar contra el ruido de fondo de memes, fakes y “experimentos sociales” irresponsables.

Al final del día, el cannabis no te va a convertir en actor de películas para adultos ni a solucionar mágicamente problemas de salud con solo prender un porro. Pero puede aliviar el dolor de quien nada más le funciona, reducir convulsiones a niños con epilepsia intratable, o dar calidad de vida a pacientes con esclerosis múltiple – gracias a años de investigación seria. No dejemos que el trabajo de esos científicos quede eclipsado por un titular de broma. La próxima vez que alguien venga emocionado diciendo “¡oye, que vi por ahí que la marihuana te hace crecer el pene!”, tendremos que respirar hondo, esbozar una sonrisa sarcástica y responder: “Claro, y los jerbos de Siberia tienen dos PhD. Ahora si me permites, hablemos de ciencia de verdad…”.

Referencias:

  1. ABC. “Fumar marihuana aumenta el tamaño del pene”: así ha colado Tamayo un estudio falso a varias revistas científicas. 26 mayo 2025.
  2. ABC. Detalles del estudio ficticio de Tamayo (datos inventados, autores jerbos, etc.).
  3. Cannabis Magazine. Fumar marihuana puede aumentar la longitud y el grosor del pene – Artículo explicando la naturaleza satírica y la difusión del bulo.
  4. National Academies of Sciences, The Health Effects of Cannabis and Cannabinoids (2017) – Conclusiones sobre eficacia para dolor crónico y ansiedad (CBD).
  5. Elsevier Neurología. Cannabinoides en epilepsia: eficacia clínica… (2020) – Evidencia actual apoya cannabis en epilepsia refractaria, dolor neuropático crónico, espasticidad en EM.
  6. Devinsky et al., New England Journal of Medicine (2017) – Ensayo clínico: el CBD redujo a la mitad las convulsiones en síndrome de Dravet.
  7. Koppel et al., Neurology (2014) – Revisiones sistemáticas: cannabis efectivo contra la espasticidad en EM.
  8. National Academies (2017) – Cannabinoides efectivos contra náuseas y vómitos por quimioterapia

 

Acerca del autor

The Swami

Amante del cannabis y especializado en el mundo de las sustancias psicoactivas. Escritor y psiconauta.