En el primer número de esta serie realizamos un recorrido inicial para preparar los elementos que requieren un cultivo interior en un espacio reducido o en un espacio mayor; el segundo número lo hemos dedicado al tema de las variedades; y hoy vamos a hablar de la cosecha de nuestras plantas así como de su secado, curado y posterior almacenamiento y conservación.

Por Gospodin Konopí

Después de que la planta haya consumado todas sus etapas vitales, llega el momento de la cosecha. Existen diversas formas de saber cuál es el momento apropiado para realizar el proceso de cosecha. No todas las variedades tienen los mismos tiempos de maduración e incluso dentro de una misma variedad estos tiempos pueden variar de un ejemplar a otro por diferentes razones que podrían ser de carácter genético o ambiental. Lo más común es prestar atención a la evolución de los pistilos y tricomas. Para ello nos fijaremos tanto en el color de los pistilos como en la tonalidad y forma de los tricomas.

Podría parecer que después de todo este tiempo y todo el esfuerzo y dedicación hacía nuestras plantas el resultado está asegurado. Nada más lejos de la verdad, lo cierto es que todavía nos quedan algunos procesos o elementos a los que conviene prestar un mimo especial. Por muy bien que hayamos tratado nuestro cultivo, por muy buenos materiales que se hayan utilizado o aun habiéndonos decantado por variedades de gran calidad tendremos un pésimo resultado si descuidamos estos últimos pasos que son la cosecha, el secado, el curado y la conservación. Cuando realizamos cultivos interiores ya se trate de espacios reducidos o bien de espacios más amplios seremos nosotros mismos los que regularemos y vigilaremos el periodo lumínico de las plantas. Por esta razón es fundamental atender tanto a la descripción general que la casa de semillas ofrece como a los tiempos de floración que se aconsejan. El tiempo de crecimiento es un elemento con el que hay que tener cuidado. En primer lugar por el gasto lumínico que es considerablemente mayor en esta etapa que en la etapa de floración y en segundo lugar por las limitaciones en cuanto al espacio que un cultivo en una habitación pueda conllevar. Además, esto es algo con lo que habremos de lidiar especialmente en cultivos en espacios  reducidos.

Cuando se cuenta con experiencia todo esto resulta más sencillo. Cosecha a cosecha, los cultivadores van cogiendo pericia a la hora de detectar esos indicios que indican la madurez de nuestras plantas y por tanto el momento adecuado para cosechar. Conviene prestar mucha atención al momento en el que las casas de semillas marcan la floración finalizada. Desde ese momento e incluso antes se debería realizar un seguimiento diario de la evolución de los tricomas y pistilos para poder comprobar su progreso en torno al color y a su tonalidad, incluso a la forma de los tricomas. Cuando la tonalidad en las tres cuartas partes de los pistilos se torna azafranada, la forma de los tricomas se percibe definida y su tonalidad se vuelve más opaca es el momento ideal para realizar la cosecha. Ahora bien, existen personas que prefieren efectos más narcóticos o bien más euforizantes. Para esto cada quien puede ajustar el momento de la cosecha a sus gustos personales, de esta manera si se prefieren efectos muy sedantes o narcotizantes se dejarán los ejemplares unos días más; si de lo contrario, lo que se busca es un efecto euforizante o energético se han de cortar los ejemplares con más prontitud pero sin que ello influya demasiado en el desarrollo en sí de la planta, con esa idea queremos decir que no por muy temprano que se coseche vamos a obtener cánnabis con unas características más sativas. Cada variedad de planta tiene sus propias características tanto físicas como organolépticas y estas van a ser expresadas en mayor o menor medida. También hay que tener en cuenta que dentro de una misma variedad distintos ejemplares pueden manifestar rasgos genéticos diferentes, precisamente por contar dicha cepa, por así decirlo, con diferentes genotipos que se expresarían por medio de diferentes fenotipos en cuanto a las diferentes características de cada planta.

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Una vez realizada la cosecha llega el momento de atender al proceso de secado. Para ello es necesario un espacio con unas características ambientales específicas, una temperatura estable y que gire en torno a 20º y una humedad ambiental constante que no supere el 55%. Si no prestamos atención a estos factores, el resultado final se verá afectado. Cuando la temperatura es demasiado elevada (por encima de 26º) nuestros cogollos se resecarán y no tendrán un proceso de secado adecuado. Si la humedad es demasiado baja, por debajo del 40% de humedad, los cogollos también se verán afectados. Como en el caso de la temperatura elevada su sabor disminuirá como también su aroma, por el contrario si el grado de humedad ambiental es demasiado alto, por encima de un 60%, corremos el riesgo de que nuestros cogollos desarrollen focos de moho como botrytis. La botrytis es un hongo patógeno común a muchos vegetales animales y también bacterias de relativamente fácil propagación por lo que será más prudente tratar de prevenir que luego tener que curar. Para ello será fundamental tener una buena ventilación para evitar que la humedad que pudiera quedar atrapada persista y favorezca focos de moho.

Por otra parte la habitación o el lugar en el que realizaremos el secado de nuestras plantas ha de tener una buena ventilación que renueve el aire. El lugar en cuestión ha de ser un sitio limpio sin olores extraños que se puedan impregnar en nuestros cogollos. La colocación de los cogollos puede realizarse sobre bandejas o mallas destinadas a ello pero también pueden ser colgados boca abajo por una cuestión de estética y presentación del producto final. De esta manera nos aseguraremos de que los cogollos mantengan una estructura tubular con puntas redondeadas. No obstante, existen muchos cultivadores que creen que esta técnica de secado hará que las resinas de la planta vayan hacia sus extremos, es decir, hacia las cabezas de los ramos florales y con ello los cogollos posean mayores efectos.

Bote de cristal con cogollos secos

En muchas ocasiones resulta complicado regular la humedad de nuestro lugar de secado, siempre podemos utilizar un deshumidificador regulándolo de manera que se alcance el grado de humedad deseado. Si no es posible disponer de un deshumidificador podemos utilizar recipientes de madera o cartón para que absorban un poco de humedad y depositar cuencos o platos con arroz alrededor de nuestros cogollos. El arroz absorbe la humedad pero no es tan eficaz como otros desecantes (por ejemplo el sílice o ciertos tipos de arcilla). Los botes de vidrio no son buenos recipientes para llevar a cabo el proceso de secado porque condensan la humedad pero sí que resultan efectivos para la etapa de curado.

Por último mencionar la importancia de la oscuridad para todo el proceso de secado. Esta falta de luz permite a los diferentes cannabinoides (principalmente tetrahidrocannabinol, cannabidiol y cannabinol) realizar sus procesos químicos, que transforman la planta en términos de principios activos.

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En tres o cuatro semanas nuestros cogollos ya deberían estar lo suficientemente secos como para entrar en la etapa de curado. Para ello vamos a embotellar nuestra cosecha en tarros de cristal. Esto lo haremos siempre con la certeza de que la humedad existente en los cogollos es mínima y no supondrá un riesgo para el desarrollo de moho una vez estos se encuentren embotellados. Será conveniente ventilar el contenido de los botes abriendo su tapa de vez en cuando.

El proceso de degradación de la clorofila ya comenzó con la muerte de nuestros ejemplares, se agudizó durante el proceso de secado y continuará lentamente junto con la degradación de otros elementos presentes en los cogollos. Cuanto más tiempo pase mejor curados estarán nuestros cogollos, estos tendrán menos clorofila lo que se traducirá en una predominancia de las cualidades organolépticas por medio de los diferentes terpenos a la hora de la cata sobre el mal sabor que arroja la clorofila. Sobre los diez meses de curado nuestros cogollos estarán en su mejor momento para el consumo ya que, en su mayoría, los procesos químicos de los cannabinoides ya habrán terminado y la clorofila estará ya muy degradada. Después de un año los cogollos comienzan a perder sus propiedades organolépticas y la contundencia de sus efectos desciende para ir suavizándose gradualmente. A lo largo de todo este proceso el THC se ha ido convirtiendo en CBN haciendo que las flores posean una tendencia más narcotizante con el paso del tiempo.

Cogollos secos
Cogollos secos

Para el almacenamiento de nuestra cosecha es fundamental tener un lugar seguro en donde depositarla, un lugar al que no acceda gente ajena que podría meternos en un lio o simplemente beneficiarse de manera malsana de nuestro esfuerzo.

Con esto cerramos esta serie en la que hemos hablado de los materiales que se necesitan para llevar a cabo un cultivo interior (ya sea en una habitación o en un espacio reducido como un armario de cultivo), del espacio de cultivo en sí y de los sistemas de iluminación y de ventilación. Además de ello hemos dedicado un número completo a la selección y elección de las variedades proponiendo algunas que son, a nuestro criterio, variedades muy adecuadas para este tipo de cultivo. Finalmente hemos abordado, en este último número, los procesos finales del cultivo: cosecha, secado, curado y conservación de los cogollos.

Hasta el próximo número y os deseo fértiles cultivos de gran calidad.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.