Activistas por la legalización de la marihuana en la Comunitat Valenciana explican a Levante de Castelló que un Club Social de Cannabis (CSC) es una asociación sin ánimo de lucro en la que se cultiva marihuana de forma colectiva para el autoconsumo, donde todos sus socios son mayores de edad y el escenario es un ámbito privado. Además, la mayoría de las actividades se centran en el conocimiento del cannabis, reconocida como una de las plantas más versátiles del mundo y sus diferentes usos como el terapéutico. «Para ponerlo en marcha hay que presentar un código de buenas prácticas muy estricto», dice un activista desde Castelló, al tiempo que señala la inseguridad jurídica de los mismos. «En los últimos meses han cerrado al menos 5 asociaciones sin motivo», se quejan desde Valencia.
Desde la propia Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC), declaran que «junto con una mayoría de CSC que respetan los límites de la legalidad vigente, existen otros que, tras la fachada de una asociación, llevan a cabo actividades que van más allá de lo legal, entrando en ocasiones en conflicto con el modelo asociativo que propugnamos».
Precisamente, de esa posible tapadera es de lo que se queja Paco Mascaraque, del Grupo de Acción para la Legalización del Cannabis en España (Galce) en Alicante, que lleva más de 20 años en lucha por sus ideas. Según las cifras que maneja, existen en torno a 25 CSC en la región y «hay de todo, desde la asociación que es un referente, hasta los chiringuitos que están surgiendo ahora», denuncia.
«Esto es tarea de la Policía, y los que hacemos las cosas bien, no tenemos ningún miedo para dar nuestro nombre en la prensa», continúa. Sin embargo, afirma que «muchas asociaciones están naciendo ahora para dedicarse al mercado negro, o únicamente para consumir marihuana y jugar a la Play».
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.