Cultivar con una sola planta de cannabis
Algunos pensarán que cultivar con una sola planta de cannabis durante años es algo imposible, dado que las plantas de marihuana tienen una vida útil que finaliza cuando maduran los cogollos y la planta se seca. Sin embargo, los mínimamente avezados en el cultivo de cannabis saben perfectamente cómo cultivar con una única planta durante muchos, muchos años.
por Josetxo
Vamos a explicar de forma muy sencilla cómo realizar esta técnica que, sin duda, puede ahorrarnos centenares de euros en semillas. Además, nos permitirá conservar nuestras genéticas favoritas y obtener cultivos completamente homogéneos. La técnica consiste en hacer una planta madre a partir de una semilla o de un esqueje y utilizarla para sacar muchos más esquejes durante tantos años como queramos. Aunque no es la única técnica que podemos utilizar, ya que siempre podemos revegetar una planta para que vuelva a su estado de crecimiento, en ocasiones se estresan demasiado y, tras una segunda floración, pueden mostrar rasgos hermafroditas. Así que hacer una planta madre es la mejor opción se mire por donde se mire. Una planta madre no es otra cosa que una planta de marihuana a la que se le van cortando ramas para realizar esquejes, así que siempre debemos mantenerla en crecimiento.
Cómo hacer una planta madre
Lo primero que debemos hacer es preparar un lugar de cultivo donde podamos mantener siempre la planta en fase de crecimiento, es decir, darle de forma artificial tantas horas de luz como queramos. Algunos cultivadores hacen ciclos de dieciocho horas de luz y seis horas de oscuridad (18/6), mientras que otros prefieren utilizar más horas de luz. No hay nada demostrado sobre qué tipo de fotoperiodo lumínico funciona mejor, aunque si no tenemos prisa en que la planta ramifique para ofrecernos esquejes 18/6 nos permite ahorrar un poco en la factura eléctrica.
He visto plantas madre que se cultivan en fase de crecimiento permanente, utilizando simplemente una bombilla de bajo consumo, y también otras bajo potentes bombillas de halogenuros metálicos o bajo paneles LED. El tipo de iluminación que le demos a la planta madre determinará la velocidad con la que ésta crezca y, obviamente, los halogenuros metálicos (HM) son los que mejor calidad/cantidad de luz ofrecen. Seguro que los defensores del LED no opinan igual, pero tras probarlo personalmente en condiciones equitativas los HM ganan con creces.
En pocas palabras, se podría decir que si sólo vamos a sacar cinco o diez esquejes de vez en cuando, con mantener la planta con bajo consumo es suficiente; mientras que si queremos sacar grandes cantidades de esquejes cada poco tiempo, hablando de tandas de cincuenta esquejes para arriba, lo mejor son los HM. Sobra decir que factores como la humedad y temperatura ambiente son también clave.
Centrándonos ahora un poco en la propia planta, debemos ponerle una maceta de un tamaño adaptado al sustrato que utilicemos y tamaño de la planta madre. Personalmente me encanta cultivar en fibra de coco, pues lo considero el mejor sustrato para el cultivo de cannabis, aunque obviamente hay que tener experiencia para cogerle el punto. Si vamos a cultivar una planta madre en sustrato de coco bajo un foco de bajo consumo es suficiente con una maceta de uno a tres litros de capacidad, dependiendo de tu disponibilidad para ir regando cuando se seque. Sin embargo, si la planta va a ser de tamaño medio o grande, bajo un foco LED o de HM, lo ideal es utilizar algo entre los cinco y los doce litros de capacidad.
Por el contrario, las plantas cultivadas en tierra requieren de macetas de mayor capacidad, siendo lo recomendable para una planta pequeña una maceta de unos tres litros. Para plantas de tamaño mediano o grande estaríamos hablando de macetas de doce litros de capacidad o más, dependiendo siempre del tamaño. Si moldeamos y podamos bien la planta madre podremos tener una ejemplar inmensamente grande a lo ancho, pero no a lo alto.
Las plantas pequeñas no necesitan de mucho trabajo para sacarles otras ramas que usaremos de esquejes. Aunque siempre es recomendable ir haciendo algunas podas selectivas o cropeado, si se nos va de altura. Sin embargo, si queremos obtener tandas de cincuenta esquejes o más cada vez que podemos nuestra planta madre, debemos realizar unos moldeados y podas muy selectivas. Son sencillas pero hay que hacerlas bien.
Tanto si partimos de una semilla como si partimos de un esqueje debemos realizar una poda FIM a nuestra planta en el tallo principal y varias más en sus ramas conforme se desarrollen. La poda FIM consiste en cortar la punta principal de la planta o rana, obligando a la planta a invertir su energía en desarrollar las ramas laterales de los nudos anteriores. Si partimos de semilla realizaremos una poda FIM a nuestra planta madre a partir del tercer nudo. Hay quien la hace en el quinto nudo o en el sexto… cada cuál con sus manías. Si partimos de un esqueje podemos hacer la poda FIM a partir del segundo nudo, aprovechando las cuatro ramas que nos ofrecen los dos nudos inferiores. Cuando las ramas laterales se hayan desarrollado, las obligaremos a permanecer en estado vertical de forma que toda la rama aproveche el máximo de luz. De esta forma propiciaremos que crezcan nuevas ramas de los nudos de esa rama, multiplicando así considerablemente el número de ramas que podremos cortar en un futuro para obtener esquejes.
Para mantener una rama en estado horizontal de forma permanente podemos utilizar alguna cuerda o utilizar algún peso que doble la rama sin llegar a romperla. Cuando las ramas laterales hayan crecido todo lo que queramos a lo ancho las despuntaremos para que la planta centre su energía en las nuevas ramas y cuando las nuevas ramas estén grandes podemos cortarlas para utilizarlas como esquejes (siempre por encima del segundo nudo para que sigan naciendo nuevas ramas) o podemos seguir moldeándolas para ampliar más aún el número de esquejes por tanda. Todo depende del espacio del que dispongamos y de la cantidad máxima de esquejes que queramos obtener cada vez que podemos.
Cuando la planta madre tenga ya un tiempo debemos hacerle una poda de raíces para evitar que sature por completo la maceta y entre en floración (algunas plantas lo hacen cuando las raíces ya no tienen sitio para desarrollarse). O, si lo preferimos, podemos hacer una nueva planta madre con alguno de los esquejes obtenidos y florecer o desechar la actual planta. De esta forma mantendremos siempre una planta para ir sacando esquejes durante muchos años.
Cómo hacer esquejes
Existen muchas formas de hacer esquejes de marihuana ya que se pueden realizar en medios hidropónicos, en jiffy, en coco e incluso en sistemas aeropónicos. Así que para no marear mucho la perdiz voy a explicar cómo los hago yo, obteniendo siempre resultados muy buenos.
Lo único que vamos a necesitar es un pequeño invernadero para conservar la humedad de los esquejes. Podemos hacer el invernadero con un tupperware y un poco de film transparente (el típico plástico de los bocadillos) o comprar un invernadero en cualquier grow shop, son muy económicos y funcionales. Por otro lado recomiendo utilizar hormonas de enrizamiento para estimular la creación de nuevas raíces en el esqueje. Aunque hay muchas personas que no las utilizan e igualmente obtienen buenos resultados.
Un esqueje se obtiene de la rama de una planta, se corta adecuadamente, se prepara y se a enraizar. Pero antes de cortar ninguna rama a la planta madre debemos haberla regado el día anterior para que todas sus ramas estén totalmente hidratadas. Es recomendable no utilizar abono en ese riego anterior a la poda de ramas. Una vez procedamos a la poda debemos cortar ramas que tengan al menos tres nudos, siendo recomendable cortar las ramas lo más grandes posibles dentro de nuestro límite de altura por el uso del invernadero. Recordemos que van a enraizar dentro de un invernadero, por lo que la altura es un factor importante a tener en cuenta.
Debemos preparar un lugar limpio donde poder preparar esas ramas que hemos podado para convertirlas en esquejes. Es muy recomendable ponerlas en agua (como las flores) mientras preparamos todo y realizamos el proceso. Debemos preparar unos semilleros o pequeñas macetas con fibra de coco (o tierra, como prefiráis) y regarlos solo con agua con el pH ajustado (pH de 6.2 en tierra y de 5.8 en coco). Podemos hacer un pequeño hueco en el centro de cada semillero con la ayuda de un palillo, bolígrafo o pincel, que será donde posteriormente pondremos el esqueje.
Una vez tengamos todo preparado es importante hacerlo rápidamente para evitar que las ramas que hemos cortado se deshidraten. Cogeremos una rama y, con la ayuda de un cúter o bisturí, cortaremos la parte inferior del tallo en un ángulo de cuarenta y cinco grados. De esta forma la planta tendrá más superficie desde donde enraizar. Con el mismo cúter o bisturí cortaremos las ramas del siguiente nudo y aplicaremos hormonas de enraizamiento al corte que hemos realizado en el tallo y al nudo al que hemos cortado las ramas. Yo utilizo un pequeño pincel para aplicar las hormonas, que son en forma de gel denso. De esta forma aplico una pequeña cantidad y la distribuyo bien.
Una vez que hemos aplicado las hormonas meteremos la rama en el agujero que previamente habíamos realizado en el sustrato del semillero, dejando el nudo que hemos podado y en el que hemos aplicado hormonas también enterrado. Presionaremos levemente con los dedos para que no quede hueco entre el sustrato y la rama que hemos puesto. Es importante cortar las puntas de las hojas más grandes tal y cómo se aprecia en las fotos. De esta forma el esqueje se desarrollará mucho mejor centrando su energía en el desarrollo de las raíces, punta y nuevas ramas.
Cuando hayamos puesto todos los esquejes que necesitemos en el semillero debemos meterlo en el invernadero que previamente habremos humedecido y cerrarlo para que se conserve una humedad del 100% en su interior. Podemos humedecer el invernadero con un poco de agua o con la ayuda de un pulverizador. Una vez cerrado el invernadero lo pondremos bajo una luz adecuada y no muy potente durante los próximos quince días. Es importante que no haga un calor excesivo, pues sería perjudicial para los esquejes que están enraizando.
Pasados cuatro o cinco días podemos abrir un poco el invernadero (sólo un poco) para que la humedad disminuya levemente. A los pocos días podremos ir abriendo un poquito más, aunque nunca de forma excesiva porque un cambio brusco de humedad podría matar los esquejes. Cuando hayan sacado raíces que será, generalmente, sobre el día quince, podremos sacarlos del invernadero de forma progresiva y ponerlos en una maceta más grande y bajo un foco más potente si queremos.
Algunas variedades de marihuana enraízan en diez o doce días y otras en veinte, aunque lo normal son unos quince días. El error más común es estar moviendo los esquejes constantemente para ver si ya tienen raíces. La mejor forma de que crezca es dejarlos tranquilos los quince primeros días. La temperatura óptima para un esqueje que está enraizando se sitúa entorno a los 22/24ºC. El ciclo de iluminación debe ser el mismo que el de crecimiento, de 18/6 a 24/0.
De esta forma podremos estar cultivando durante años y años sin necesidad de tener que comprar ni una sola semilla. Podemos tener una planta madre o tantas plantas madre como queramos para disponer de diversas variedades. Se trata de una gran forma de aprovechar al máximo la inversión que hagas en la semilla que quieras convertir en una planta madre. Así que no escatimes y elige una variedad que te guste mucho a nivel de sabor, efecto y potencia.
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.