A un año de la Declaración de San Salvador, a la que han adherido organismos y comunidades locales e internacionales, la Iglesia Evangélica Protestante de El Salvador – IEPES se pronuncia debido a la evasión a tratar la temática de parte de las autoridades correspondientes.

Hace un año la IEPES junto a la agrupación ciudadana La María Guanaca y el CIRCA – Centro de Investigaciones de Recursos Centroamericanos, iniciamos un movimiento ciudadano que se ha ido fortaleciendo con el tiempo y que realizó su primer muestra pública en la Primer Marcha por una Nueva Política de Drogas, realizada el pasado 3 de mayo con el apoyo de otras organizaciones locales e internacionales.

Considerando nuestras obligaciones de servicio a la población más vulnerada, basada en el mandamiento de amor al prójimo de Jesús, afirmamos que desconocer una dimensión esencial de la vida humana en Salud, Seguridad y Educación para Gobernar el país en la actualidad, es Negligencia Inexcusable.

La ley reguladora de las actividades relativas a las drogas (LRARD) Decreto No.153, ha resultado ser lesiva en la mayor parte de los casos, generando secuelas indeseables como la estigmatización laboral, familiar y educacional, además de las consecuencias físicas y psicológicas por  tener o utilizar una planta de uso sacramental desde la antigüedad. Existe abundante evidencia científica acerca de la ineficacia de la política represiva en materia de control de drogas. La evidencia muestra que una política de control de drogas efectiva debe ser fundada en criterios de Salud Pública y de Derechos Humanos.

La actual exacerbación de la violencia en México y Centroamérica es una clara consecuencia de la “guerra contra las drogas” lo cual venimos planteando desde que iniciado nuestro trabajo en materia de Reducción de Daños y Riesgos. Venimos advirtiendo que la violencia puede reducirse con la regulación de las sustancias para que además el mercado negro deje de proporcionar sustancias altamente tóxicas y adictivas a lxs usuarixs y se tenga la posiblidad del autocultivo para uso personal.

No puede desconocerse, ignorarse y en definitiva violentarse, la condición fundamental del Ser Humano, su existencia espiritual, menos aún por los organismos de Estado, sin corromper con ello la naturaleza misma de nuestra convivencia y el Estado de Derecho; es por esto que los Estados Americanos, en la Declaración Americana de Deberes y Derechos del Hombre, en 1948, después de la Segunda Guerra Mundial, antes incluso de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reconocieron …que las instituciones jurídicas y políticas, rectoras de la vida en sociedad, tienen como fin principal la protección de los derechos esenciales del hombre y la creación de circunstancias que le permitan progresar espiritual y materialmente y alcanzar la felicidad”.

En 1948 se proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se reitera en el mismo sentido que … la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…”

Luego en 1969, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, los Estados signatarios reafirman su compromiso con el respeto a los Derechos Esenciales, que no tienen su origen en la nacionalidad sino que tienen como fundamento los atributos de la persona humana “…razón por la cual justifican una protección internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados americanos;”

El Derecho está siendo consistente con la Ciencia, que ha reconocido la existencia más allá de la materia, y con la Sabiduría Ancestral, que desde siempre ha visto al Ser Humano ligado al Todo, esencialmente parte de un mismo espíritu. Las personas del mundo contemporáneo legítimamente han incluido la ciencia y la sabiduría en sus vidas cotidianas, desde lo doméstico a lo sacramental -incluidas como herramientas las plantas medicinales y psicoactivas- interesándose en la búsqueda de sentido y trascendencia, salud y bienestar, superando la oferta de una cultura orientada hacia la superficialidad y la materialidad.

Entonces, la dimensión espiritual de la naturaleza humana y los derechos esenciales que de ella emanan, han sido reconocidos y su ejercicio es garantía protegida por el régimen interno de los Estados y por un sistema internacional, de manera que todas las Personas pueden exigir el cumplimiento efectivo de este derecho al despliegue y cultivo de la espiritualidad, tanto al propio Estado como al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (1969).

Basándonos en todo lo anterior, exigimos:

  • Al Estado a establecer mesas de diálogo con organizaciones de defensa de derechos humanos,  la sociedad civil, usuarias y usuarios de drogas para la urgente modificación a las actuales políticas de combate al narcotráfico y reducción de demanda de drogas.
  • A la Asamblea Legislativa, la inmediata reforma a la actual legislación que violenta los derechos de los y las salvadoreñas.
  • A la Corte Suprema de Justicia y en especial a la Sala de lo Constitucional, a velar y hacer respetar los derechos esenciales de la persona humana.
  • A la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, a que acompañe y garantice el respeto de los derechos esenciales de las y los salvadoreños, en especial de aquellos criminalizados por el consumo de sustancias psicoactivas.
  • A la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a garantizar el cumplimiento de la legislación internacional y a sancionar de ser necesario a los estados americanos que atenten contra los derechos esenciales de la persona humana y en especial al gobierno de El Salvador.
  • Al Arzobispo de San Salvador y a la Conferencia Episcopal de El Salvador, a  no ser complices del narcotráfico y a reconocer como medidas efectivas la reducción de daños y riesgos.   

Llamamos a lxs abogadxs, jueces y fiscales a que promuevan activamente el respeto al Estado de Derecho.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.