El Pawkar Raymi es un término quechua que significa “fiesta del florecimiento” o “muchos colores o policromía”.
El significado de este término se debe a que, durante la celebración, se exhibe la cosecha que da la tierra, mostrándose un amplio colorido entre los productos expuestos y la indumentaria de los participantes. El Pawkar Raymi constituye una antigua ceremonia religiosa andina en honor a Pachacámac o Pacha Kamaq, cuyos preparativos inician anualmente desde el mes de enero, celebrándose en marzo, para agradecer y compartir los productos (patatas, maíz o arvejas) que cada año les obsequia la Pachamama o Madre Tierra.
En algunas comunidades el Pawkar Raymi también es conocido con el nombre de Sisa Pacha (época del florecimiento) o TumariPukllay (juego ceremonial con agua y flores). La festividad se encuentra estrechamente unida al equinoccio del 21 de marzo, fecha en la que inicia el calendario andino (en quichua: mushuk nina o fuego nuevo). Marca el final de los meses femeninos y da paso a los meses masculinos. Es el tiempo-espacio sagrado en donde el agricultor deja de trabajar la chakra y sus cuidados permanentes, ofreciendo la tierra los primeros frutos tiernos.
Historia del Pawkar Raymi
De acuerdo al testimonio Gómez Suárez de Figueroa, el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), el Pawkar Raymi, junto al Inti Raymi, Kulla Raymi y Cápac Raymi, constituía una de las cuatro festividades celebradas en Cuzco (Perú) en el Imperio incaico. Tras la conquista española, la celebración quedó suspendida como fiesta ancestral, tratándose de ocultar mediante el Carnaval, la fiesta de la primavera o la fiesta de San Pedro, costumbres que viajaron con los españoles.
A lo largo de los siglos, la festividad del Pawkar Raymi ha devenido en su ritualidad actual. Como se ha señalado, la ceremonia se corresponde con el ciclo agrícola y de florecimiento de los campos, señalando la abundancia de las cosechas y situándose, por ello, como una fecha señalada en el calendario agrícola del maíz, planta emblemática –junto con el altramuz o chocho– en la sierra andina ecuatoriana. Por ejemplo, en la localidad de Otavalo, el Pawkar Raymi –conocido como Cargu Pasai– consistía en dar misa a Santa Lucía y San José, e iban bailando hombres y mujeres con los santos en los hombros, junto con el bullicio de los voladores, la banda del pueblo (Atienza de Frutos, 2009, p.129).
Actualmente, el Pawkar Raymi conserva su posición de ser una de las cuatro festividades ceremoniales ancestrales que cada año se efectúan en la zona de los Andes en Ecuador, Bolivia, Perú y otros países latinoamericanos.
En Saraguro
En el año 2000, entre las comunidades indígenas del cantón Saraguro (Ecuador), la festividad del Pawkar Raymi fue recuperada como elemento patrimonial histórico cultural. En la localidad se agradece por los primeros frutos obtenidos a inicios del mes de marzo con diversas actividades, entre las que se destaca la murutandama, en donde se recolectan los granos de las diversas comunidades para cocinar y compartir con toda las personas. Preparan y eligen a las akllas o “mujeres líderes” de cada comunidad, quienes son las delegadas de los cuatro suyos: Constisuyo, Collasuyo, Antisuyo y Chinchaysuyo. Estos suyos representan la cruz andina o chacana, siendo estas mujeres las que representarán al pueblo Saraguro hasta la siguiente festividad del Inti Raymi.
La ceremonia en Saraguro comienza el 1 de marzo con el baño de purificación en el denominado “Baño del Inca”, que corresponde con unas ruinas arqueológicas. En dicho momento, el Capac (organizador) se desprende de las energías negativas para continuar con el florecimiento, el 21 de marzo.
En esta fecha el ritual comienza de noche, a las cuatro de la madrugada, con un baño de agua fría de los participantes. A esta ceremonia asisten las acllas, músicos y miembros de las diversas comunidades, así como los yachak (curanderos, chamanes u hombres y mujeres de sabiduría) de otras comunidades. Los participantes se ubican representando a los cuatro suyos con las banderas de distintos colores: amarillo, a la riqueza; el azul es espacio, el cosmos, el agua; el verde la naturaleza; y el rojo la fortaleza. Luego se procede a la entrega de la “experiencia” por parte de las personas mayores a los jóvenes de cada comunidad, así como a los dirigentes por parte de los yachak.
Los participantes se trasladan posteriormente al centro de la ciudad para saludar el nuevo año. Todas las comunidades se concentran en el parque central de Saraguro con sus kapaks (vestidos) y llevando sus bastones de mando. Es en ese lugar, a las once de la mañana, cuando el sol se sitúa en el centro, el Capac hace entrega del bastón de mando a otro Capac para que éste organice la ceremonia del año venidero. Posteriormente, se realiza un recorrido dentro del parque para luego ir al centro de la parroquia, donde se come de manera comunitaria y se baila con ritmos andinos. La gastronomía en la fiesta del Pawkar Raymi está representada por la sopa de granos tiernos o “fanesca”, comida originaria de los pueblos andinos. Asimismo, se confecciona la chacana (figura en forma de cruz), donde se ponen frutos, granos tiernos y flores. Al concluir la misma, los parroquianos ofrecen el pinzhi o comida comunitaria, compuesta por papa, cuy, panes, queso, mote y bebida de chicha. Por último, los participantes vuelven a la comunidad en peregrinación.
Afianzadora de la identidad y del valor cultural andino
Durante los últimos años el Pawkar Raymi ha favorecido el fortalecimiento de la identidad de los pueblos andinos y su valoración cultural. La sabiduría del saber hacer, fundamentada en la práctica, la vivencia, la espiritualidad, el entendimiento del lenguaje de la naturaleza y la reflexión profunda de la vida cotidiana, da paso al Kuri-Muyu, es decir, la semilla bendita del saber, el círculo sagrado de la sabiduría, el principio y fundamento del vivir bien la vida, la riqueza espiritual, el origen de la iluminación y la sabiduría de la Pacha-Mama.
En Susudel, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Cuenca, provincia del Azuay (Ecuador), se encuentra la comunidad del Fuego Sagrado de Zhurakpamba (o Shuracpamba), ubicada en medio de las majestuosas montañas de la cordillera andina. Shuracpamba se sitúa en la ruptura del nudo Portete-Tinajillas y fue el paso alto de la Cuenca del río Jubones. La hacienda de Zhurakpamba pertenece al Taita Alejo, uno de los chamanes más importantes de Cuenca y de las comunidades cercanas. En este lugar se congregan durante todo el año hombres y mujeres de medicina. Éstos se reúnen en determinados momentos para apoyar distintos rituales que ahí se ejecutan.
Taita Alejo comenzó a ejercer como chamán-curandero con la llegada de Aurelio Díaz Tekpankalli, mexicano de la comunidad purépecha o michoacas. Aurelio llegó a Ecuador en la década de los noventa introduciendo un diseño chamánico de la tradición lakota estadounidense. Aurelio Díaz Tekpankalli es conocido a nivel internacional como hombre-medicina, obteniendo su conocimiento de indígenas norteamericanos. A partir de ese momento se reavivaron ciertas ceremonias y se creó una red de hombres y mujeres-medicina. Hubo un intercambio de conocimientos enteógenos entre hombres y mujeres de toda América, conocido como el Camino Rojo. Muchos taitas y mamas ecuatorianos estuvieron en México y Estados Unidos. Aunque el taita Alejo es un mestizo nacido en una familia de hacendados. Él vive una vida muy sencilla en el campo, en donde dejó de cultivar plantas para empezar a sembrar hombres y mujeres.
En este lugar se reúnen en celebraciones especiales como hombres y mujeres-medicina de diversas identificaciones y destinos, entre los que se incluyen blancos, mestizos, saraguros, cañaris o shuar, gentes de todo Ecuador y del mundo. Todos van a Shuracpamba no únicamente para apoyar los rituales sagrados y participar de ellos, sino también para compartir medicinas de sus lugares, como la ayahuasca de la zona amazónica.
Este lugar sagrado está amparado por el Taita Alejo Valdivieso, su hijo Juan Alejandro Valdivieso y toda su familia. Estos hombres-medicina han consagrado toda su vida al trabajo con medicina ancestral y la recuperación de las fiestas y ritos sagrados de los ayllus, entendidos como forma de comunidad familiar extensa originaria de la región andina con una descendencia común que trabaja en forma colectiva en un territorio de propiedad común.
La ceremonia
Las imágenes que os ofrecemos son de la celebración del Pawcar Raymi del año 2015 junto con los hermanos del pueblo Saraguro. La danza del Pawcar Raymi se produce durante la noche y madrugada, finalizando cuando levanta el alba. Antes de iniciar, los danzantes que van a participar de la fiesta, deben haber elaborado cincuenta y dos rezos. Los rezos son pequeños atados de tabaco en tela de color amarillo, los cuáles se colocan alrededor del círculo donde se celebra la danza, simbolizando las cincuenta y dos naciones del planeta. El propósito de estos rezos es el de sostener a los danzantes durante toda la noche a través del propósito o la intención de su petición al Gran Espíritu.
Para iniciar la danza, músicos, danzantes y demás participantes deben entrar al temazcal de purificación. El temazcal o “casa de vapor” representa el vientre de nuestra madre, donde se entra a nacer de nuevo y recordar quiénes somos. Éste es un rito originario de los indígenas de Norteamérica y supone un baño de vapor colectivo. Está formado por una carpa dentro de la cual se introducen varias piedras ardientes llamadas abuelas. Una vez terminado el temazcal, los danzantes deben estar descalzos, vestidos con una variada indumentaria dispuesta para celebrar: ponchos, enaguas, fajas y collares de mil colores.
La danza consiste en cuatro “puertas” o intervalos de tiempo, que representan las cuatro direcciones sagradas: norte, sur, este y oeste. Antes de ingresar al círculo los danzantes se alinean en cuatro filas. El Diablo Huma (“cabeza de diablo”, en quichua) es el encargado del orden y de que cada cual cumpla su función dentro de la celebración. Es un personaje que aparece en varios rituales andinos, cuya función es “poner el mundo al revés”. No sólo pone a prueba a los chamanes sino a la gente que asiste al ritual pero, al mismo tiempo, mantiene una forma de orden gracias a su látigo. Según la tradición no fue inicialmente reconocido como diablo sino sólo como un ayllu. Fue con el catolicismo cuando recibió el nombre de diablo. El Diablo Huma encarna el espíritu, la fuerza, la energía y poder, tanto positivo como negativo, de la naturaleza, el sol y la oscuridad del mundo subterráneo. Está vinculado con la idea de dirección, consejo y gobierno de la comunidad.
Una vez listo el fuego sagrado, controlado por el taita Alejo, los danzantes pueden ingresar al círculo, donde antes de empezar beben la medicina sagrada de los antepasados. Se trata de la aguacolla, más conocida como San Pedro (Echinopsis Pachanoi), cactus sagrado que abre puertas del cielo. En siguientes artículos sobre el Inti Raymi profundizaremos sobre la aguacolla.
La danza transcurre durante toda la noche y madrugada hasta llegar el amanecer. Danzan al ritmo del tambor, guitarra y los cantos de las mamas. Los danzantes están privados de agua durante toda la danza. Al finalizar, los danzantes pueden descansar en cada puerta y beber más aguacolla si el taita lo cree necesario. Existen otras medicinas ancestrales que se usan durante la danza, como el soplado de aguardiente (punta) y la inhalación de rapé (tabaco en polvo). Para esto solo los taitas o el Diablo Huma pueden dar medicinas, incluyendo el agua.
Una vez finalizadas las cuatro puertas, la ceremonia concluye con un temazcal que cierra la celebración. Así, todos los danzantes y participantes pueden reafirmar su propósito con su vida y con el Gran Espíritu. Pueden caminar seguros en la luz brillante del nuevo Pachakutik (cambio de los tiempos), que ahora tienen la suerte de recorrer. Es la señal que ha llegado el tiempo nuevo de la armonía y la convivencia respetuosa entre los pueblos.
En definitiva, la introducción de las tradiciones lakotas a Ecuador a finales de los años 90 posibilitó la apertura de grandes espacios ceremoniales y la generación de redes a nivel internacional para difundir su conocimiento y el uso de las plantas de poder. La diversidad de procedencias y sentidos de los participantes que observamos en las fotografías, se vincula mediante las danzas al sol y la curación con las plantas sagradas que rezan a la Pacha Mama. En esta diversidad, el componente espiritual es el que posibilita la sanación gracias a la búsqueda de estados alterados de conciencia.
BIBLIOGRAFÍA
- Atienza de Frutos, D. (2009). Viaje e identidad: la génesis de la elite kichwa-otavaleña en Madrid, España. Abya Yala, Quito.
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.