Este artículo no es un debate sobre qué es mejor: si el peso del producto final en seco o una mayor calidad del mismo en detrimento de la producción, sino sobre qué es mejor: disponer de muchas semillas de calidad media a un bajo precio, o invertir el dinero en variedades de calidad mucho más notable, pero a un precio mayor.

Por Albert Garrudo

Hoy día en España, y más aún con la crisis, se demanda un mercado de semillas de precio lo más bajo posible, y que sean feminizadas. Las semillas de formato regular han quedado en un segundo plano, e incluso tercero, ya que las autoflorecientes cada día ganan más adeptos. Hemos dejado de lado la calidad de unas buenas semillas regulares de bancos con años de trabajo a sus espaldas, por femicopias de bancos que no producen sus semillas, sino que las compran a terceros o que no crean variedades, sino que simplemente hacen reproducciones de otras ya existentes. El resto de países con cultura cannábica actual (Estados Unidos, Holanda, Reino Unido…) sigue demandando semillas regulares, y las feminizadas quedan muy atrás.

¿Qué tenemos aquí que sea diferente? A mi entender, la publicidad de bancos que invierten más en márketing que en calidad del producto. Desde hace un par de años, el mercado se ha inundado con bancos de semillas que aparecen y desaparecen; bancos con las mismas variedades en sus catálogos, pero con nombres distintos; bancos que producen semillas o las compran, y que cada año aparecen con diez nuevas genéticas; incluso tiendas que compran las semillas a granel y luego las envasan con el logotipo de su grow. No estamos hablando de los bancos que crean variedades propias, diferentes al resto de las ofrecidas, que tardan entre dos y cinco años en estabilizar una variedad antes de ofrecerla.

Coloquialmente hablando, esto es un desmadre creado por la prohibición. Aquí es donde me pregunto dónde está el control de calidad. Cada día hay más cultivadores descontentos con alguna variedad que compraron el año pasado, incluso variedades que ya habían plantado años atrás y que ahora no se parecen en nada a las de antaño. Por culpa del beneficio propio frente a la calidad, muchos bancos no guardan los parentales originales con los que crearon sus variedades, y cada año deben partir de semillas del híbrido y realizar reproducciones. Esto degenera la genética por endogamia y nunca se obtendrán los resultados del híbrido inicial. Y si en vez de producir sus semillas, las compran a terceras personas, la calidad queda en el aire hasta que llega la cosecha, como si fuera una ruleta de la suerte.

Hace años plantabas diez semillas de White Widow, retirabas entre tres y cinco machos, y las hembras que quedaban crecían, florecían, resinaban y terminaban de florecer más o menos a la vez. Como mucho se diferenciaban dos fenotipos, y si salía algún ejemplar muy distinto al resto daba que pensar que no había un trabajo riguroso por parte del breeder. Hoy día, incluso los bancos de semillas venden en sus catálogos sus variedades informando de la cantidad de fenotipos distintos que pueden salir de esas semillas, y que busques el que más te gusta… ¡Hay que ver a dónde hemos llegado!

Estamos hablando de que a día de hoy es muy difícil conseguir semillas originales de los híbridos más famosos, que se parezcan a lo que fueron años atrás. Blueberry, Northern Lights, Skunk,

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Haze, White Widow… lo que podemos encontrar son plantas parecidas o con un aire de similitud a sus ancestros originales, pero la situación de ilegalidad y la demanda intensa de semillas ha producido esta lamentable situación.

Y no hablemos del problema de la intersexualidad, hermafroditismo e incluso machos reales que salen de las semillas feminizadas, ya sea a la hora de marcar el sexo -con platanitos y flores a mitad de floración- o al final de la misma. Cada vez más, las semillas feminizadas presentan problemas de ese tipo, dejando regalitos de alguna semilla molesta en nuestros cogollos o arruinando nuestras cosechas con miles de cañamones. Recordemos que para feminizar hay que estresar a una hembra, ya sea con productos químicos o de forma más “natural”. Si el trabajo de feminizado no es riguroso y serio, las semillas producidas serán más útiles como alpiste para gorriones o tostadas de aperitivo.

Otro tema más delicado serían los nombres de las variedades. Muchos bancos ofrecen híbridos conocidos por todos con otro nombre, ya sea para no entrar en debates sobre de quién es realmente el híbrido inicial, o bien para hacer creer al cliente que está comprando algo diferente. Sea como sea, el resultado es confusión. Una persona puede ir a comprar, por ejemplo, un paquete de Critical Mass, otro de Channel + y otro de Green Poison, y al fin y al cabo estará comprando tres paquetes de Critical. Si el vendedor no avisa, cuando florezcan, el cultivador verá que sus matas se parecen mucho entre sí. De haberlo sabido, quizá hubiese preferido comprar tres variedades distintas. Es tan fácil como informar al consumidor sobre la genética real, como en cualquier otro producto. Pero el cannabis, al ser ilegal, no se puede registrar la patente de una variedad, y cualquier persona puede vender semillas con un nombre famoso o usar esa genética en beneficio propio, sin que el creador original pueda decir nada. Por eso hay tantos bancos que ofrecen Critical Mass, pero realmente sólo uno es el que realizó el cruce original; el resto parten de semillas de la susodicha variedad.Las feminizadas suelen mostar platanitos

 

Si estamos dispuestos a gastarnos 10 € o más por semilla -abusivo a mi parecer-, si invertimos en abonos, sustratos y herramientas mil, deberíamos pararnos un rato a informarnos sobre el origen y el trabajo que hay detrás de la variedad que nos interesa del banco en cuestión, y sólo comprar a aquellos que realmente tienen un trabajo propio, sean o no híbridos originales. Estos bancos tienen muchas horas de trabajo bajo el sodio, y sus semillas valen lo que piden, por el hecho de que luego estarás seguro de que las plantas saldrán como dice el catálogo y no cualquier otra cosa. Los bancos que no producen ellos sus semillas nunca podrán ofrecerte la fiabilidad que prometen; simplemente compran las semillas a un precio y las venden incrementando el precio entre un 100% y un 500%. De igual modo, al comprar un coche nos gusta saber un poco qué equipamiento lleva, su potencia, el tipo de carburante… y seguro que preferimos un Seat a un “Seta”, no sé si me explico.

También hay que tener cuidado, ya que muchos bancos cruzan la mayoría de sus madres con el mismo macho. Pueden tener catálogos muy amplios, pero al fin y al cabo todas tendrán cierto parecido, ya que la mitad de sus genes es igual en todas ellas, y podemos acabar teniendo muchas variedades pero todas con un sabor parecido, ya sea Critical o sea San Fernando Valley OG Kush. Por eso, si queremos invertir, hay que investigar un poco para que nuestra próxima cosecha será de las que se recuerden.

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A mi entender, deberíamos usar los tres tipos de semillas. Las auto, para plantar en primavera y obtener una cosecha temprana, antes de que las demás estén listas y así disfrutar el verano con algo recién cosechado. Si sólo disponemos de un balcón frente a una farola, pues no queda otro remedio si las queremos ver florecer. Las feminizadas, para probar alguna variedad nueva y saber cómo crece, florece, sabe, etc., y poder hacernos una idea de si nos gusta o no. O también para los cultivadores noveles que no controlan mucho el cultivo y no quieren andar preocupándose por los machos. Todo esto ayuda mucho en los primeros cultivos. Las feminizadas también sirven para esos cultivos de indoor que corren prisa y donde no hay espacio para machos. Y las regulares, por fin, para plantar lo que ya sabemos y conocemos, y de las cuales nos interesa seleccionar una buena hembra productora de clones que llenarán nuestros armarios, balcones o huertos. También nos sirven para buscar un buen macho, hacer nuestras propias semillas y poder disfrutar de ellas. Además, las semillas regulares son mucho más estables y homogéneas en fenotipos, más potentes y resinosas, y más productivas que sus homologas feminizadas. Germinadas en época de calor, las regulares dan un índice de hembras más alto y se pueden conseguir seis, siete o hasta ocho hembras por cada paquete de diez semillas. Las regulares son mejores y más baratas; sólo queda la molestia de los machos, que hay que cuidar hasta que marcan el sexo, pero tenemos la seguridad de que las hembras no mostrarán intersexualidad… si el breeder ha hecho un buen trabajo, claro.

Las feminizadas arrasan, y no se ve el final. De las regulares, lamentablemente, el final no está lejos, a no ser que hagamos algo para no acabar con refritos en nuestros botes. Este artículo es una opinión personal. Después de más de quince años cultivando he podido ver el deterioro genético de las semillas comerciales y cómo las feminizadas han arrasado en el mercado español en menos de diez años. No pretende ser una crítica a nadie en particular, sino un toque de atención a todo el sector cannábico, desde el cultivador novel, pasando por el banco de semillas, y terminando por los propietarios de tiendas, para advertir que si no empezamos a cambiar el mercado y las semillas regulares vuelven a ponerse de moda, esto se va a pique. Estamos hablando de una planta con miles de años a nuestro lado y con cientos de aplicaciones médicas, lúdicas y terapéuticas. Cada variedad es un mundo en sí y tiene sus utilidades. Si vamos liando el cotarro con nombres distintos, refritos, historietas inventadas… estaremos prostituyendo una planta sagrada y vamos hacia atrás en vez de avanzar juntos hacia unos híbridos mejores y más enfocados a cada dolencia en concreto.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.