Sativas
Como os explicábamos en los dos artículos anteriores, nuestros culos inquietos nos han llevado a poner en práctica todo tipo de variantes de cultivo que nos permiten aprovechar el sol que nos regalan la primavera y el verano a la vez que llevamos a cabo parte del proceso en interior.
Por Bill Harrington
En los dos casos anteriores desarrollamos formas de comenzar un exterior en un interior, haciendo de nuestras plantas, plantas gigantes. Incluso llegamos a explicar como conseguir nuestras propias semillas feminizadas por el camino. Existen diferentes motivos para llevar a cabo este tipo de prácticas, bien sea por disponer de enormes espacios exteriores, no querer invertir en esquejes o semillas, disponer de interiores activos o, simplemente, por experimentar.
En este caso os explicaremos una práctica aún más útil, especialmente para los amantes de las genéticas sativas. Muchos cultivadores son fumadores específicos de hierbas sativas por sus propiedades euforizantes y su efecto cerebral, risueño, creativo, energético y, en algunos casos, psicodélico. Otros prefieren alternarlas utilizando las sativas durante el día, puesto que les permiten activos, y las índicas cuando cae el sol, para descansar. Y los hay que no quieren ver las sativas ni en pintura y se decantan por efectos más narcóticos, más analgésicos, más ansiolíticos y medicinales.
Aunque afirmar que una semilla que hemos comprado contiene unos genes exclusivamente sativos o índicos es, probablemente, sinónimo de estar mintiendo, sí existen híbridos de una tendencia claramente sativa e incluso algunas genéticas muy similares a las sativas originarias. Cualquier semilla comercializada bajo la denominación “sativa 100%”, “sativa pura” o simplemente “sativa” casi siempre contendrá genes índicos que alguien habrá usado para estabilizarla, aumentar su producción, adaptarla a otros exteriores, hacerla más fuerte o acortar su periodo de floración.
Esto puede haber pasado hace más o menos generaciones, pero la cruda realidad es que lo más probable es que haya pasado. La hibridación generalizada es una de las peores consecuencias que está sufriendo el cannabis debido a su ilegalidad en la mayoría del planeta y la falta de regularización de la conservación genética.
Volviendo a nuestro caso concreto, el problema con el cultivo de sativas en la península parte de la incompatibilidad geográfica. Estas plantas son originarias de zonas ecuatoriales como México, Tailandia, Camboya o Jamaica. Debido a ello, la diferencia entre las horas de luz diurna en verano e invierno es mucho menor que en España y las plantas crecen y florecen prácticamente a la vez.
Su genética se ha adaptado a este hecho y la mayoría de sativas no paran de crecer durante el periodo de floración. Por eso suele decirse que cuando se cultiva una sativa en interior no debe permitírsele demasiado crecimiento vegetativo. En el caso de usar esquejes suele recomendarse que en cuanto tenga raíces se pase a un ciclo de 12/12 (horas de luz/horas de oscuridad).
Por lo general, una buena sativa debiera tener, como mínimo, un periodo de floración que alcance el momento de la cosecha entorno a la 12.ª semana desde su comienzo, llegando en algunas genéticas a superar la 14.ª semana. Esto, en casos prácticos y llevándolo a nuestro terreno, implicaría que cortásemos nuestras plantas entre finales de octubre y finales de noviembre, cosa prácticamente imposible o con un alto riesgo de fracaso a causa de heladas, humedad, estrés, etc.
Si lo extrapolamos exclusivamente a un interior, cultivar sativas significa prolongar considerablemente los cultivos, conllevando un incremento del gasto notable -especialmente lumínico- y una producción muy similar a la de algunos híbridos que florecen mucho más rápido.
Debido a sus exigencias, las sativas no son plantas especialmente elegidas por los cultivadores de interior y en exterior no suelen alcanzar su máximo potencial -ni tan si quiera se acercan en muchos casos- pese a que gran cantidad de cultivadores desconozcan este hecho.
Hace algo menos de un lustro decidimos poner en práctica varias formas de aprovechar la luz del sol –disminuyendo considerablemente el gasto eléctrico-, combinando cultivo interior y exterior y obteniendo cosechas de sativas en el apogeo de su ciclo vital y de una calidad incomparable.
En un principio siempre llevamos a la práctica este proceso comenzando el cultivo en interior y terminando en exterior, como lo hacíamos en el caso de los híbridos y las índicas. Sin embargo, a las sativas les proporcionábamos un ciclo de 12/12 a partir del 10º día desde la germinación, mientras fuera todavía existía una cantidad de luz que no permitía que las plantas florecieran.
Por diversos problemas al final del ciclo, especialmente en el norte peninsular, donde las flores son más sensibles a las bajadas de temperatura al final del mes de septiembre y al comienzo de octubre, hay quien prefiere terminar el proceso en interior, por engorroso que parezca en términos de logística. O, al menos, tener alguna forma de resguardar a las plantas de las inclemencias norteñas.
Sin embargo, en otras zonas donde no existen sorpresas como levante, las zonas más áridas de las castillas, Madrid o Andalucía es muy recomendable llevar a cabo el proceso terminando en exterior.
De todas formas, explicaremos el método óptimo, comenzando en un interior y acabando en el exterior, y luego daremos algunas alternativas para aquellos que no disponéis de un tiempo tan agradecido.
¿Qué es exactamente lo que vamos a hacer?
Fácil.
Vamos a plantar genéticas sativas o de una tendencia muy sativa, con periodos de floración que rondan las 13 semanas. Las germinaremos, las haremos crecer algo más de una semana y les proporcionaremos un ciclo de 12/12 en interior. Cuando fuera los días decrezcan y la cantidad de luz se acerque a las 12 horas podremos trasplantarlas a un lugar mejor.
¿En qué se diferencia del proceso con híbridos o índicas?
En todo.
Lo único igual a los procesos anteriormente descritos es que las plantas pasaran un tiempo de su vida en interior y otro en exterior. Por lo demás, todo es diferente.
Mientras que con las índicas queríamos obtener plantas más grandes, con las sativas sólo queremos que el ciclo vital sea similar al que proporciona su lugar de origen, obteniendo plantas que se desarrollan en circunstancias plenas.
Con las índicas prolongábamos el periodo vegetativo en interior y luego las trasplantábamos en el mismo periodo en exterior. Con las sativas les proporcionaremos casi siempre un periodo de luz que induzca a la floración, bien sea en interior o en exterior.
Mientras que con las índicas los tiempos de trasplante y de vida en interior sólo influían en el tamaño, en el caso de las sativas debemos controlar a la perfección el tiempo que hay en el exterior para llevar a cabo su germinación y el comienzo de su ciclo vital en interior. Debemos hacer que coincida de manera que a finales de septiembre -como muy tarde a principios de octubre- estemos cosechando nuestras sativas en su plenitud.
Entonces, ¿cuándo comienzo en interior?
Depende.
Para que os hagáis una idea, la duración de los días oscila entre algo más de 9 horas en enero y las 15 horas de luz de julio. En diciembre amanece a las 9:15 de la mañana y anochece a las 18:00 mientras que en julio amanece a las 6:15 y anochece a las 22:00. Es una considerable diferencia.
Pues bien, en España solemos cultivar hacia el final de abril, cuando los días están en pleno crecimiento y rondan las 14 horas de duración. De esta forma, las plantas comienzan a ser fotosensibles en mayo, cuando llegan a disfrutar de casi 15 horas de luz, cerca del máximo que les proporcionará el sol peninsular.
La floración suele ocurrir de forma espontánea a lo largo de agosto, cuando los días comienzan a acortarse y a acercarse a las 12 horas de septiembre.
La idea es que, según el número de semanas que indique la casa de semillas, pasemos nuestras plantas a exterior sobre mediados de agosto, cuando le queden entre 6 y 7 semanas para ser cosechadas.
Esto quiere decir que si, por ejemplo, hemos adquirido un híbrido que está listo a las 11 semanas, tendríamos que haber germinado las semillas durante mediados de junio. Posteriormente, les habremos proporcionado unos 10 días de crecimiento vegetativo y habremos inducido la floración, con un ciclo de 12/12, hacia el final del mes.
A mediados de agosto ya habrán pasado unas 5 semanas desde que dio comienzo la floración. Esto permitirá que trasplantemos las plantas a un exterior y que culminen su ciclo vital 6 semanas después, hacia el final de septiembre.
Para ser aún más claros, detallemos con fechas el proceso mediante otro ejemplo. Como avecinábamos arriba, existen genéticas con periodos de floración muy similares a las originarias y con unos efectos y concentraciones de THC cercanos a los viejos mitos de las grandes sativas. Uno de estos casos es el capricho de uno de mis grandes amigos cultivadores, la Dr. Grinspoon, de Barney’s Farm.
Esto es lo que tiene que decir la casa al respecto:
Bautizada así en honor de nuestro héroe, el defensor, autor e investigador sobre cannabis, Dr. Lester Grinspoon, esta Sativa es una reliquia de nuestra familia. La planta crece delgada y alta, y requiere de más tiempo de floración de lo habitual.
Cuando maduran, las ramas parecen sostener compactos sacos verdes, con toques de un marrón rojizo. Estas bolsas parecen haber sido espolvoreadas con cristales de THC. El olor es suave y dulce, con un toque cítrico y su sabor también recuerda al limón y a frutas tropicales.
Dr. Grinspoon ofrece un efecto fuerte, duradero, enérgico y cerebral. Old school Sativa de primera calidad.
Información
Tipo: sativa
Rendimiento: 350gr/m2
Altura: muy alta
Tiempo de floración: entre 90 y 100 días
Momento de la cosecha en exterior: mediados de noviembre
THC: 25%
CBD: 0,4%
Genética: heirloom genetics
Como podéis ver, estas plantas pueden llegar a los 100 días de floración, más de 14 semanas. Teniendo en cuenta esto, allá va el calendario detallado:
- 1 de junio: ponemos las semillas a germinar.
- 5 de junio: pasamos las semillas germinadas a una maceta de unos 7 litros y les proporcionamos un ciclo de luz de 18/6 (horas de luz/horas de oscuridad).
- 15 de junio: cambiamos el ciclo de luz a 12/12.
- 15 de julio: podemos realizar un trasplante llegado este momento o usar un tiesto de 25 litros desde el principio. La mayoría de cultivadores experimentados están en contra de saltarse el proceso de trasplante pero en este caso evitaríamos causar estrés a la planta en plena floración.
No realizar trasplantes conlleva ciertas consecuencias que debéis tener en cuenta.
Cada cultivador debe elegir el número de trasplantes que quiere o cree que necesita realizar. Nosotros creemos que con uno basta y, también, que es importante que se realice entre dos o más personas. Uno debe encargarse exclusivamente de cuidar que la planta no resulte dañada.
- 15 de agosto: las plantas llevarán floreciendo unas 8 semanas y les quedarán entre 6 y 7 más para ser cosechadas. Es el momento de pasarlas a exterior.
Vuelve a ser decisión del cultivador trasplantar o dejar las plantas en la misma maceta. También variará en función de las posibilidades de cada cual pero lo ideal es llevarlas a la tierra si disponéis de esa posibilidad. Aún quedan más de 40 días por delante y la planta se recuperará y agradecerá poder echar nuevas y dispersas raíces.
- Finales de septiembre: cosecha
Peculiaridades y material
Muchos os habréis percatado de que no es imprescindible realizar la primera fase en interior. Basta que cubráis diariamente esas plantas, proporcionándole 12 horas de total oscuridad y dejando que sólo le de el sol durante 12 horas.
Esto puede parecer sencillo pero cuando las plantas crecen se necesita de un material y unos medios adecuados. No puede colarse la luz, debemos tener cuidado de no dañar las plantas y requiere de una constancia inamovible.
Si cometemos alguno de estos errores dañaremos a la planta y no habremos conseguido el principal objetivo de llevar a cabo este proceso: alcanzar un estado pleno de una planta sativa aprovechando el sol.
Por ello, la mayoría de nosotros optamos por hacerlo en interior, en un habitáculo del tamaño de una habitación mediana o pequeña y luego las trasladamos al exterior, a pesar del estrés que sufren.
Aunque encontraréis detalladas descripciones de cómo debe ser este interior en Cannabis Magazine, debemos señalar que lo suyo sería que usarais sodio durante el tiempo que estéis proporcionando un ciclo de 12/12 a las plantas.
Nosotros no lo hemos llevado a cabo, pero hay quien afirma que de tratarse de genéticas con floraciones entorno a las 11 semanas -situación en la que sólo tendrían que pasar unas 4 o 5 semanas en interior- pueden usarse bombillas CFL de bajo consumo con un espectro específico para floración.
Comenzando nuestro interior en un exterior
En el caso de que viváis en una zona de costa cantábrica, por ejemplo, es preferible que resguardéis vuestras plantas a partir de mediados de septiembre y hasta el momento que estén listas para la cosecha.
La mayoría de genéticas sativas, especialmente aquellas de periodos largos de floración, son más sensibles a los cambios bruscos de temperatura y al moho, puesto que no están preparadas para el cambio estacional de la península (aunque sí lo estén para soportar altos porcentajes de humedad relativa).
En la mayoría de los casos saldrán adelante las resguardéis o no, pero si no cuidáis estos detalles las plantas nunca alcanzarán su potencia y calidad máximas. El estrés durante las últimas semanas de vida resultará decisivo.
Pues bien, o se resguardan o se invierte el proceso. Puesto que no queremos plantas de proporciones exageradas, este es un calendario que podríais llevar a cabo con una variedad ElDorado de Nirvana Seeds, una sativa mexicana que ronda las 11 semanas de floración:
- 1 de julio: ponemos las semillas a germinar.
- 5 de julio: pasamos las semillas germinadas a una maceta de unos 7 litros y las llevamos al exterior donde comenzará su ciclo vegetativo.
- 5 de agosto: trasplantamos a macetas de entre 25 y 45 litros según disponibilidad de espacio, gustos, necesidades, etc.
- 15 de agosto: las plantas comenzarán a florecer.
- Finales de septiembre: cuando los días comiencen a enfriarse, llevaremos nuestras plantas a un interior amplio y les proporcionaremos un ciclo de 12/12 con lámparas de sodio. Llevarán unas 6 semanas floreciendo y les faltarán unas 5 semanas para ser cosechadas.
- Finales de octubre/principios de noviembre: cosecharemos nuestras plantas en un estado óptimo.
Después del esfuerzo que requieren y lo difícil que es satisfacer a estas plantas, obtendréis la codiciada recompensa. Sea cual sea la genética elegida mientras supere las 11 semanas de floración –y el consabido aumento en los porcentajes de THC-, os toparéis con una hierba que no tiene parangón y que no es apta para fumadores inexpertos.
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.